Por: Henry Nicolas Suarez Díaz
Las campañas políticas en Colombia son una tradición y tienen su propio ritual. Incluso, para que las reuniones políticas sean “completas”, se reparte el conocido e infaltable refrigerio o como se conoce en otras regiones: merienda u onces. Este es el incentivo que motiva o engancha a las personas logrando que permanezcan entre una a dos horas de su tiempo escuchando a candidatos y candidatas. El resultado es el mismo: quedan con el estómago lleno. Este es el ejemplo de José Manuel Lozano, asistente a uno de los eventos del candidato a la cámara Luis Eduardo Díaz: “yo únicamente vengo por la comida, es lo que me gusta de esta época de elecciones”.
La lechona, aquel animal que cuando se cocina queda de color cobrizo y se puede servir con cojín o cabeza, es un ejemplo. Cuando se reparte en el evento se reconoce que es un político con poder y dinero, debido a que es considerado un “lujo” en estas reuniones. Más aun con los precios por las nubes que tienen hoy los alimentos.
El barrio La Feria, ubicado al noroeste de la ciudad de Bucaramanga, es la “casa de las lechonas en Santander”. De allí sale, desde un pedido muy pequeño hasta uno muy grande para cientos de posibles votantes. En esta época su venta incrementa entre un 30% y 40%, según cuenta Carlos Uribe, lechonero con más de 15 años de experiencia en la región.
Lo primero es conocer los precios de este plato de origen español importado en la época de la colonización: una lechona para 80 personas puede costar $400 mil pesos y para 100 personas, hay que sumarle $100 mil pesos más.

Pero algunos votantes hambrientos, no saben que este alimento está maldito. La Biblia en el antiguo testamento, en las leyes del pacto que Dios expuso a Israel, específicamente prohibió a los israelitas que comieran carne de cerdo con la siguiente frase de Levítico 11: 7:También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. ¿Los católicos, cristianos y todos los creyentes en La Biblia se preguntarán si están cometiendo algún pecado?
Adicionalmente, en las reuniones de los políticos no todo es comida, también es importante referenciar la publicidad para los asistentes, los panfletos, camisetas, gorras, lapiceros y cartillas, que en varias ocasiones terminan en paseos de río, en partidos de fútbol o simplemente en la basura. Si nos vamos con la norma, encontramos que en la resolución 0227 del 29 de enero de 2021 se fijaron los límites de gastos que pueden hacer en campaña. Pero en la práctica, las cifras, que hablan de miles de millones, no se respetan, porque el dinero inunda los comercios de camisetas, gorras y demás. Esto, les conviene a los que confeccionan, porque sube los pedidos y, sin importar partido político, ellos trabajan.
Por ejemplo, los costos de las gorras estampadas están en un aproximado de $1.500. Así cobró la empresa Deportivos Coronel de Bucaramanga por hacerle publicidad al precandidato a la presidencia Alejandro Char. Reynaldo Coronel, dueño del lugar, dijo: “las campañas electorales para nosotros son la temporada alta. Yo tengo mis preferencias políticas, pero esas las dejo para las urnas, porque en el trabajo, yo me esfuerzo para que todo quede bien hecho. Ahí no me importa si las gorras son para Petro, Char o Rodolfo, por ejemplo. Yo debo cumplirle al cliente, así esté en la otra orilla política”. También está el costo de uniformes para jugar una “recocha” de fútbol, si tiene la publicidad del Partido Liberal se venden por un valor de $20 mil pesos cada uno, una valla publicitaria $550 mil pesos y un carro valla que recorre las calles de la ciudad $180 mil pesos el día.
Sin querer queriendo, la época electoral dinamiza la economía, el punto aquí es saber si los que lleguen a ocupar los puestos de elección popular, una vez en propiedad, no recuperarán su dinero invertido afectando al pueblo que los eligió. Por ahora, los tarjetones están listos y esta contienda electoral, como es tradición, viene en combo: acompañada de lechona y gorras. El mismo domingo sabremos si la lechona triunfó o la gorra ganó.