La Escuela Normal Superior de Bucaramanga será la encargada de realizar la acreditación para los niños menores de 18 años que hagan parte de los espacios establecidos para recibir clases en los centros médicos de la ciudad.

Hace siete años Bucaramanga y su área metropolitana cuentan con las aulas hospitalarias, que son unidades escolares surgidas dentro de las instalaciones de los centros médicos con el objetivo de ser respuesta al componente académico, lúdico y emocional de pacientes hospitalizados. La propuesta atiende a niños y jóvenes que poseen cáncer, problemas cardiovasculares u otras enfermedades consideradas como catastróficas, sin embargo estos apoyos no poseían la normalización escolar, que consiste en que una institución educativa, pública o privada certificara el proceso de formación. Por esta razón, este año se aprobó formalmente la propuesta de dar ese paso en el que la Escuela Normal Superior de Bucaramanga será la encargada de certificar los niveles de preescolar, primaria y bachillerato a los miembros del programa.

Jorge Humberto Rangel es administrador de empresas de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, y gestor principal de la normalización escolar, “esta es la primera fase de algo muy grande, vimos la necesidad desde el año pasado de que recibieran su certificación ya que ellos merecen ser reconocidos como estudiantes y no sólo como pacientes. Esto les ayuda en su tratamiento de salud, a relacionarse con otros, y a prevenir la discontinuidad, la exclusión o el abandono escolar prematuro a causa de las enfermedades”. La estrategia de inclusión que ofrecen las aulas está bajo la normativa del Ministerio de Educación Nacional en Colombia y la manejan tres fundaciones: Hope, Montañas Azules y Vivir Más. Por otra parte, los centros médicos que poseen estos espacios son: la Clínica San Luis, el Hospital Universitario de Santander, HUS, la Fundación Oftalmológica de Santander, Foscal, la Fundación Cardiovascular de Colombia, FCV, y el Hospital Internacional de Colombia, HIC.

Además de las organizaciones anteriores, se creó el Centro Integral Hope o Casa Hope, el primer colegio en Bucaramanga para niños con cáncer dispuesto para que aquellos que posean un mejor estado de salud puedan trasladarse al lugar y recibir las respectivas clases los días lunes, miércoles y viernes de 2 a 6 de la tarde. María Juliana Lozano Picón es la representante legal y creadora de la Fundación Hope, entidad que hace 11 años existe en la ciudad y que se originó gracias a ‘Sarita’, hija de Juliana Lozano a quien le diagnosticaron cáncer cuando tenía un año de edad y finalizó su tratamiento siete años después. “Mi hija nunca estudió durante su proceso médico, después de eso comenzó el choque intelectual y emocional de entrar al colegio porque estaba muy retrasada. ‘Sarita’ es la inspiración de la existencia de esta fundación y de las aulas, ya que a raíz de eso comenzamos a averiguar y a tocar puertas a los hospitales y clínicas para que nos dieran la autorización y así se pudieran abrir esos espacios”. La organización pertenece hace tres años a la Red Latinoamericana y del Caribe, Redlaceh, que se encarga de unificar y promover las aulas hospitalarias en Latinoamérica.

La rectora de la Escuela Normal, Lilian Lizcano Castellano afirmó que esta medida está estipulada en el Ministerio para que todas las academias lo apliquen. “Realmente no es una opción implementar estas estrategias, es una obligación para todas las instituciones, la Normal en esta ocasión fue la pionera pero la idea es demostrar que sí se puede y que muchas otras lo hagan. Queremos darle la oportunidad de que ellos sientan que van avanzando y que una vez se recuperen, se puedan reintegrar”.

¿Cómo funciona?

El programa de las unidades escolares y la actual normalización, están respaldadas bajo dos leyes: la Ley 1384 y la 1388 de 2010 las cuales plantean establecer acciones para el control integral del cáncer y la disminución significativa de tasa de mortalidad en personas menores a 18 años. Asimismo, se trata de asegurar el cumplimiento de los decretos 1470 de 2013 y 1075 de 2015 en donde se encuentra todo lo relativo al Apoyo Académico Especial para los infantes con cualquier tipo de enfermedad. Los servicios educativos son gratuitos y para acceder a ellos los pacientes deben pertenecer a alguno de los cinco centros médicos. Según Jorge Rangel “hay más o menos 500 niños con enfermedades catastróficas, pero si están estudiando ya en otro colegio o vienen de otros departamentos temporalmente no pueden matricularse. No hay convocatorias, los padres se enteran y voluntariamente accedan a los servicios”. Las clases son separadas por edades y el contenido que reciben los estudiantes se encuentra en cartillas que a su vez están compuestas por módulos que elaboran los infantes según su capacidad y disponibilidad de tiempo. Aquellos que se recuperen y quieran seguir su proceso tienen el cupo asegurado en dicha institución. A través de donaciones de empresas y personas naturales, los estudiantes obtienen los recursos como cuadernos, uniformes y útiles en general que aseguren su proceso académico.

Para Juliana Lozano la unión de fuerzas entre empresas privadas y públicas ha sido evidencia del impacto positivo que pueden tener sobre la población y esperan ser un ejemplo de liderazgo en Santander, “estamos haciendo un gran esfuerzo por darles una educación de calidad porque la merecen, además de que estamos siendo la primera ciudad que lo implementa rigiéndose al decreto 1470 de educación especial”, ya que también se dictan clases de ballet, música y baile como complemento a su formación. Sandra Rodríguez Manrique es una de las madres beneficiadas de la estrategia, su hijo Neymar Mesa Rodríguez de cinco años fue diagnosticado en abril del año pasado con cáncer y actualmente está cursando grado transición. “Yo me preocupaba mucho por el estudio, él me decía mami yo quiero estudiar y yo le decía que no podía, pero ahora él va a las clases en la Casa Hope y ha aprendido mucho, les ponen sus tareitas, no se encierra en la enfermedad o en el hospital sino que pueden compartir con más compañeros”.

Sandra Rodríguez Manrique es una de las madres beneficiadas de la estrategia, su hijo Neymar Mesa Rodríguez de cinco años fue diagnosticado en abril del año pasado con cáncer y actualmente está cursando grado transición. “Yo me preocupaba mucho por el estudio, él me decía mami yo quiero estudiar y yo le decía que no podía, pero ahora él va a las clases en la Casa Hope y ha aprendido mucho, les ponen sus tareitas, no se encierra en la enfermedad o en el hospital sino que pueden compartir con más compañeros”.

Las propuestas para seguir mejorando

Debido a que la estrategia no abarca a los pacientes de 0 a 6 años que estarían en la primera fase escolar ‘párvulos’, se está abriendo el proceso para que puedan integrarse al programa y ubicarse en la Casa Hope. Por otra parte, se están logrando alianzas para conseguir el curso de preicfes gratis con el grupo Hélmer Pardo y así asegurar sus estudios universitarios. Por ejemplo, la Universidad Tecnológica de Santander es uno de los entes que proporcionará becas para los infantes y sus familias.

Otra de las medidas que está en proceso es un convenio con la Unab que les permita a las estudiantes de último semestre de Educación en Preescolar, desempeñar sus prácticas laborales en las fundaciones; y por otra parte, solicitar formación y capacitación a los docentes, que también hace parte del cumplimiento del decreto 1470. Actualmente son 14 niños los que empezaron su educación con la normalización y en noviembre de este año serán los primeros en recibir los certificados como parte de las Aulas Hospitalarias en Bucaramanga y en Colombia.

Universidad Autónoma de Bucaramanga