Tras una convocatoria realizada en septiembre de 2017 por el Centro Cultural del Oriente y el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), se dio inicio al proyecto ‘Teatro Verde’, que consistía en pintar 3.600 metros de pared, repartidos entre el Parque Extremo del barrio San Martín y las bases del viaducto García Cadena, plasmando en los muros una temática ambiental.

Del grupo de 53 convocados para realizar esta labor, dos de ellos han sobresalido durante el proceso artístico por su compromiso social, no solo con el sector si no con la ciudad: Daniel Gómez Cuadros, de 19 años, quien después de ocho de experiencia dando pinceladas, logra vivir de su arte, y Pablo Antonio Hernández, un pintor más conservador, de 45 años, quien ha dibujado desde su infancia en el barrio que lo ha visto crecer, San Martín.

La mano joven
Gómez Cuadros decidió salir de la rutina habitual en restaurantes, almacenes y eventos para volver al lugar donde años atrás pasaba su tiempo practicando skateboard o montando patineta. Esta vez, regresó a plasmar sus dibujos en los grandes lienzos de concreto o bases de los primeros carriles del viaducto García Cadena.

Desde que comenzó su carrera artística siempre ha querido pintar objetos o personas gigantes. “Esta es una gran oportunidad para mostrarle a la gente de lo que soy capaz y todo mi talento. Hoy estoy pintando 20 metros, una columna con más de ocho pisos de alto, eso es reconfortante”. Así describe su experiencia luego de ser seleccionado para el proyecto Teatro Verde.

La creatividad, el mensaje del boceto y la trayectoria artísticas fueron los tres elementos que la organización del proyecto tuvo en cuenta a la hora de seleccionar a los artistas. Cuadros fue categorizado como uno de los tres profesionales avanzados entre las más de 50 personas que se presentaron en la convocatoria.

Frente a esto el pintor afirma que no deja de preguntarse si sigue o no en este oficio. “La verdad es que cuando me vi en la lista, me sentí realizado, ha sido difícil, me he tenido que esforzar mucho, pero poco a poco todo se me ha dado. El año pasado pintaba paredes de cuartos y este año estoy pintando un puente, creo que ese hecho lo dice todo”, recuerda.

Según este muralista, la segmentación de los artistas seleccionados, la cual se clasificó en comunidad – inexpertos, término medio y profesionales – avanzados, permitió que los habitantes del barrio se apropiaran del lugar y se preocuparan por su cuidado. Daniel, quien tuvo la oportunidad de estar en el momento en que la comunidad pintó las paredes del Parque Extremo, ha tenido claro cuál es su propósito con el arte y porqué participa en esta clase de eventos: “Tocar corazones para mí es lo más importante, irradiar sentimientos por medio de lo que hago, llegar a sitios donde otros artistas no llegan”.

La mano de la experiencia
En una casa de paredes color verde y de cuyas paredes resaltan hojas pintadas vive el pintor más experimentado del barrio San Martín, Pablo Antonio Hernández, de 45 años, quien cuenta que su único amor es el arte. En el sector es reconocido porque todas las mañanas sale a montar bicicleta por las calles que lo vieron crecer.

“Tenía diez años cuando empecé a pintar, la verdad es que este barrio lo quiero mucho y no he sido capaz de irme. Cuando trabajé en la escuela de bellas artes me molestaban mucho por vivir en este sitio, pero acá está mi gente y acá me voy a quedar para seguir haciendo mi arte”, expresa el pintor dedicado al arte desde hace 35 años.

A diferencia de Daniel, Pedro Antonio fue convocado directamente por uno de los organizadores de Teatro Verde, y es él el responsable de que el proyecto haya tomado un giro enfocado hacia la inclusión de la comunidad: “Le comenté al AMB que sería bueno incluir a la comunidad. Me encargué de conseguir 15 muchachos de la comuna 9, de cada barrio cinco muchachos, después entre todos hicimos los murales del skatepark”.

De esta forma se vincularon jóvenes de los barrios Los Soles, Quebrada la iglesia, San Martín y San Pedrito, entre otros. Pedro asegura que “cuando estábamos pintando, los muchachos que no se querían, se les olvidó el cuento de la violencia y todos se unieron como grupo para un mismo propósito”.

Como complemento a su trabajo artístico, Hernández cuenta con un grupo de 50 niños y niñas quienes les brinda un curso básico de pintura: “Todos los días ellos entran a mi casa a pintar, el propósito de esto que no se metan al vicio (no consuman drogas) ni anden por malos caminos; incluso, tengo alumnos que les he enseñado desde que tienen ocho años, ya hoy tienen 15 y son jóvenes quelograron salir adelante”.

Este hombre de 45 años tiene claro que lo importante del proyecto urbano, es lograr que todas las personas del barrio se unan y socialicen teniendo en cuenta que el arte no tiene fronteras: “La cultura es lo más importante, esto para mí es socializar a la gente».

Cambiándole la cara a la ciudad

Durante seis décadas, el viaducto García Cadena ha sido uno de los lugares más nombrados en los titulares de Bucaramanga, debido a las historias de suicidas y hechos de violencia entre pandillas y ventas de alucinógenos. También ha sido noticia por la transformación que ha tenido el lugar, luego de la construcción del Parque Extremo y la obra del Tercer Carril, una ampliación de la estructura. “Los vecinos del barrio vimos cómo personas se tiraban, incluso yo ayudé a tener a muchos para que no se tiraran. Acá casi nadie venía porque era muy miedoso, no se sabía cuando alguien iba a caer de la nada, y como antes todo esto era monte pues peor”. Así cuenta Pablo Hernández su experiencia en este lugar.

Es por esto que este pintor, como algunos residentes, se han dado la tarea de cambiar la imagen del lugar, dando paso a que el viaducto deje de ser un referente de muerte y sea un referente de muestra cultural.

“Mi tarea ahora es con los pelados del barrio, que nos enamoremos de esto, como acá es encerrado, las personas se sienten como aisladas del parque, como si fuera la frontera entre Estados Unidos y México. Lo que trato de decirles a ellos es que esto es de nosotros, que haya un sentido de pertenencia, como acá llega gente en sus súper carros, la gente se siente rechazada porque no están acostumbrados a eso, pero con el tiempo se acostumbrarán”, afirma Pedro Hernández.

 

El colectivo artístico ‘Orfanato’ de Bogotá, fue el contratado para la realización de los talleres artísticos y tienen a su cargo pintar 1200
metros del viaducto. /FOTO BRAHYAND ARANGO JAIMES

Por Geraldine León Hernández

gleon55@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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