Una movilización colorida, cargada de pancartas alusivas al respeto por la vida, por la tolerancia, por la igualdad y por la paz, la cual tuvo como punto de encuentro la escultura ‘La Gorda’ de Fernando Botero en el parque San Pío, se robó la atención de los transeúntes la tarde del sábado 25 de junio, tras una llovizna, horas previas al partido que disputaría la selección Colombia en los Estados Unidos frente al onceno de Chile.
Como si fuera una fiesta, los participantes se acercaron al lugar en compañía de amigos, hermanos, parejas y mascotas. Uno que otro curioso preguntó a qué hora llegarían los hombres altos, con pelucas y exceso de maquillaje, pues según decía siempre han sido el centro de atracción en este tipo de convocatorias.
Tal vez en su cabeza estaban las imágenes que suelen verse en televisión, en donde el carnaval o la festividad parecen robarle el verdadero sentido a la movilización de la comunidad Lgbti.
Pero esta vez no fue así. Las excentricidades se fundieron entre hombres y mujeres que lucían jeans, camisetas, pantalones cortos, faldas, zapatos deportivos y gorras. Lo que se escuchó fue una voz reclamante y cada vez más política, que permitió denunciar, las injusticias cometidas en Bucaramanga, Santander y el mundo contra esta comunidad, que es catalogada como minoría. Ese día salió a marchar la generosidad, la sinceridad, el amor pasional, la valentía, la creatividad, la intimidad, la clandestinidad, la estética. En resumen, la condición humana del ser homosexual.
Salieron a marchar aquellos que piden ser escuchados, pues reclaman lo que el resto de la sociedad tiene y que esa misma sociedad, como si fuera sus dueños, les ha impedido disfrutar y vivir a plenitud: el derecho a conformar una familia, a soñar con ser padres, a compartir bienes o simplemente, a caminar tomados y tomadas de la mano.
Como cualquier grupo de marchantes, fueron escoltados por personal de la Policía Nacional, la Cruz Roja Colombiana y la oficina de la Población Lgbti de la Alcaldía de Bucaramanga, que ahora participa de forma activa en la movilización. Sus voces se hicieron sentir, pues como muchos aseguraron “también son ciudadanos de primera clase”, hombres y mujeres que sueñan con un mundo mejor, que no quieren sentir miedo al entrar a un bar una noche de rumba, que buscan compartir sus ideas, su visión de mundo y el conocimiento que han adquirido con el paso de los años, pues muchos, para su pesar o para su dicha, han librado batallas que como lo recuerda para la historia Harvey Milk, le han demostrado al mundo que “ahora que nos conocen pueden ver que no estamos enfermos”.
Al unísono gritaban: “¡¿Por qué, por qué, por qué nos asesi- nan? Si somos la esperanza de América Latina!”. Mientras otros expresaban que para eso está la ley, para hacerla valer y para que el pueblo entienda que tarde o temprano, todo se trata es de una “convivencia pacífica como ciudadanos que desean construir una sociedad más justa”.
Al llegar a la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán’, se realizaron varios actos. En uno de ellos una joven le pidió a otra matrimonio. Al parecer la tomó por sorpresa, pero en medio de sonrisas y lágrimas, se comprometieron. Lo cierto fue que la jornada cerró con abrazos y aplausos, dejando en el ambiente un halo de esperanza que ojalá alcance, no un estado de plenitud, sino un estado de consciencia.
Fotos: Yesid Hazzas Elo
hazzaselo@gmail.com
*Reportero gráfico bumangués y colaborador del Periódico 15.
Texto: Xiomara Montañez M.
xmontanez@unab.edu.co