En la actualidad es normal para los transeúntes del ‘Paseo del Comercio’ encontrar edificios de dos o más pisos, pero solo uno marca un significado histórico para la ciudad.

Tiene fachada blanca, puertas y ventanas color verde pino, y lleva un letrero tan grande que desde la Plaza Cívica Luis Carlos Galán Sarmiento se observa con claridad que en esa esquina funciona la ‘Notaría Séptima’. Los visitantes de la calle 35 no se imaginan que esta construcción realizada en junio de 1891 fue una de las primeras en tener dos pisos y pararrayos.

Entre semana la Notaría Séptima, ubicada en la calle 35 No. 12- 06, es frecuentada desde las las 7:30 de la mañana. En el primer piso se encuentran ciudadanos haciendo fila para realizar conciliaciones y otros buscan sacar copia del registro civil o autenticaciones. En el segundo nivel unos se casan, y a los que se les acabó el amor, se divorcian.

Los trabajadores del lugar pasan su día rodeados de una historia arquitectónica única que les resulta  muchas veces desconocida, pues pocos saben que década atrás el lugar fue el Edificio C.P. Clausen.

Por la carrera 12, en la misma estructura, se encuentra el Café San Mateo, un recinto para los amantes del buen café, las consultas con abogados, el cierre de negocios y las charlas con los amigos alrededor de clásico o música ‘para planchar’.

En este lugar también funcionó la Ferretería Clausen, que fue dividida internamente para darle paso al café y a la Notaría, sin embargo, desde la parte externa esta división no se nota ya que su fachada no fue modificada.

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La influencia europea en la arquitectura bumanguesa

El historiador Joan Sáenz afirma que entre los años 1930 y 1940, un periodo entreguerras y preámbulo a la Segunda Guerra Mundial, Bucaramanga tuvo una migración fuerte de europeos.

De dicha época se destacan apellidos como Penagos, quienes construyeron una casa llena de jardines en la calle 28 No. 20-80 en el barrio Alarcón; el apellido Wessel de una familia alemana que construyó en 1932 una casa con un diseño arquitectónico muy “nazi”, de baldosas y rejas con ornatos nazis, de dos plantas, la primera netamente social con jardines y comedores, la segunda con las habitaciones. Esta casa actualmente conserva esas baldosas y rejas de 1932, funciona como la Liga de Lucha contra el Cáncer, en la carrera 22 No. 31-71.

La casa fue un modelo de creatividad en su época, ya que era algo muy europeo y diferente.

Se destacó el apellido Streithorst de una familia también alemana que hizo una casa en 1930 con 40 ventanas enmarcadas con dinteles en ladrillo, algo novedoso para la época en la ciudad. La construcción que ahora funciona como la Universidad Antonio Nariño está ubicada en la carrera 27 No. 32-11 en el barrio Mejoras Públicas. Por último el apellido Clausen al que también se le atribuye avances arquitectónicos y tecnológicos en la ciudad, como la llegada del teléfono y la luz, y la construcción de la primera cervecería moderna del país, en cuyo terreno se construyó la estación del teleférico del parque El Santísimo, en Floridablanca.

El origen de la reliquia arquitectónica

Un negociante y empresario danés emigró a Bucaramanga atraído por la tierra santandereana en el momento en que la quina era un producto que se estaba volviendo famoso. El danés al ver el potencial del árbol medicinal empezó a comercializarlo, lo que lo convirtió en uno de los más afortunados y afamados personajes de la ciudad. Este europeo era Christian Peter Clausen, quien encontró en el comercio su pasión, y creó una ferretería, que por cierto, recibió su nombre, Ferretería C.P. Clausen.

La construcción del almacén empezó en la última década del siglo XIX, entre 1891 y 1892, donde los bumangueses podían adquirir diferentes materiales para la construcción, sobre todo, materiales extranjeros. El lugar no solo era reconocido en la ciudad por su razón social, la ferretería era considerada “el mejor edificio de Bucaramanga de la época”, tal y como asegura Joaquín García en su libro ‘Crónicas de Bucaramanga’.

