El Paseo del Comercio, ubicado en la calle 35, entre las carreras 12 y 19, es uno de los lugares aprovechados a diario por vendedores informales y toda clase de personas que buscan ganarse la vida. Janeidy Alastre Contreras es una de ellas, que a diferencia de los que cantan, oran y pregonan diversos productos, se encarga de tomar la tensión. Según le contó a Periódico 15, es migrante venezolana y se desplazó a Colombia para mejorar su situación económica.

Terminó sus estudios en la Universidad de Carabobo (UC) y tenía un empleo estable como vacunadora en Insalud, una fundación del gobierno de su país. Sin embargo, desde hace un par de semanas, acompañada de tres compatriotas, se ubica en un pupitre de lunes a sábado, entre las carreras 18 y 19, y sin permiso de alguna entidad de salud, a tomar la tensión por un valor de 1.000 pesos.

“No se puede estar en Venezuela, no hay efectivo, no hay medicamentos, no hay vacunas; el sueldo de una enfermera no alcanza ni para comprar un huevo”, expresa con resignación esta mujer, quien además recuerda que en la época en la que trabajaba para Insalud ganaba 5 millones de bolívares, lo que equivale a 83 mil 839 pesos colombianos. Ahora, con su trabajo informal, la situación parece mejorar, “por bien que me vaya en un día puedo estar ganándome de 20 a 25 mil pesos”, afirmó Alastre, quien cada semana envía el 40 % de las ganancias a su familia en el estado de Carabobo.

Señaló que el sistema de salud de Venezuela está en decadencia: “no hay material para trabajar, no hay insumos, el sueldo de un profesional de la salud no alcanza para nada, ni para una inyectadora (jeringa)”, comenta Alastre Contreras, lo que además contrasta con lo presentado por la Federación Médica Venezolana, acerca de 300 hospitales públicos de ese país que solo cuentan con un 3 % de insumos necesarios para tratar a los pacientes.

Al recordar a sus seres queridos y la vida en su país, asegura que hay una fuerza que la impulsa a diario a madrugar para ir a su puesto de trabajo: “El amor hacia mis dos hijos es lo que me motiva a estar aquí, mi familia no tiene recursos y en este momento dependen de mí”. Pero no solo esto mueve sus fibras, también su conexión sentimental con su actual pareja, Carlos Alberto Salazar, un hombre oriundo de Bucaramanga que conoció hace más de cinco años cuando aún vivía en Venezuela: “Es mi soporte”, manifiesta sobre su novio de 37 años.

Rutina diaria

Janeidy Alastre Contreras en su lugar de trabajo ubicado en la Calle 35 entre las Carreras 18 y 19. /FOTO GIOVANNY HERNÁNDEZ LIZCANO

El día de Janeidy Alastre Contreras comienza a las 6 de la mañana en el barrio San Alonso junto con su novio. Juntos preparan el desayuno y comienzan el día con altas expectativas. Cada uno toma el bus que lo llevará a su destino; ella lleva consigo sus elementos de trabajo: un esfigmomanómetro de mercurio y un fonendoscopio. Luego de unos 20 minutos de trayecto, se encuentra con su compañero más cercano, Dixon Gerales, un venezolano que vende vidrios templados para celular por un valor de 3 mil pesos, que también llegó a Colombia a raíz de la situación que atraviesa su país de origen.

Antes de empezar su jornada comparten un café y hablan sobre cómo va la situación de cada uno. “Trabajar junto a ella es muy ‘fino’ porque como ella también es venezolana, nos entendemos bastante y hablamos sobre la vida”, afirma Gerales sobre su compañera.

Luego de esto, Alastre Contreras empieza a llamar a sus clientes con su habitual grito: “A mil, a mil, venga señor, tómese la tensión por solo mil pesos”. Alfonso Barrera ya es un cliente habitual de la enfermera y comenta: “he sufrido de hipertensión y es algo en lo que trato de tener mucho control. Trabajo por aquí cerca y entro a las 8 de la mañana. Entonces, aprovecho que Janeidy toma la tensión por solo mil pesos porque por mi situación debo mantenerla regulada y también es una oportunidad para ayudarla en su situación”.

Después de la jornada matutina, la venezolana se dirige a almorzar a la casa en la que vive con su novio: “Por ahí a las 11, como todos ya están en movimiento y nadie se quiere tomar la tensión, yo me voy para mi casa y me pongo a hacer el almuerzo”.

En la tarde, Alastre Contreras se traslada a otra casa que queda a tres cuadras de su residencia para encargarse de los cuidados de Rafael Hernández, un hombre de 78 años que sufre de diabetes. Por la atención al adulto mayor recibe 10 mil pesos.

Al final del día se reencuentra nuevamente con su pareja. La enfermera prepara la comida y mientras comen juntos comparten cómo estuvo su día y se reconfortan luego de un largo día.

El mayor anhelo de Janeidy Alastre Contreras es que caiga el régimen de Nicolás Maduro Moros, presidente de Venezuela desde 2013; esto con el objetivo de regresar a su patria y volver a ejercer su profesión. A pesar de ello, el principal objetivo a corto plazo de Alastre Contreras es ir a la oficina de Migración Colombia para legalizar su estadía en el país, con el propósito de conseguir un empleo de tiempo completo.

Por Giovanny Hernández Lizcano

ghernandez785@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga