El Embalse Topocoro, la cuarta hidroeléctrica con mayor capacidad instalada en el país, único en el departamento, tiene una extensión aproximada de 7 mil hectáreas y su capacidad de almacenamiento de agua alcanza un volumen de 4.800 millones de metros cúbicos.

El vertedero es la estructura que permite evacuar el agua cuando hay una creciente y llega al límite de la capacidad del embalse. Este muro divide las zonas geográficas colindantes con la represa. Río arriba se ubican los municipios de Girón, Zapatoca, Betulia, Lebrija, Los Santos y San Vicente de Chucurí. Río abajo en el Magdalena Medio se encuentran Barrancabermeja, Puerto Wilches y Sabana de Torres.

Rodolfo Laiton vive hace 55 años en Betulia (Santander) y actualmente trabaja en vinculación con la alcaldía de este municipio porque según dice, la pesca artesanal en la región ha disminuido considerablemente y ya no es viable vivir del pescado. “Hace 50 años el río era nuestra empresa, él no nos pedía recomendaciones ni carta laboral; allí era donde usted diariamente se buscaba el sustento de su familia y verdaderamente nos daba de comer a personas de esta región. Nosotros nos hemos sentido perjudicados porque la pesca no es la misma”.

Antes de ser implementado el vertedero, el criadero de pescado del río Sogamoso estaba aguas arriba y bajaba hacia las zonas del Magdalena Medio, pero por el muro no hay una migración espontánea de los peces. Además, en esos sectores no existe un semillero independiente para la población. De acuerdo con un censo realizado por la empresa propietaria de la hidroeléctrica, Isagén, aguas abajo se estableció que hay un total de 957 pesca dores de los cuales el 57 % se dedican a la actividad de forma permanente y es su principal fuente de sustento.

Laiton asegura que “en 1980, al río Sogamoso venía gente del Llanito, pescadores de todas partes y se podían contar 300 canoas y cada canoa bajaba hasta con 400 pescados todos de medida de 500 a 1.000 gramos, pero hoy día un muchacho que se va a pescar saca 15 o 20. Por eso es que el trabajo ha ido disminuyendo en un 80% para todos aquí en este sector”.

Los pescadores se pronuncian

En las veredas La Playa y Tienda Nueva ubicadas en Betulia, los nuevos y antiguos pescadores han formado asociaciones para pactar proyectos que mejoren la calidad del trabajo y presentarlos ante la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, Aunap. Se presentará la idea de hacer pozos artesanales, la siembra de pescado en geomembrana (almacenamiento de aguas limpias) y la compra de una finca para emplear a pescadores, agricultores y laborar mancomunadamente con la población de esas veredas, pero no se sabe quién financiará el proyecto que está avaluado en aproximadamente 250 millones de pesos.

En la parte baja del río en municipios como Barrancabermeja, Puerto Wilches y Betulia se han instalado 11 asociaciones de pescaderos como Asopesamm, Asociación de Pescadores Artesanales del Magdalena Medio y Apall, Asociación de Pescadores y Acuicultores de la Ciénaga El Llanito.

Sin embargo, la Asociación de Pescadores Artesanales de Tienda Nueva, Asogamoso, ha intervenido en la situación considerando que este es un problema de todos porque “aguas abajo se mató el río; ya no da para vivir de pesca, primero porque está muy barato, la talla muy pequeña, el bocachico y el dorado que es lo que pescamos no crece debido a que no cumple su ciclo normal”, afirma Wilson Carvajal, presidente de esta entidad.

Desde Betulia se ha instalado un grupo de trabajo llamado la mesa de Betulia donde el alcalde del municipio, Jonathan Rodolfo Díaz Quintero, es garante y representante de los pobladores para crear soluciones en torno a la problemática. “Los que vivimos cerca de la represa ya no podemos explotar material, lo que era la arena y la piedra porque eso lo bajaba el río, hoy en día el sedimento es escaso y si usted saca lo que está en la orilla acaba con esta, se mete al caserío y no se puede debilitar esa franja”, indica el presidente de Asogamoso.

