Por Andrés Felipe León M. / aleon307@unab.edu.co

Bajo los conceptos “todos los que entran respetan y cuidan los libros que allí se encuentran” y “cualquiera puede hacer uso de ellos”, se creó en el barrio La Universidad, en una casa de dos pisos ubicada sobre la carrera 26ª entre calles 11 y 12, La Hormiguera, un espacio donde estudiantes, profesores, padres de familia, adultos mayores e incluso, habitantes de calle pueden encontrarse para disfrutar de la lectura. Como afirma José David Curiel Lozano, fundador del lugar, es una “biblioteca popular”.

La idea de abrir este espacio en Bucaramanga surge luego de un viaje que este escritor bumangués de 28 años, hizo a Buenos Aires (Argentina), en donde descubrió este concepto y le llamó la atención el trasfondo de las bibliotecas populares, definidas por el Ministerio de Cultura, de ese país, como “una asociación civil autónoma creada por la iniciativa de un grupo de vecinos de una comunidad. Ofrece servicios y espacios de consulta, expresión y desarrollo de actividades culturales, de la lectura y de extensión bibliotecaria en forma amplia, libre y pluralista”.

Desde hace cuatro meses Michelle Pauline Bergsneider Mogollón visita la biblioteca por su comodidad y tranquilidad para sentarse y disfrutar de libros cortos. /FOTO ANDRÉS FELIPE
LEÓN MAFFIOLD

En esos lugares, Curiel Lozano pudo leer sin ninguna restricción; el único requisito que debía cumplir dada su nacionalidad extranjera era llevar una fotocopia de su pasaporte y un número de contacto para poder sacar un libro prestado.

Al volver a Colombia en septiembre de 2018, Curiel Lozano decide emprender este proyecto junto a su amiga Ana Trujillo alquilando el primer piso de esta casa ubicada a 280 metros de la sede principal de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

La Hormiguera abrió sus puertas el 1 de marzo de 2019 con la donación de los libros que estaban en la asociación cultural de artes plásticas y audiovisuales Matamba, de la que Curiel hacía parte. Con el paso de las semanas y la visualización que ha conseguido la biblioteca, los mismos usuarios se han unido a su causa donando todo tipo de libros que no utilizan o que quieren regalar.

La biblioteca popular se diferencia de las tradicionales, tanto públicas como privadas, gracias a la independencia que tiene del apoyo institucional por parte del Estado o empresas particulares. Esta figura de “popular” es para su fundador “un vecino que presta sus libros” a la comunidad que le rodea; afirma que debe mantenerse en una escala pequeña, ya que busca impactar primero al barrio del que hace parte. “Es primero vecina y después biblioteca”, precisa Curiel.

La convivencia

Además de Curiel, el lugar es atendido por Ivanna Rodríguez y Ana Trujillo. La casa donde funciona La Hormiguera es sede también de dos empresas independientes, La Cingla y Desastre, cuyos dueños son amigos del fundador, y contribuyen al proyecto más por amistad que por compromiso.

José David Curiel Lozano es un escritor bumangués de 28 años que atiende y define a La Hormiguera como un espacio al servicio de la comunidad. /FOTO ANDRÉS FELIPE LEÓN MAFFIOLD

La Cingla es una librería que promociona editoriales independientes y sus libros. Era un negocio netamente virtual hasta que Julián Ortiz, Laura Peña, Gonzalo Duarte y Diego Quintero decidieron mudarse al garaje de La Hormiguera.

Desastre, por su parte, está ubicado en una de las habitaciones principales de la planta baja, y es un taller y tienda de ropa liderado por Cristian Porras y Daniela Cifuentes, quienes son también “simpatizantes de pensamiento” de La Hormiguera, ya que, según Curiel, todos los que trabajan y viven en la casa se consideran miembros de un espacio con afinidad hacia el anarquismo y mantienen, una horizontalidad antihegemónica dentro de la que procuran ser personas sin alguien a quien admirar.

El sostenimiento y los libros

En La Hormiguera se cobra un precio “simbólico” de 5 mil pesos al año a las personas que vivan por fuera del barrio La Universidad y deseen sacar libros prestados. Para los habitantes del barrio es gratis el préstamo del material.

A pesar de ser un lugar presto para el servicio a la comunidad y de no tener ningún ánimo de lucro, La Hormiguera realiza actividades periódicamente para recolectar fondos que le permitan mantener sus puertas abiertas. Una de las más icónicas del lugar, y la primera que se realizó, es el ‘jueves de asado’, donde invitan a la comunidad vecina a que se reúna en la biblioteca y disfrute de una comida –con opción vegetariana incluida– junto a los habitantes de la casa. El aporte para el asado es voluntario y cualquier persona puede asistir.

Laura Peña Rodríguez, socióloga, trabajadora de La Cingla y miembro del colectivo feminista “La Juntanza”, dice que le hacía falta a Bucaramanga un lugar como La Hormiguera: “Este espacio es producto de toda esa ‘cosa’ que se está moviendo en lo colectivo en la ciudad. El único estímulo realmente es el encuentro y la posibilidad de hacer cosas colectivas”, comenta Peña Rodríguez.

Por otro lado, Michelle Pauline Bergsneider Mogollón, estudiante de artes plásticas y usuaria de la biblioteca, manifiesta que el hecho de que esta sea popular y esté abierta a todas las clases sociales amplía la experiencia de la lectura como forma de indagar nuevos mundos y generar conciencia a partir de lo que cada persona lee.

La Hormiguera cuenta con una colección de aproximadamente 850 libros, entre los que se destacan obras de literatura universal, historia, filosofía y sociología, además de una colección de literatura afrocolombiana y una de novelas históricas europeas.

Una de las principales consignas de La Hormiguera es que su colección latinoamericana y colombiana supere en número los volúmenes europeos y anglosajones de sus estantes. / FOTO ANDRÉS FELIPE LEÓN MAFFIOLD

A pesar de su filosofía popular de puertas abiertas, no cualquier volumen entra en sus estanterías. “Manejamos una selección crítica de lo que recibimos. No recibimos textos que puedan representar discriminación de cualquier modo, ese es un criterio importante”, añade Curiel Lozano.

Finalmente, aunque los usuarios sean en su mayoría estudiantes universitarios, este espacio es utilizado también por colectivos que aprovechan el carácter público de La Hormiguera para sus propios fines. En la casa se reúne un grupo de estudio de filosofía, todos los martes; el colectivo feminista “La Juntanza”, los viernes, y el grupo de abogados que conforman el Observatorio de Derechos Humanos de Santander, cuya cita es los miércoles cada 15 días. Todos con entrada libre.

Universidad Autónoma de Bucaramanga