Por Ricardo Jaramillo P.
rjaramillo2@unab.edu.co
La pluma de Ricardo Silva Romero se ha enfrascado en variados géneros: poesía, biografía, infantil y juvenil, ensayo, cuentos, dramaturgia y por supuesto, novela. En total, 22 libros que, sumados a las innumerables columnas de opinión y textos periodísticos publicados en los principales medios del país, demuestran que este escritor bogotano es uno de lo más prolíficos del país.
En 2007 fue elegido por la organización del Hay Festival de Cartagena como uno de los 39 escritores menores de 39 años más importantes de Latinoamérica. Hoy, a sus 45 años recién cumplidos (14 de agosto), afirma que su interés al escribir es que “cada día haya más y más lectores”.
Sus libros más recientes son Historia oficial del amor (2016), Cómo perderlo todo (2018) y Río muerto (2020), los dos últimos tendrán su espacio en la versión 2020 de la Feria del Libro de Bucaramanga, Ulibro. 15 dialogó con el escritor bogotano acerca de su obra y su participación en la Feria.
¿Por qué leer?
Porque leer prepara para leerlo todo, para seguir adelante, para enfrentar lo que se vive, para ejercer la compasión, para vivir lejos de las trincheras y de las posiciones ya resueltas. Se lee para dudar. Es importante leer porque no es parecido a ningún otro ejercicio artístico. No es lo mismo leer que escuchar música, plantarse frente a un cuadro o ver una película, es un ejercicio hacia dentro, un ejercicio de articulación de las voces interiores, de las sospechas, de las preguntas, de las intuiciones. De verdad que no hay otra disciplina aparte de la lectura de literatura que empuje tanto a la solidaridad, a la compasión, a la comprensión de los demás como misterios.

una vocación en sus lectores para armar redes de gente que lea y recomiende libros”, sostiene Ricardo Silva Romero. / FOTO ARCHIVO 15
En Historia oficial del amor, habla de las tragedias nacionales desde la óptica familiar; luego, en Como perderlo todo, se inclina hacia la ficción para hablar del poder de las redes sociales, y ahora en Río muerto aborda la violencia de una forma cruda. ¿Cómo escoge la temática de sus libros?
Más que las temáticas de los libros, a mí me compromete con una novela su investigación, su misterio, sus personajes, muchas veces el mundo que van a documentar. En el caso de Historia oficial del amor el mundo a documentar es mi propia familia sobreviviendo a los tiempos difíciles de Colombia; en Cómo perderlo todo, todas esas parejas que sobreviven al mundo del año 2016, y en Río muerto, esa familia que sobrevive o se le planta a la violencia de ese pueblo que se llama Belén del Chamí. Entonces más que los temas, me empujan los mundos a documentar, los personajes a retratar que se van convirtiendo en investigaciones, en terapias, en retratos y autorretratos que me van revelando cosas de mí mismo, es muy probable que me meta en las novelas porque algo estoy resolviendo de mi propia vida.
Tragedias, matrimonios que se terminan, violencia… ¿Se podría decir que sus obras son pesimistas?
Podría decirse eso de mis obras, pero creo que se puede decir cualquier cosa de cualquier obra y a mí no me gustaría pelear con esa visión de lo que hago porque me parece que mi oficio no es ese, es decir, mi oficio es escribir libros y lograr que las reacciones vayan desde el desprecio hasta la fascinación, desde la incomprensión hasta el apoyo total y entonces por supuesto que podría decirse que son pesimistas. Yo no soy pesimista, ni creo que las historias terminen de tal modo que la conclusión sea que la vida no tiene sentido o que no tiene solución. Me parece que en Historia oficial del amor justamente se asiste al retrato de una familia que sobrevive a los tiempos difíciles; Cómo perderlo todo muestra lo duro que es vivir pero lo posible que es, y Río muerto es la historia de un ahogo que termina en un respiro.
En Cómo perderlo todo usa un estilo de narración particular, el de conectar las historias de los personajes cada vez que se encuentran, como ensartando cuentas en un hilo. ¿Cómo fue ese proceso de escritura de este libro, que a todas luces debió ser bastante complejo?
Todas las novelas son particularmente complejas de escribir, las que parece que van a salir de manera fácil terminan siendo exigentes. Es cierto que este libro tenía por delante una construcción muy precisa, una relación constante entre lo que sucedió en el 2016 y las historias de estas parejas, pero finalmente también tenía una fortuna ese método que era el de experimentar con cada historia, con cada personaje, el de meterme en cada mundo, y entonces tenía libertad en medio de todo.

