Un lunes en la noche (6 p.m.), después de un día de trabajo o estudio, un grupo de ‘gomosos’ de la literatura se sientan en la sala de conferencias ‘Jorge Zalamea’ de la Universidad Industrial de Santander (UIS) para discutir sobre libros y el proceso creativo que conlleva escribir un cuento. De esto se trata Relata – UIS.
Originalmente se llamaba Renata. Era la red nacional de talleres de escritura creativa del Ministerio de Cultura. Según Miguel Castillo Fuentes, licenciado en español y literatura de la UIS, y quien fue director de la iniciativa, cuenta que dichas actividades se hacían por todo el país dirigidos por escritores. “Se esperaba que fueran dirigidos por escritores con experiencia que realizaran actividades de formación en escritores jóvenes, gente interesada en la escritura de géneros literarios, cuentos, novela, poesía, crónica, especialmente cuento, pero se ha transformado”, comenta Castillo.
En Bucaramanga el taller nació hace 11 años. Uno de sus principales impulsores fue Dirección Cultural de la UIS, que en ese momento era dirigida por Luis Álvaro Mejía. El espacio para el encuentro siempre ha sido la ‘Jorge Zalamea’, de paredes blancas adornadas con posters de la Filarmónica de Múnich y Herbert von Karajan, así como seis hileras de sillas rojas en arcos cóncavos que miran hacia la tarima.
Este espacio es suficiente para albergar a todos los asistentes. En la parte más baja y central de la sala se ubica el tallerista, quien se encarga de socializar el material de la clase, además de hacer de mediador entre los diálogos y discusiones que se presentan mientras esta avanza.
Castillo también agrega que el objetivo es dar un espació a la comunidad, a la gente que estaba interesada, en encontrar espacios de lectura y de formación en escritura.
“El fin de Relata es contar con un espacio donde la gente que quiera hacer una carrera de escritura, decente, de verdad, encuentre un lugar donde hay otros como él y donde puede aprender y a ahorrarse algo de camino, en ese trabajo de la escritura, que de verdad es tan difícil”, asegura el hoy promotor de lectura en la Biblioteca Nacional, en Bogotá.
Una nueva etapa
El actual director de Relata es Oscar Humberto Mejía Blanco, también licenciado en español y literatura, y ganador del IV Concurso Nacional de Cuento Colombia Cuenta RCN (2011).
Según explica, el taller cuenta en la actualidad con 40 asistentes con perfiles muy variados. “Tenemos desde profesores de letras como de historia, diseñadores gráficos, dibujantes, artistas, teatreros. Generalmente se compone el grupo de adultos mayores, profesionales graduados y estudiantes de la UIS de diferentes carreras”, asegura Mejía Blanco.
El taller se estructura de tal manera que, primero se estudian ciertos temas fundamentales del cuento (y no solo de cuento, también se analizan guiones, poesía, crónica y ensayo con autores como Robert Mckee, Fernando Pessoa y Gabriel García Márquez), se ejemplifican a través de lectura de textos icónicos, se discute el texto y se diserta para poder llegar a una propuesta creativa: la creación de un cuento.
Como asegura el tallerista, la metodología permite sacar a flote todas las falencias que pueda tener el texto. “A esta clase de “tallereo” muchas veces lo comparan con un ring de lucha, donde el texto debe poder aguantar en solitario (sin ayuda del autor) todos los golpes que se le den”, dice Mejía Blanco.
En palabras de Miguel Castillo: “sobre el método de trabajo siempre fuimos muy conscientes de que para escribir hay que leer, lo otro que proponíamos después de las lecturas de los textos era la sinceridad sobre cualquier otra cosa, es decir, la palmada en el hombro era lo último que se hacía; de hecho, procuraba no hacerse, siempre tratábamos de encontrar una falla en el puente para que el autor la reconociera y pudiera afinar de manera definitiva su historia”.
En el taller hay un ambiente familiar, que realmente invita a la participación, esto se debe, en parte, a que hay varios asistentes que llevan un proceso de formación de años, y que rompen esa barrera de timidez que podría tener un neófito.
La docente Mónica Triana completa cinco años como asistente. Cuenta que su motivación principal para no abandonar su proceso es porque Relata es un espacio que difícilmente se encuentra en la ciudad. “Creo que es necesario aprovecharlo, sobre todo porque es algo que no se presenta a menudo para las personas que nos gusta la lectura y la escritura: la oportunidad de un espacio para leer, compartir, para reconocer el talento de otras personas”, explica.
Por su parte, Jorge Eliécer Quijano economista y pensionado, lleva un proceso de tres años. Después de terminar de leer el cuento “Mariachis de Los Culpables”, de Juan Villoro, se une a la discusión. “Vengo a Relata porque es un espacio en el que se aprende bastante, y se mencionan referentes bibliográficos de autores y de textos que lo ayudan a uno en el proceso de la escritura. Intento escribir crónica para nutrirme de las discusiones que hacemos, siento que estoy en lo que quería estar”.
Cuando Relata empieza, la entrada de la UIS está llena, pues muchos estudiantes terminan sus clases, pero cuando termina no hay nadie alrededor, solo los locos apasionados por la literatura. No importa lluvia, calor o cansancio. Como concluye Oscar Humberto Mejía, todos trabajan para construir un “criterio estético, de cierto orden, de organización, para poder lograr aquello que es tan subjetivo, pero a la vez tan bello, que es querer contar una historia, querer contar un poema”.

Por Ekatherine Garavito Ch.
egaravito240@unab.edu.co