La ciudad huele mal. Los habitantes de Bucaramanga y el área metropolitana no soportan los olores ofensivos que durante el último semestre se han agudizado en distintos sectores, al parecer, producto no solo del mal tratamiento que algunas empresas legales e ilegales les dan a sus residuos, sino por la tecnología obsoleta de la planta de tratamiento de Río Frío, la sobrecarga de basuras que presenta El Carrasco y además, por el cambio climático.

Tanto la autoridad ambiental como los expertos en el tema reconocen que el problema no es reciente y que debe intervenirse lo antes posible, ya que, incluso, podría afectar la salud de los bumangueses, así como el turismo hacia la ciudad. No obstante, como se dio a conocer en Debates Unab el martes 12 de julio, si bien las acciones inmediatas podrían mitigar el problema, lo cierto es que solucionarlo tardaría años, ya que lo ocurrido también tiene que ver con la mala planeación que ha tenido la capital santandereana en materia de construcción y ampliación de la zona urbana, la tala indiscriminada de árboles y los vacíos jurídicos que presentan las normas en las que la autoridad ambiental se soporta para implementar las sanciones. Éstas, exigen que se deben otorgar plazos considerables a las empresas para que ajusten sus planes de manejo y emisión de residuos a la atmósfera, evitando el cierre definitivo de las mismas. Pareciera que, como se conoce en el argot popular, se tratara de normas “sin dientes”, es decir, normas que no han sido formuladas para sancionar sino para evitar un castigo.

Pese a lo anterior, lo cierto es que por ahora no se conoce con certeza por qué han aumentado los olores ofensivos. Lo que sí se ha visto es que ante la alarma que la situación ha generado, entidades como la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (Cdmb), el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), la Policía Ambiental, la Secretaría de Salud Municipal y la Fiscalía General de la Nación, entre otras, han desarrollado operativos de control que han permitido la identificación de focos o puntos donde se estarían generando la mayor emisión de malos olores. Estos son la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, PTAR de Río Frío, El Carrasco, los vertimientos de aguas residuales combinadas, las empresas que tratan materiales como huesos y vísceras, así como los hornos crematorios y la proliferación de restaurantes.

El Carrasco es tal vez uno de los principales contaminantes del aire en la ciudad. Para nadie es un secreto que hace seis años debía ser clausurado, pero pasadas dos administraciones municipales, no se definió un nuevo sitio para la disposición de basuras. En la actualidad el relleno sanitario está rebosado y funciona como un botadero a cielo abierto, que en cualquier momento puede colapsar, pues a diario recibe mil toneladas de basura, provenientes no solo de Bucaramanga y el área metropolitana, sino de 13 municipios más del departamento.

Operativos adelantados por las autoridades ambientales de la ciudad, con el fin de establecer las posibles fuentes generadores de olores ofensivos. / FOTO MAURICIO OLAYA
Operativos adelantados por las autoridades ambientales de la ciudad, con el fin de establecer las posibles fuentes generadores de olores ofensivos. / FOTO MAURICIO OLAYA

Soluciones ante la crisis: “La comunidad debe ser paciente”
Los olores ofensivos han puesto en evidencia varios problemas que las autoridades buscan solucionar de forma inmediata, pero que se salen de sus manos, pues requieren de tiempo. Es decir, dichos olores permanecerán en el ambiente por un tiempo más.

De acuerdo con Carlos Suárez Sánchez, subdirector de Ordenamiento y Planeación de la Corporación Autónoma Regional para la Meseta de Bucaramanga (Cdmb), la PTAR o planta de tratamiento de aguas residuales de Río Frío se encuentra en proceso de modernización para incorporar y controlar la emisión de olores ofensivos; sin embargo, como reconoce Suárez Sánchez, aún no se contempla sacarla del sector del anillo vial.

Por ahora, según el funcionario de la Cdmb, se trabaja en la instalación de una planta de tratamiento de aguas residuales para los municipios de Bucaramanga y Girón, la cual permitiría recuperar la cuenca del río de Oro. “Este es un gran elemento que recuperado generaría grandes beneficios no solo a la ciudad, sino a los pescadores que están aguas abajo del río Lebrija”, comenta Suárez.

