Son las 5 de la mañana y don Jaime García, de 52 años de edad, está despierto y cumpliendo con la rutina que lleva desde hace 32 años. Después de ducharse y de beber una taza de café, está dispuesto a alistar su más preciado producto.
Durante ocho horas de preparación, su hermana Elvira García y su hijo mayor Brandon García, logran tener listas cerca de 80 unidades que esperan vender a lo largo de la jornada.
Luego ponerse su representativo traje verde, partió hacia la Carrera 15, o a la esquina de las oportunidades, como él la llama. Cargado con dos canastas rebosantes de ayacos de todo tipo, un termo con bebidas gaseosas, seis bancas plásticas y demás utensilios, llega a su segundo hogar, la esquina de la Carrera 15 con Calle 37 en pleno corazón de Bucaramanga.
Son cerca de las 4 de la tarde, no ha terminado de desmontar todo, cuando ya está acaparando a la gente para que compren. Con sus manos grandes y ásperas, le da la bienvenida a todo el que se acerca, y apenas abre su boca acompañada de su tono de voz particular, despliega un menú de opciones para que sus clientes escojan qué comprar.

Desde cualquier punto de la Carrera 15 se oye un llamado que dice: ‘‘De pechuga, pierna, pernil, alas, rabadilla, de carne y mixtos, de buena calidad, solo mazorca, sigan, sigan, bienvenidos’’.
Los transeúntes del sector ya saben que quien emite este sonido es un hombre robusto, atento y gentil, que para muchos comerciantes de la zona, es un ejemplo de perseverancia.
‘‘El señor de traje verde’’ comentan los peatones, el mismo que decidió identificarse con este peculiar color, para diferenciarse de los demás vendedores que van vestidos de blanco, y para sepan que son diferentes, porque se rumora que son los mismos. Es por eso que la gente llega buscando a los de siempre, a los de verde.
A las 5 de la tarde, se dan a la tarea de acabar con las canastas, esas que significan el reto del día. Mientras don Jaime hace guardia a su más preciado tesoro gastronómico, Brandon sale en búsqueda de los posibles clientes. Y a la par, el menor de los tres, Cristian de 14 años, levanta su voz para que todos alrededor sepan que los hombres de verde siguen en pie por un día más.

Con el poder la persuasión, van convenciendo a las personas que frecuentan esta importante arteria de la ciudad. Uno para uno, o seis para uno, se van yendo los ayacos, que calientes y humeantes, emiten un aroma irresistible para cualquier olfato presente.
‘‘La comida es indispensable, a diario todos tienen qué consumir algo, y que más bueno que estas delicias’’, cuenta García. La multitud va llegando al ritmo del llamado a comer, y entre domicilios, parejas de enamorados, cenas familiares y demás trabajadores de la Carrera 15, se esfuma la primera canasta.
Platos y cubiertos desechables, tapas de gaseosa, dinero en efectivo y bolsas para llevar, crean la sinfonía del sitio y marcan el inicio de una productiva jornada laboral.
Al caer la noche, siendo las 6 y en plena hora pico, se ven olas de personas salir de las estaciones del Metrolínea, es gente que residen en el centro, o que simplemente tienen el paso obligado por esta importante vía, se sienten atraídos por el aroma de los ayacos y por la cordialidad de don Jaime, muchos de ellos terminan comprando, ya sea por costumbre o por antojo, pero lo que si es cierto, es que la táctica y la experiencia que tienen estos tres hombres, no se compara con nada a su alrededor.

