Autocrítica, humorística, pero sobre todo, embaladora. Esa es la esencia de la obra de Santiago Rueda Fajardo Caminar, quien el 11 de julio en La Casa del Libro Total realizó el lanzamiento del libro “Una línea de polvo. Arte y droga en América Latina”, texto que ganó el ‘VI Premio de Ensayo Histórico, Teórico o Crítico’ sobre el campo del arte colombiano, organizado por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño en 2008.
El arte logra hablar casi que de cualquier cosa y la droga ha acompañado al país desde hace mucho tiempo, así surgió la idea de unir ambos conceptos. El autor recuerda que alcanzó a vivir en la Colombia sin el problema de las drogas, pero igual reconoce que ningún colombiano puede escapar a ese pasado que ha traído tanto dificultades como sufrimiento. El bogotano lo ve como una enfermedad a la que quiere contribuir a curar, no porque la droga sea buena o mala, sino porque la manera como se ha abordado el tema ha sido errada.
El 12 de julio el curador de arte independiente e investigador en arte contemporáneo, termina de echarle una última mano a sus colegas con la muestra antes de presentarla al público bumangués. A las 6:30 p.m. se realiza la apertura en la sala de exposiciones del Instituto Municipal de Cultura y Turismo, IMCT. Después con transporte gratis, a las 8:00 p.m. el recorrido continúa hacia la sala Macaregua de la sede Bucarica de la Universidad Industrial de Santander, UIS, institución de la cual fue expulsado su padre por revolucionario.

Viste desenfadado. Camiseta negra, pantalón dril y tenis. Es amable. Y aunque falla en cada intento de dibujar una sonrisa frente a las cámaras, se le ve emocionado. No es el único de su familia interesado en las artes. Es hijo de una historiadora de arte y un sociólogo. Es la primera vez que presenta la obra en la tierra natal de su padre, por eso siente que regresó a sus orígenes. Tiene primos dedicados al arte, uno de ellos dirige la editorial ‘La Silueta’ en Bogotá, y espera que sus sobrinas también sean artistas.
Desde que tiene uso de razón le gustó el arte. Siempre dibujó, se interesó por los cómics, las imágenes, la música y la historia. Estudió Artes en la Universidad Nacional. Luego de formarse como artista, de hacer grabado, pintura y escultura, terminó dedicándose a la docencia de arte durante diez años. Le apasiona trabajar con jóvenes, no porque sean arriesgados, puesto que a veces resultan ser más conservadores creyendo que son innovadores, pero sí porque la esencia simple de la juventud es la vitalidad, la posibilidad de ver las cosas con lucidez y quizá de verlas por primera vez. Esa frescura.
Escribió dos libros. Nunca pensó en ser curador, el trabajo lo encontró a él y no al contrario. Empezó en programas de arte joven con la Alianza Francesa, Colsanitas, la Cámara de Comercio de Bucaramanga y la Feria de Arte, Artbo. Así unió sus dos áreas de trabajo, haciendo que sus libros se correspondan con sus curadurías y que sus investigaciones históricas en fotografía también dieran como resultado exposiciones.

La motivación para la creación de nuevas obras la encuentra en lograr que el pasado sea entendido y valorado. Como artista se ha interesado por temáticas relacionadas con el conflicto armado del que nació la exposición llamada: “Una respuesta rápida”, también sobre la megaminería del que nace: “Desminado”, y por supuesto, el tema de la droga que considera importante como colombiano, esa misma historia a la que describe como “trágica” ha sido a la que más tiempo le ha dedicado y el proyecto que más ha disfrutado.
Para él, el rol que debe cumplir un artista actual es ser honesto, querer su trabajo y querer comunicar. “Los que comunicamos como profesión, debemos hacerlo con humildad y generosidad. Dar una experiencia placentera y brindar conocimiento al espectador. Hay que pensar en los demás”. Es así, como lo gratificante de hacer arte ha sido conocer a los artistas, hacerlos parte del proyecto y convertirlos en cómplices del mismo.
Por Johana Guzmán
lpacheco241@unab.edu.co