No obstante, Víctor Azuero, director del Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), pide a la autoridad ambiental acelerar el proceso y “alejar de las ciudades estas plantas”. Al atraso en materia tecnológica que presenta la PTAR, se suma la aplicación de normas y protocolos que la autoridad ambiental no puede desconocer a la hora de sancionar una empresa legal o ilegal que esté contaminando el aire de la ciudad.

Uno de ellos es el decreto 2087 de 2014, expedido por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el cual determina la adopción por parte de las empresas de un Protocolo para el Monitoreo, Control y Vigilancia de Olores Ofensivos.

“Las empresas deben contar con un plan de reducción de impacto de olores (conocidos como Prios), que si bien deben presentarlos a la autoridad ambiental durante las visitas o inspecciones, también tienen hasta tres meses para implementarlos y volverlos a presentar. Lo cierto es que muchas de las empresas que hemos visitado no han aplicado dichos Prios, pero vale la pena destacar que han aceptado que deben implementarlos, lo cual es un avance, y ya se fijaron compromisos”, explica Suárez de la Cdmb.

De otra parte, se adelantan operativos con empresas ilegales (como mataderos clandestinos), con el acompañamiento de la Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación y la Secretaría de Salud Municipal. “Si bien los hemos detectado y sancionado, con ellos se vive una situación similar a la que se vive con los vendedores ambulantes. Luego de que se va la autoridad, regresan. Ante eso hemos reforzado los operativos en las zonas identificadas. Algún día se tendrán que cansar”, añade Suárez Sánchez.

Tanto el AMB como la Cdmb resaltan la colaboración de la comunidad, ya que muchos de los lugares de donde emanan los olores ofensivos, especialmente los mataderos clandestinos de caballos y cerdos, han sido denunciados por los bumangueses. Sin embargo, piden paciencia, pues la sanción misma no lleva al cierre definitivo de la empresa contaminante, se debe seguir una serie de protocolos.

El Carrasco no aguanta más

El Carrasco. /FOTO MAURICIO OLAYA
El Carrasco. /FOTO MAURICIO OLAYA

Otro de los posibles focos que estaría generando los olores ofensivos aún tardaría en clausurarse. Se trata de El Carrasco.

Víctor Azuero, director del AMB, expresó que a diario se siguen dejando mil toneladas de basura en el lugar y que su colapso es inminente.

Sobre la situación explicó que la celda o espacio transitorio que se definió para verter las basuras y evitar una emergencia ambien- tal, ya cumplió su ciclo. A esta conclusión se llegó luego de varias visitas al lugar, las cuales se han adelantado en los últimos dos meses.

Lo cierto es que la solución que se tome con respecto al uso o no de este lugar debe ser inmediata. Esto implicaría habilitar un terreno ubicado en territorio de Girón, que a su vez requiere de una modificación en el Plan de Ordenamiento Territorial de dicho municipio, que debe avalar el Concejo Municipal. Azuero reconoce que habilitar el lugar sólo daría un margen de dos años para buscar un nuevo sitio de dis- posición de basuras para la ciudad.

“Bucaramanga tiene un crecimiento caótico”
Mientras Bucaramanga siga teniendo una expansión acelerada y sin falta de planeación, lo cierto es que no solo aumentarán los olores ofensivos, sino la contaminación atmosférica y por ende, los problemas de salud.

Según Jairo Puente Brugés, docente, investigador e ingeniero ambientalista, la ciudad ha tenido un crecimiento “absolutamente caótico, desordenado e irresponsable”, en el que fácilmente se mezclan las zonas residenciales y las zonas comerciales, y nadie toma acciones al respecto. A lo anterior se suma que en Bucaramanga no solo existen los olores ofensivos sino gases tóxicos, los cuales tampoco se miden ni se analizan.