Autogol, Érase una vez en Colombia, Historia oficial del amor y
Cómo perderlo todo. / FOTO ARCHIVO 15
A propósito de Cómo perderlo todo, en Ulibro usted protagonizará una actividad no vedosa: “Lectura en voz alta”. ¿Cuál será la dinámica de esta presentación?
Haremos lo mismo que en la Feria del Libro de Bogotá cuando leímos Historia oficial del amor. Esta vez empezamos antes de Ulibro (el martes 18 de agosto) y finalizaremos el jueves 24 de septiembre. Esto se hace todas las noches a las 9. Es algo satisfactorio, porque se trata de una novela sobre otro año bisiesto (2016), una novela sobre momentos muy duros para toda la sociedad y creo que vale la pena leerla en voz alta para reunir a las personas que hicieron parte de la lectura de Historia oficial del amor.
También presentará su obra más reciente, Río muerto. A partir de algo que le contaron en un trancón, usted describe la dramática situación de los últimos años en Colombia. ¿Por qué enfrentarse a una historia como esta?
Presentar Río muerto para mí es importante porque podré cumplir una promesa que le hice a una familia de víctimas que no solo contó su historia, sino que me invitó a convertirla en novela. Asumí el reto, hice la promesa y siento que la cumplo cada vez que presento esta obra. Me enfrento a una historia como esta, como me he enfrentado otras veces a historias de nuestra violencia, porque repito, es una promesa que hice, porque por supuesto desde todos los campos de mi trabajo, desde las columnas de opinión que he tenido, desde todos los artículos que he escrito, desde las novelas y los cuentos, nuestra violencia siempre ha sido un tema fundamental, una violencia que ha hecho parte de nuestras familias y entonces debió ser impactante cuando me contaron la historia hasta el punto que no vi otra alternativa que escribirla, me obliga a presentarla con el mayor rigor y la mayor convicción de todas las novelas que he presentado, porque creo que tenemos que redoblar esfuerzos porque la violencia se recrudece día por día.
“Mi oficio es escribir libros y lograr que las reacciones vayan desde el desprecio hasta la fascinación, desde la incomprensión hasta el apoyo total”.
Alguna vez un comediante dijo que en este país se lee tan poco, que si tuviéramos el poder de leer la mente, no leeríamos más de una al año, pero el Dane (Departamento Nacional de Estadística) habla de que los colombianos leemos 5,1 libros al año. Desde su óptica como escritor, ¿cuál es el panorama real de los lectores en Colombia?
Creo que los datos del Dane no dejan de ser importantes para las investigaciones, para las metas,para lo que les propone el Estado a sus ciudadanos, pero en mi caso como escritor realmente lo que quiero ver o a lo que quiero contribuir es a que haya cada vez más y más lectores. Creo que las cifras son importantes para los estudios, para reformar las metas, para replantearse las estrategias, pero a uno como escritor le corresponde escribir lo mejor que puede y crear una vocación en sus lectores para armar redes de gente que lea y recomiende libros y vaya de unos libros a los otros, como sucede cuando alguien se convierte en un lector.

VIRVIESCAS GÓMEZ.
¿Qué piensa de los libros digitales?
Creo que son valiosos, importantes, tienen sus propios lectores, no creo que les “roben” lectores a los libros impresos. Son una manera clara de llegar a lectores que de otro modo no podrían acceder a las publicaciones que uno propone. Hay que dejar de pelear con ellos, considerarlos una suma y no una competencia; es decir, la gente no va a dejar de leer libros físicos por empezar a leer los digitales. Yo mismo leo en el teléfono o en el computador los libros que no puedo conseguir rápidamente, y eso no me aleja en ningún momento de los libros impresos a los que siempre vuelvo con mucha felicidad por que son objetos inmejorables.
¿Puede anticipar de qué tratará su próxima obra?
En este momento estoy trabajando en tres borradores. Uno que tiene que ver con ciclismo, otro relacionado con otra historia que supe y que esta vez me prometí a mí mismo contar, y uno más que ya está terminado y que en estos días estoy corrigiendo; es un libro que habla de diferentes épocas de la historia y que me tiene contento con lo que va ocurriendo con él.
Si en sus manos estuviera “obligar” a los colombianos a leer un libro. ¿Cuál libro sería?
Por supuesto que en la pregunta la palabra “obligar” está entre comillas, porque obligar a leer suele ser un contrasentido y un error, y me consta porque cuando fui profesor y vi que a algún alumno lo castigaban con alguna lectura, pues me di cuenta del error tan grave que es relacionar la literatura con el castigo. Pero si me tocara “recetar” un libro para todos los colombia nos, sería La vorágine (de José Eustasio Rivera) sin dudarlo, porque es un buen prólogo para todo lo que sigue en la literatura colombiana.