La Ferretería Clausen a diferencia de otros establecimientos de la ciudad fue “el primer edificio comercial” construido para este fin. Los locales que se encontraban en el siglo XIX y XX en la ciudad eran casas de familias adecuadas a negocios, lo que le daba un reconocimiento especial a la ferretería. A parte de la fama del negocio, la ubicación representaba un factor importante, al estar cerca al Parque Custodio García Rovira los bumangueses acudían al lugar después de realizar sus compras y actividades relacionadas con su entretenimiento.

Clausen era dueño de una cervecería ubicada en una hacienda de Floridablanca, llamada ‘La Esperanza’, la cual colindaba con la quebrada Carbona. Su cervecería fue reconocida por ser la productora de la Soda Clausen, uno de los productos más populares en el siglo XXI.  La Ferretería Clausen después se convirtió en la sede administrativa de esta Cervecería, que también era productora de la Cerveza Clausen, Cerveza Pilsen, Cerveza Sol y la Chivo Clausen, pero en 1958 fue vendida a Bavaria, la empresa cervecera más grande del país.

El edificio C.P Clausen está compuesto por dos volúmenes, el primero donde actualmente funciona la Notaría Séptima, consta de dos plantas con una cubierta a cuatro aguas, que consiste en tener una inclinación para que la lluvia se desplace hacia la parte de afuera de una manera más fácil. El segundo volumen, donde está ubicado el Café San Mateo, solo tiene un piso y la cubierta es a dos aguas, lo que forma una especie de triángulo en el techo y cumple la misma función de la de cuatro aguas. El techo y su estructura fueron construidos en madera y en la parte de arriba se encuentran ubicadas tejas de barro.

La estructura del edificio es en tapia pisada, tiene vigas en madera y fue trabajada con mampostería estructural, que consiste en ubicar los ladrillos de manera manual y así formar la estructura. Las escaleras que permiten la conexión entre el primer piso y el segundo piso tienen madera y concreto, dado que los detalles y acabados de la estructura fueron realizados en madera.

García en su libro de crónicas resalta los pisos del edificio Clausen “su suelo interior y el enlosado de la calle están formados con una especie de cimiento o material extranjero, que no era conocido aquí”.

El cronista tenía razón, los pisos fueron confeccionados con cemento importado desde Europa, sin embargo, estos pisos fueron removidos y una baldosa pequeña y blanca, un poco sucia por el tránsito de personas que visitan la Notaría diariamente, el piso de las escaleras sigue siendo de madera. La estructura tiene tres pararrayos que García describe en su crónica “…está coronado con varios pararrayos”, algo que era muy inusual en la época de su construcción, hoy en día es normal para los bumangueses encontrar edificios y estructuras con pararrayos.

Un factor que destaca García son las puertas de hierro, que aún se conservan, que como afirma el cronista “al abrirse, quedan ocultas dentro de la pared”. Puertas y ventanas pintadas de verde pino, con forma arqueada que trasladan a quien las observa a la época renacentista, con un solo arco y cubiertas de yeso en la parte superficial, toque que las destaca de la pared blanca por su textura y relieve.

La historia que rodea a esta estructura arquitectónica ubicada en el centro de la ciudad la hace valiosa para la cultura, no solo en la actualidad, pues en el año 1982 el Consejo de Monumentos Nacionales la propuso como Bien de Interés Cultural de la Nación por medio de la Resolución 002 del 12 de marzo del mismo año. En la actualidad continúa teniendo el valor arquitectónico que tenía hace 35 años, el edificio Clausen es considerado como una reliquia arquitectónica del Siglo XIX de Bucaramanga.

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La labor que cumplían estas figuras femeninas en Carias, ciudad de Grecia, era sostener sobre sus cabezas un cornisamiento o entablamento, el cual era símbolo de castigo, ya que, al ser esclavas, estarían condenadas a llevar las cargas más pesadas. /FOTO DANIEL FELIPE VALENCIA

Por Andrea Basto Abril
ybasto161@unab.edu.co

 

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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