Por: Erika Quiroga, María Alejandra Sánchez y Juan Carlos Bueno.

Tan sórdida como una mentira que se propaga es la afectación ambiental que actualmente genera variaciones significativas; es decir, cambios que han sido evidentes como el enfriamiento de zonas cálidas o el hielo ya derretido. Ante un panorama nada alentador, se hace demandante que las instituciones universitarias se enfoquen en concientizar a sus estudiantes sobre la necesidad de forjar una cultura ambiental hacia el desarrollo sostenible. Mismo que ha sido bandera en las Naciones Unidas a través de lo que se conoce como el Pacto Mundial, iniciativa que promueve la construcción de los pilares sociales y ambientales necesarios para mantener la nueva economía global.

La cultura responsable frente a la protección ambiental es un factor que define el comportamiento de un individuo con su entorno. Sin ir más allá, la Agencia EFE publicó el 24 de marzo de 2014 un informe en el que se pudo establecer que la contaminación cobra la vida de siete millones de personas al año, de acuerdo con estadísticas suministradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En otras palabras, de cada mil personas en el mundo, el 3.7% de ellas perece a causa de la contaminación externa; y el 88% de los fallecimientos tienen lugar en países de ingresos medios o bajos.

El llamado es urgente y las universidades podrían estar en mora para actuar; sin embargo, se han puesto a disposición metodologías para que estas instituciones logren cumplir con una tarea que no se puede agotar en la temporalidad y que invita a la preservación y protección del recurso natural a largo plazo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), son tan solo una de las varias guías para asumir el compromiso de forma fehaciente; adoptados por todos los estados miembros de las Naciones Unidas durante el 2015 y proyectados al 2030.  Son 17 ODS que convocan a la sociedad en sus diferentes contextos a regular el desarrollo ambiental, económico y social. Así lo afirma Gloria Smith Rodríguez, ingeniera civil y especialista en ecología y medio ambiente. Ella dice: “es fundamental la sensibilización hacia las personas y más cuando se educa en esa construcción de una conciencia responsable, fomentando el comportamiento sano, saludable y mejorando el equilibrio con los recursos naturales”.

De estos objetivos, se pueden destacar seis que están implicados directamente con al ámbito natural y que las universidades pueden asumir como un derrotero para mejorar su gestión con respecto a este tema trascendental:

·      ODS 6: Agua Limpia y Saneamiento.

·      ODS 7: Energía Asequible y no contaminante.

·      ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles.

·      ODS 13: Acción por el clima.

·      ODS 14: Vida submarina.

·      ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres.

Frente a los ODS, el ingeniero Dominik Bernal, conocedor de este campo, expresó: “estos objetivos responden a lograr un desarrollo sostenible, mediante estrategias y planes de acción, impuestas a los departamentos y municipios para poder promover y cumplir con la educación ambiental”.

Ahora, si se quieren adoptar estrategias para generar una cultura responsable, no desde el marco global, sino que, a escala de un país, región o ciudad, las instituciones educativas podrían apelar a la política nacional de educación ambiental en la que los ministerios de Ambiente, Vivienda, Desarrollo Territorial y Educación, construyen propuestas inclusivas. La idea es aportar y fortalecer este factor, decisivo para la supervivencia, pero tan olvidado; sobre todo, porque como lo enfatiza Rodríguez:, “es en los jóvenes en quienes se debe forjar esa conciencia ambiental, comprometiéndolos a dar sus aportes para contribuir a un cambio social y cultural, pues cuentan con capacidades para asumir actitudes en pro del mejoramiento de su entorno, desarrollando un entendimiento más cercano frente a las problemáticas ambientales y desde su formación, incorporando herramientas para la toma de decisiones en función de este tema”.

El coordinador general de la Red Nacional de Jóvenes de Ambiente del municipio de San Martín (Meta), Diego Fernando Sánchez, considera que “las acciones importantes que se podrían tomar en una institución universitaria para desarrollar efectivamente una cultura responsable son:

1.     Tener una política ambiental definida.

2.     Considerar una gestión enfocada al cumplimiento normativo legal ambiental.

3.     Ampliar la cobertura de sensibilización ambiental mediante diferentes estrategias de educación como recorridos ambientales, campañas y capacitaciones.

4.     Disponer de espacios y ecosistemas en las diferentes sedes que se dispongan para generar un impacto positivo en la comunidad.

5.     Aumentar el liderazgo y compromiso de las directivas con relación al cumplimiento de las políticas de educación ambiental.

6.     Definir los alcances ambientales en el plan de desarrollo de la universidad.

7.     Participar en reportes de sostenibilidad de estándares internacionales para medir la evolución o resultados que se están obteniendo”.

Una de las experiencias que también convoca esta misión ambiental es la que se desarrolla en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, institución que el año anterior organizó un seminario con conferencias sobre la seguridad hídrica para la región metropolitana de Bucaramanga y Soto Norte. Allí, las voces de diferentes expertos en el ordenamiento ambiental del territorio y cuencas hidrográficas marcaron los retos a asumir y explicaron las dificultades actuales.

Por eso, hay que hacer alusión a los superhéroes que tanta fama tienen hoy entre los jóvenes y que salvan el mundo en las historias de ficción. El planeta, y particularmente nuestra región, requiere de nuevos superhéroes que ya sin capas, espadas, martillos y demás, saquen lo mejor de sí y sus capacidades excepcionales para darle un vuelco a la situación y no salvar Krypton, salvar La Tierra, nuestra real Pachamama.

Universidad Autónoma de Bucaramanga