Hoy es un día de suerte, pues a pesar de sus tres décadas en el lugar, no tienen un permiso para poder trabajar allí, muy rara vez deben huir de las autoridades. García afirma que ‘‘a raíz de que ha llegado más gente al centro a comercializar diferentes artículos, se ha hecho más notoria esta la problemática de salir corriendo’’.
Afectados por los operativos de control del espacio público, hace un llamado a las autoridades competentes para que les den una solución, ‘‘que se enfoquen en las personas que llevan años aportándole al comercio en ese sector. Pero no, les entregan los locales a las personas inapropiadas que hacen con eso un negocio’’.
Tipo 7 de la noche, se han disminuido las ventas. Anteriormente se vendía más, ahora hay competencia porque aumenta el desempleo, y la gente opta por vender chuzos, perros, hamburguesas y demás productos alimenticios. Pero la clientela de tantos años salvan las ventas, gracias a la atención, la higiene que se maneja, y la calidad del producto, fieles llegan a comprar los ayacos.
‘‘Las ventajas de vender en la 15 es que no le trabaja uno a nadie, y las desventajas es que le toca correr y estar pilas de que no le hagan un comparendo por vender aquí, es difícil’’, cuenta don Jaime, a quien le ha cambiado la vida trabajar en la Carrera 15 y da gracias a Dios que a sus 52 años ha podido sacar adelante a su familia.
Hace 30 años
En este sector nadie vendía comida, por lo que don Jaime vio la posibilidad de empezar a comercializar sus productos aquí, como una solución de sustento para su hogar. En ese entonces su materia prima no era costosa, la mazorca la compraba a un bajo precio y la hoja la regalaban, ahora una docena de hojas vale mil quinientos pesos.
La tranquilidad del lugar ha cambiado con el paso del tiempo, antes se podía trabajar amenamente, pero existía mucha congestión por los buses urbanos, y no había tanta seguridad.

Hace 20 años
No se notaba un desarrollo en la infraestructura que rodeaba a la 15, por lo tanto, la habitaban menos personas. En cuanto al comercio, anteriormente solo existía el Centro Comercial San Andresito Centro, y actualmente ya se pueden encontrar muchos más centros comerciales.
Antes no existía la facilidad de caminar libremente por la Carrera 15, ya que los buses congestionaban la vía, hoy en día hay espacio de sobra, hay comercio, pero no de manera tan significativa como hace unos años.
Actualmente es más seguro, ya que anteriormente no había cámaras de seguridad, ni vigilancia, y la delincuencia era más notoria. García reflexiona sobre lo que fue y lo que será de su punto de venta en la 15, y espera que este legado no se pierda. Por su parte Cristian García, el hijo menor, resalta que gracias a los ayacos han tenido todo, también que le gustaría seguir con el trabajo de su papá ya que es una buena opción para tener un sustento económico.

García sin duda prefiere el tiempo de hace 30 años, ya que de cierta manera la transformación de la Carrera 15 ha traído altibajos, antes no molestaban, se vendía cantidades y no había tanta competencia. Ahora ya todo mundo vende lo mismo, existe demasiado desempleo, y de alguna forma la gente tiene que buscar para subsistir y llevar algo a la casa.
Hasta las 9 de la noche, con un total de 15 horas de labores, y en el mismo horario de trabajo desde hace 30 años, Don Jaime García y sus hombres de verde, le dicen hasta mañana a la icónica Carrera 15.
¿Qué se dice?
En el boletín técnico trimestral del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), denominado “Medición de empleo informal y seguridad social”, emitido el 10 de mayo de 2019, sefirma que la proporción de la población ocupada de manera informal en Bucaramanga y su área metropolitana es del 54,4 %, a comparación de 23 ciudades de Colombia. Es decir, que más de la mitad del porcentaje de la población bumanguesa prefiere y se desempeña en un cargo informal, del cual también hacen parte los vendedores ambulantes.
En otro boletín técnico trimestral del Dane, llamado “Principales indicadores del mercado laboral”, publicado el 30 de abril de 2019, se menciona qué durante el primer trimestre del respectivo año, la tasa de desempleo en Colombia aumentó 1.4% respecto al mismo trimestre del año anterior, al igual que la tasa de ocupación y la tasa de participación. Con esto, se puede inferir que al no haber oferta laboral para la población, las personas se ven obligadas a valerse por sus propios medios, por lo tanto, el trabajo informal es una buena opción al momento de suplir necesidades básicas y personales.
Por Jean Carlos Camacho Durán
jcamacho755@unab.edu.co