
Por María Lucía Bayona Flórez
mbayona560@unab.edu.co
En la Universidad de Santander (Udes) llevan a cabo un estudio acerca de la hormiga culona, cuyo objetivo principal es la búsqueda de los péptidos antimicrobianos que secreta el animal para determinar si tienen la capacidad de matar virus, parásitos, hongos y bacterias, específicamente si pueden combatir los genes de los microorganismos más resistentes que son las causantes de la mortalidad por enfermedades infecciosas. Todos los seres vivos poseen esta sustancia y es expulsada por el organismo cuando siente que está expuesto a algún germen.
Para ello trabajan en alianza con la Universidad del Quindío bajo la financiación de Colciencias desde octubre de 2018. Tomaron como muestra cinco hormigas de la especie Atta laevigata, que es la que se consume tradicionalmente, en mayo del año pasado cuando estaban en época del vuelo nupcial, lo que significa que salían de sus respectivos hormigueros. Fueron cazadas en la reserva Color de Hormiga de la Vereda San José Alto de Barichara.
“Eso no es para un proceso de curación, es simplemente una sustancia natural que puede ser modificada para eliminar microorganismos”, pues no pueden asegurar que existen curas como tal ya que para ello se necesita otro procedimiento más extenso, afirma la docente e investigadora Juanita Trejos Suárez, líder del “Proyecto 573: identificación y estudio de la actividad de un péptido antimicrobiano de Atta laevigata (hormiga santandereana)”.
De acuerdo con los investigadores, en Santander hay cuatro tipos de hormigas arrieras, que son las Siquisapa, la Zampopo, la Hormiga santandereana y la Colombica, pero se escogió la santandereana por ser emblema del departamento y por los pocos estudios que hay sobre ella. Además, por poseer un tamaño que facilita la manipulación de su material genético. Así mismo, porque al ser la hormiga reina, vive hasta 20 años. “Esto significa que tienen un sistema inmunológico que les permite enfrentar diferentes agentes patógenos en el transcurso de su vida”, expresa Cristian Augusto Campos, bacteriólogo e investigador auxiliar del proyecto. Otro motivo es porque todo el tiempo está expuesta a un hongo cultivado por ella del que se alimenta durante su existencia.
La culona sale del hormiguero para buscar el único alimento que ingerirán los miembros de la colonia. Al ser de la especie ‘cortadora de hojas’, con sus mandíbulas troza circularmente las plantas aéreas como del mango o aguacate y las mastica, humedeciéndolas con saliva y gotas fecales para así generar un hongo llamado Leucoagaricus gongylophorus. Este cultivo, cuyo aspecto es como de una esponja, crea jardines subterráneos que alcanzan hasta un metro de longitud horizontal. “Ellas mantienen el contacto con este hongo, por lo tanto, su sistema inmune le permite estar preparada para evadir infecciones micóticas”, señala.
Esto da paso a creer que puede ser una fuente de compuestos químicos antimicrobianos y una posible candidata para que sea usada en fármacos. Actualmente se encuentran en el proceso de clasificación de los péptidos, luego se enviarán a la Universidad del Quindío para que sean sintetizados y así proceder con la realización de las pruebas en el laboratorio. Los resultados de esta investigación deben ser entregados a Colciencias en abril de 2021.
Trejos afirma que “especular hace que la gente crea que al comerla ‘tostada’, también puede curarle enfermedades y que no va a necesitar antibióticos porque comiendo esta hormiga se van a sanar. Y eso es falso”.
Las creencias
Sin embargo, hay diferentes creencias tradicionales en cuanto al uso medicinal que giran en torno al consumo de este insecto. Por ejemplo, en la década de los 50 del siglo XX era considerada como algo afrodisiaco, pues se le han atribuido características de mejoramiento en potencia sexual; popularmente se dice que ayudan con dolores articulares. Según el historiador Andrés Manrique, los guanes machacaban las hormigas y formaban cataplasmas para usarlas en el ombligo y así aliviar el dolor de estómago.
El agricultor José Acevedo ha vivido siempre en Los Santos, y expresa que su abuela le contó que la hormiga era usada para tratar la diarrea. Le quitaban las mandíbulas, las alas y las patas, la trituraban y la ingerían cruda. Era principalmente para los niños cuando no tenían acceso a los dos médicos que había en el pueblo hace más de 40 años.
Pero esta no es la única investigación que se le ha llevado a cabo a este ser vivo. En el año 2004, el estudiante de química de la Universidad Industrial de Santander, Elkin Darío Rueda, hizo su tesis de grado llamada “extracción y análisis de ácidos grasos presentes en la hormiga “culona” (Atta laevigata)”.
En este proyecto se determinó la composición de ácidos grasos precisamente saturados e insaturados de esta especie, la cual fue comparada con aceites comerciales de origen vegetal como el de girasol, oliva, soya, cedro y palma.

De acuerdo con el documento, el motivo principal de esta investigación se dio debido a que la hormiga se caracteriza por poseer un gran abdomen lleno de huevos, y por ser consumida en Santander como un plato típico. Allí se encontró que la culona posee un contenido alto de grasa insaturada y es una fuente natural autóctona de ácidos grasos de este tipo.
Si bien la hormiga es un manjar para los santandereanos y turistas, cabe recalcar el potencial que poco a poco se ha identificado en este insecto. Más allá de ser un patrimonio cultural y un símbolo turístico del departamento, es pertinente seguir explorando su composición para que, además de ser adquirida en bolsitas en algún peaje de Santander a 10.000 pesos, las personas se apropien de todas las características que tiene la culona como un elemento valioso en todos los campos del conocimiento.