La agricultura se ve afectada

Tierras agrícolas por naturaleza como Trigueros, Pujamanes y Capitancitos también se han visto afectadas por los llenados de la represa aguas abajo. José Vicente Mora, pescador y agricultor de la vereda La Playa, afirma que “estábamos sembrando allá en la tierra que era del Fondo Ganadero de Santander, Fogasa, sacábamos plátano, yuca, maíz y resulta que con la apertura de las compuertas eso acabó con todo, es supremamente escalofriante, ha barrido con animales, casas, personas, cultivos eso es una afectación donde no hay resarción de daños”.

Abiertas las cuatro compuertas los terrenos quedaron inundados y según cuenta Mora los cultivos duraron más de dos meses bajo el agua y con todo el tiempo que duraron allí se perdió la siembra. “Inclusive allá hay unos vecinos que han sembrado a orillas de la presa y cuando hubo el llenado la arborización botó un gas metano, quemó la agricultura y de una vez desplazó toda esa gente inclusive los cacaoteros se vieron afectados”. Otra de las preocupaciones de los agricultores es la falta de infraestructura para llevar los productos al comercio y la escasa competitividad en la región.

El turismo en el embalse Topocoro

En El Tablazo, sitio turístico del río Sogamoso en la parte alta, vía San Vicente de Chucurí, el panorama cambia, la pesca en la zona disminuyó, pero el turismo se está posicionando de manera considerable. El pasado 14 de septiembre el gobernador de Santander, Didier Alberto Tavera Amado, anunció la implementación del nuevo Plan de Ordenamiento del Embalse, POE, de la Central Sogamoso, con el fin de determinar los usos y la regulación de este, así como la ubicación de puertos debido a que se estaban presentando actividades ilegales, la instalación de transporte y parqueaderos informales.

Este es el primer plan de ordenamiento del país que se rige sobre un espejo de agua y se han presentado inconformidades con la población que allí vive, “antes de iniciarse el proyecto mandaban ingenieros por las veredas para darle una capacitación a todos los presidentes de la junta de acción comunal para que oyéramos cuál era el beneficio de la represa, los derechos que teníamos sobre el agua, que nos iba a servir como fuente de transporte, que teníamos derecho al turismo, pero ahora, ni dejan a los animales beber el agua porque están cercando todos los predios para privatizar la represa”, afirma “El diablo”, un pescador que lleva cuatro años en la zona de El Tablazo y pide la reserva de su nombre.

Seis años duró la construcción de la central hidroeléctrica con una inversión de 4,3 billones de pesos los cuales 770.000 mil¬lones de pesos cor¬re¬spon¬den a las obras de susti¬-
tu¬ción de infraestructura. /FOTO LINDA DAYANNA SÁNCHEZ

Las actividades que se pueden realizar en el cuerpo de agua son la pesca artesanal, el turismo de naturaleza, el ecoturismo, los deportes náuticos, se implementará la vigilancia de la Policía Nacional y un centro de atención interinstitucional.

“Nosotros pescamos con mallas de 13 centímetros que capturan pescados de 750 gramos y 1.000 gramos, pero no la semilla del pescado, por eso no nos deben decomisar nuestras mallas y lo hacen. Además, como alternativa estamos trabajando con el turismo y las lanchas tienen todos los requisitos que exige el gobierno en el transporte fluvial, los pilotos tienen su licencia, cumplen con las normas y el turista tiene sus implementos de seguridad”, asegura “El diablo”, dueño de una de las lanchas turísticas.

Por otra parte, la dinámica del río (cauce), el desequilibrio de especies, más peces devoradores c o m o la Mojarra Negra y los cambios en la calidad del agua son las alteraciones que se han presentado en la represa desde sus inicios.

Mario Guarín Tarazona, pescador de El Tablazo, reitera que meses atrás en promedio la subienda del bagre rayado o el barbudo permitía que más de 70 personas trabajaran del pescado en esa zona, pero ahora menos del 60% sale a pescar. “Hay muchos peces que se están muriendo producto del cambio climático, del agua, allí por la quebrada de Pujamanes toda esa semilla de pescado se muere, pero no es nuestra culpa, se debe a la falta de oxígeno del animal”.

 

 

Por Linda Dayanna Sánchez F.

lsanchez348@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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