Desde hace más de 400 años el mundo de la literatura y de la dramaturgia ha disfrutado y vanagloriado las obras de William Shakespeare. Nacido en Strafford, una pequeña villa al sur de Inglaterra, el autor nunca ha estado en el lugar de los olvidados, de los que el tiempo parece borrar poco a poco. Tragedias como “Hamlet”, “El rey Lear”, “Macbeth”, “Otelo”, y comedias como el “Mercader de Venecia” y “La Tempestad” demuestran la genialidad sombría y terrible de un hombre capaz de presentar las perversidades humanas, sus aberraciones, sus ambiciones y sus peores sentimientos. Hace algunos años, la editorial española Folio reimprimió y publicó dos de las mejores tragedias shakesperianas: “Macbeth” y “El Rey Lear”.

Con una excelente traducción de Miguel Ángel Conejero, el libro presenta acotaciones escénicas y cronológicas. Mientras disfrutamos de que quiere recuperar el amor de Mariana, su exnovia, pero ella ha decidido casarse con René, primo de Willington, a quien le quedan ocho días para evitar el matrimonio; entre tanto, René tratará de reunir el dinero suficiente para poder realizar su boda en el entorno de un proceso de desmovilización de un grupo armado ilegal, hecho que pondrá en peligro su vida. Puede afirmarse que ‘Pariente’ es la primera película de ficción con sello 100% santandereano, debido a que su director es santanderano, los actores son su potencia narrativa, y sufrimos las decisiones de reyes, condes, nobles, damas y generales, las notas a pie de página nos permiten entender con más precisión el universo dramático.

En “Macbeth” nos encontramos con una historia en que el deseo de poder y ambición transforman a un hombre valeroso y honorífico en un asesino despiadado y sanguinario. Junto a su esposa, este personaje lleva el horror de la codicia humana a sus últimas consecuencias. Para mantener su trono es capaz de asumir el asesinato como una estrategia válida y eficaz. Sin embargo, esto no quiere decir que sus actos no tengan consecuencias. Mientras avanzamos en la lectura, notamos que el poder adquirido se convierte en un cuchillo que corta gargantas pero que, también, rebana la cordura y tranquilidad del propio Macbeth. Sus acciones lo trastornan y lo enloquecen de tal manera que su peor castigo no es la muerte, sino saber que el destino ya está dispuesto en su contra. El veloz y fuerte general lo pierde todo: la gloria y el respeto, alcanzados por las hazañas del pasado; su amada esposa y el trono de Escocia. En cuanto a “El rey Lear”, la historia no es la de un hombre que pretende el poder, sino la de uno que se lo entrega a sus hijas: herederas del trono.

Estamos frente a un rey intransigente incapaz de advertir y aceptar sus propios errores. Lear nos demuestra que no siempre razonamos para ser justos y que no siempre la experiencia es sabia en sus decisiones. De manera involuntaria, podemos desencadenar acciones dolorosas para nuestros seres más amados y, al mismo tiempo, beneficiar a aquellos que desean causarnos heridas mortales.

En estas dos tragedias reconocemos que los seres humanos guardamos semillas de maldad en algún lugar de nuestra alma o de nuestro corazón; semillas que germinan solo con algunas gotas de odio, avaricia, venganza o temor. Sin duda, en sus páginas está descrito con gran vitalidad poética lo que callamos y escondemos, y que fácilmente se transforma en horror. Shakespeare escruta las ideas de los hombres y expresa con claridad la variedad de contornos humanos. Sus dramas son poesía, y la poesía, en sí misma, adorna lo más bello o lo más terrible de nuestras consciencias.

Por Julián Mauricio Pérez G.*
jperez135 @unab.edu.co

*Docente del programa de Literatura
Virtual y del Departamento de Estudios
Sociohumanístico de la Unab.

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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