Próximamente llegará a salas ‘La ley del mercado’, película francesa que estuvo nominada a la Palma de Oro en el reciente festival de Cannes, bajo la dirección de Stéphane Brizé. En ella Vincent Lindon interpreta al hombre que a sus 51 años debe solventar la falta de empleo con la necesidad latente de mantener a su familia.
La película aborda la dignidad, la cual podría definirse como ese valor subyacente e innegociable al que el sujeto recurre cuando siente que le están vulnerando sus derechos fundamentales. La dignidad de Thierry Taugourdeau (Lindon) comienza a quebrantarse cuando se queda sin trabajo y debe entrar en la dinámica del mercado. Él ingresa a un circuito de capacitaciones y presentación de entrevistas en el que será evaluado por su edad, su postura corporal, su mirada, y hasta la forma en que redactar su currículo, incluso aspirando a empleos como operario de maquinaria. El conflicto se acentúa porque debe hacer frente a estas evaluaciones en medio de la preocupación por obtener los recursos, para que su hijo, quien padece una parálisis cerebral, pueda continuar sus estudios.
Finalmente, Thierry logra emplearse como supervisor de vigilancia en un almacén de grandes superficies, que paradójicamente está en un proceso de reducción de personal y recurre al error de sus empleados para justificar su despido inmediato. Es ahí donde la película evidencia la relación inequitativa entre el empleado y su empleador, que no es otro sujeto, sino una corporación, para quienes los empleados son simples números de los que puede prescindir o remover cuando así lo requiera.
Pero esta relación inequitativa se maquilla con ciertas estrategias o puestas en escena en donde la empresa hace parecer que los empleados son importantes para ella, lo cual se evidencia en las patéticas celebraciones de jubilación para los viejos empleados que le entregaron su vida a la empresa.
En este nuevo empleo Thierry debe ser testigo del drama de clientes y trabajadores que debido a diversas problemáticas personales cruzan la línea normativa de la empresa y deben atenerse a sus consecuencias, en una dinámica empresarial donde se invisibilizan los sujetos y sus problemas sociales.
Es una película cuyo reparto se compone de actores profesionales y naturales que construyen una atmósfera hiperrealista del entorno laboral, por esta razón aunque la cinta es de ficción se alimenta de formas documentales que crean el efecto de sentido de parecer un relato documental sobre la historia de personajes reales. El relato nos muestra el entorno cotidiano de Thierry, junto a su esposa y su hijo, pero también la espera y los silencios de estos personajes frente a sus conflictos, el proceso de toma de decisiones y las acciones que emprenden para tratar de solucionar su problemas económicos de la forma más decente sin venderse o perder su dignidad.
En cuanto al tratamiento técnico, la cámara no busca un encuadre netamente estético en función de la composición cinematográfica. Ésta es invasiva, algo fisgona, que está ahí presenciando en caliente la reacción espontánea de los sujetos. El sonido construye ese universo sonoro hermético propio de los recintos laborales e industriales, donde el eco de los pasos de los empleados retumba en los pasillos. Sin duda la película es una pequeña joya, además de ser una película pertinente y crítica sobre el tratamiento a los sujetos en el frio entorno empresarial.
Por lo anterior, Vincent Lindon obtuvo La Palma de Oro del Festival de Cannes (2016) y el Premio César (francés) como mejor interpretación masculina por su rol protagónico en esta película.
René Palomino R.*
rpalomino@unab.edu.co
*Docente del Programa de Artes Audiovisuales de la UNAB.