Volver a las historias de los libros “sagrados” es una constante de los novelistas. Autores de todas las latitudes han encontrado en estos libros la oportunidad y la inspiración para contar de manera innovadora la vida de aquellos personajes que han sido fundamentales para incrédulos y creyentes. Por ejemplo, Lagerkvist cuenta su versión de Barrabás; Saramago, de Caín y de Jesús; Twain, de Adán y Eva; Kierkegaard, de Abraham; y Savater, de Job. Como lectura indispensable, los textos sagrados no han dejado de cautivar a escritores y poetas, pues en ellos siempre se pueden hallar los valores, las pasiones, los vicios y los placeres más bajos o más magná- nimos de la humanidad.

El año pasado la editorial Alfaguara publicó “Sara” la novela más reciente del laureado escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Escrita con una prosa dinámica y un humor desbordante, esta obra nos regresa a tiempos remotos para narrarnos la historia de Sara, una mujer que vive y padece un entorno social enmarcado por el predominio del varón. Sin embargo, esta hermosa y deseada mujer no es presentada como un ser débil, sumiso y silente frente a su realidad. No es una mujer común y corriente, no es la que calla, no es la que sigue una y otra a vez a sus “amos”, como la oveja al pastor. Desde las primeras páginas podemos encontrar que ella será, con sus desacatos, irreverencias y burlas, el personaje central de la novela. Sara critica las decisiones siniestras y aniquiladoras de El Mago o El niño (“Dios”), cuestiona sus órdenes y se queja constantemente de la obediencia con la cual su esposo las acata.

Al cerrar el libro, notamos que Sergio Ramírez retoma y reconstruye uno de los relatos más populares del Tamud para presentarnos, desde su perspectiva, la historia de la esposa de Abraham. El narrador invade la intimidad de esta mujer para contarnos lo que ella piensa, para hacernos partícipes de su sensibilidad femenina y que, de este modo, podamos disfrutar de sus respuestas en las que emana, pura y divertida, la ironía mordaz y directa.

Sara es una mujer que lucha por su propio bienestar y por cumplir sus deseos, así tenga que ir en contra de los designios divinos y de las decisiones de su esposo. Además, se enfrenta a la cotidianidad de una época que la relega, la vende, la esclaviza, la doblega y la humilla. Ella intenta evitar el destino trágico como lo hicieron en otras épocas Antígona, Penélope y Emma Bovary.

No se trata de que la novela del escritor nicaragüense sea un panfleto publicitario en contra del hombre y a favor de la mujer. Se trata de una narración en la que confluye el relato histórico, el intimismo y la reconstrucción ficcional. Se trata de un personaje con muchas preguntas y algunas respuestas, con aciertos y equivocaciones. Por este motivo, quienes “caminamos” junto a Sara por aquellas tierras áridas y peligrosas de Ur, Gerar, Hebrón, Sodoma, Gomorra y Canaán entendemos que a veces los humanos determinan su propio futuro y que no todo está escrito. En este bello relato, la sensibilidad y la fortaleza femenina nos envilecen y nos honran con su presencia. No obstante, su padecimiento emocional, físico y psicológico nos hace inclinar la cabeza y nos avergüenza, sobre todo cuando al reflexionar debemos aceptar que entre la realidad y la ficción los límites se trasponen. Franz Kafka escribió que “la literatura es siempre una expedición a la verdad”. Así pues, los lectores de Sara viajamos al pasado para recordar una verdad: la Historia de la Mujer es una de las historias más trágicas de la comedia humana.

*Docente del Programa de Literatura Virtual de la UNAB

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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