“Tenemos como experiencia un estudio que hizo la Universidad Central en Bogotá hace un año, en el que se encontró que el aire tenía partículas de mercurio. Por esto, hay que insistir siempre que el tema de los malos olores es parte de la contaminación del aire, hay que controlar las sustancias tóxicas que además producen cáncer y problemas cardiacos”, comenta Puente Brugés.

Con respecto a las normas sobre control de contaminación y calidad del aire, el experto advierte que en el país han sido sanciona- das leyes y decretos desde 1985, es decir, es un tema que se viene regulando desde hace varias décadas, y las autoridades ambientales como la Cdmb y el AMB no pueden desconocerlo, y “tampoco pueden excusarse en que es complejo de tratar por los obstáculos que impone la normatividad”.

“En la actualidad no se está midiendo el aire de la ciudad. Se tienen tres estaciones de medición, las cuales no están ubicadas en zonas tan importantes como son el centro y el norte. La Cdmb ha dejado de medir la calidad del aire; desde el año pasado no lo hace”, comenta el experto.

Puente Brugés resalta los resultados obtenidos en una investigación que se adelantó entre la UIS y la Universidad de Austria, en el 2000, que no se tienen en cuenta. “Se identificó que Bucaramanga tiene islas de calor que hacen que los contaminantes se queden allí y se acumulen en el ambiente. Y si se talan los árboles les y se reducen las zonas verdes, esto cada día será peor. Hay que detener el arboricidio”, añade el profesor universitario.

Con respecto a las plantas de tratamiento de huesos, las cuales son focos de olores ofensivos en la ciudad, el experto asegura que existen miles de empresas en el mundo que cuentan con modelos, incluso rentables, para aprovechar estos desechos.

“En muchos de estos países (Estados Unidos tiene 300 plantas) las acciones son represivas, pero las acompañan con programas de capacitación y de investigación para que se hagan las cosas bien. No solo se debe pensar en castigar, sino en educar”, añade.

Ante las críticas, Suárez Sánchez de la Cdmb explica que la Corporación sí está midiendo la calidad del aire en la ciudad y aclara que las estaciones que se utilizan para dicha medición, no evalúan la incidencia de los malos olores. Explica que si bien es cierto que solo tres de las cinco estaciones de medición están en funcionamiento, esto se debe a que “dos están en proceso de modernización y era necesario renovarlas”.

Ante los cuestionamientos, el AMB también responde. Azuero señala que se debe tener en cuenta que para medir los gases relacionados con los malos olores (amoniáco, azufre y sulfato de hidrógeno), se debe contar con una certificación del Ideam, y ninguna de las dos entidades la tiene.

Debates Unab

Acuerdos con empresas
Respaldados en la norma y con el ánimo de contribuir en la solución del problema, seis empresas legales (Distraves, Sandesol, Cebosander, Avidesa Mac Pollo, Harinagro y Coingra) de la ciudad se reunieron con la Cdmb y el Área Metropolitana y pactaron varios compromisos para emisiones, descargas y vertimientos de residuos en el ambiente.

Según lo dieron a conocer, en una reunión adelantada el 11 de julio,“están tomando los propios correctivos”. No obstante, las autoridades ambientales recalcaron la importancia de cumplir con los Planes de Reducción de Impactos por Olores Ofensivos, Prio, los cuales deben ser entregados con prioridad para su seguimiento, y así entregar resultados dentro de aproximadamente tres meses.

Para precisar sobre el tema, Azuero recomendó a la Cdmb evaluación de cuál es el porcentaje de incidencia de estas empresas en la generación de olores. “Si se toma una acción a la ligera, la empresa tiene derecho de emitir un recurso legal que puede gene- rar más inconvenientes y retrasar el proceso. Urge la certificación del Ideam. No podemos seguir sin parámetros para adelantar las intervenciones. Debemos llenar- nos de argumentos para generar acciones que nos permitan reducir los olores ofensivos en un periodo no tan extenso”, concluyó el funcionario.

Por Xiomara Montañez M.
xmontanez@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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