El recorrido inició en un lugar alejado del ruido y de la congestión vehicular, en el barrio Los Cedros. En la calle 50 No. 51-07, en medio de modernas edificaciones y conjuntos residenciales, se encuentra un portón verde rodeado de naturaleza. Esa es la entrada a un lugar llamado Matamba, que significa “habitar la casa de los lenguajes”.

Su infraestructura en forma de castillo la hace particular. Al abrir la puerta principal hay una habitación grande con dos camas, un televisor y objetos personales de quienes la habitan. También cuenta con una sala para exposiciones de arte y una biblioteca, y un espacio para la proyección de documentales y películas.

En la siguiente habitación está la cocina y al salir de ella un espacio al aire libre, con un balcón de madera a su alrededor, donde se realizan los eventos y talleres cada semana. Danna Cote, una de las visitantes, asegura que “es un sitio de donde no quisiera irse, en donde el silencio cautiva los sentidos y la mejor música es la de las hojas de los árboles al moverse con el viento”.

Matamba nació hace tres años y actualmente está constituida como asociación cultural. Es una iniciativa que desde febrero de este año es liderada por un grupo de nueve personas amantes del arte y la cultura, entre ellos, docentes de literatura, pilotos, diseñadores gráficos, artistas plásticos.

En ella se realizan exposiciones de pintura, lanzamiento de libros de escritores locales o visitantes de la ciudad, conciertos de artistas urbanos y talleres de pintura, todo con un enfoque pedagógico.

Gracias a estos espacios, artistas como Ángel Córdoba afirman haber encontrado un lugar en donde les facilitan un espacio para exponer sus creaciones. “En la ciudad son pocos los lugares en donde se le da oportunidad a los artistas que no somos famosos de dar a conocer nuestras obras y Matamba es uno de esos”, asegura.

En el centro de la ciudad

Continuando con el recorrido, en la calle 35 No. 9 – 81, pasos abajo de la Alcaldía de Bucaramanga, se encuentra otro refugio cultural de la ciudad, conocida como La Casa del Libro Total.

Es la más antigua de la ciudad. Pertenece a la familia Navas Corona. En este lugar se fundó la Corporación Educativa ITAE.

Además, fue sede de la Universidad Antonio Nariño y posteriormente se consolidó como un centro cultural, tomando su nombre de la biblioteca virtual, El Libro Total. Desde la puerta principal, un pasillo continuo a vuelta redonda atraviesa la casa, aproximadamente 14 salas se encuentran por la parte derecha sobre el pasillo.

En el centro, hay dos espacios cuadrados al aire libre de aproximadamente 100 metros cuadrados, destinados para los visitantes, la realización de eventos y tertulias de forma gratuita. Rodrigo Centeno, de 70 años de edad, cuenta que desde hace varias décadas disfruta del lugar. “Uno se siente como en la casa propia, se puede leer con tranquilidad y tomar café gratis mientras se conversa con otros amigos que también vienen hace muchos años”.

También cuenta con un espacio dedicado a la imprenta, una sala de exposición principal, con aire acondicionado y pantallas digitales para la lectura de libros virtuales. Actualmente este centro cultural funciona como biblioteca, galería, y punto de pago de impuestos vehiculares.

Además, Daniel Acevedo, guía cultural de la casa, asegura que “se brindan espacios para la exposición de obras de arte, presentaciones culturales, lanzamiento de libros, entre otros. Todo de manera gratuita. Se deben llenar unos formatos para el préstamo de las salas y coordinar con el calendario según el resto de actividades que hayan programadas, es muy sencillo”.

Cerca de la UIS

Finaliza el recorrido Opus 27, ubicado en la carrera 27 No. 10- 45, que abrió sus puertas hace siete años. Fue fundado como un bar, pero con el tiempo se convirtió en un recinto para todo tipo de actividades culturales. Inicialmente manejaban un enfoque en la presentación de música en vivo con el objetivo de destacar el talento de los artistas locales.

Está situado en una esquina, diagonal a la glorieta de la escultura del caballo de Simón Bolívar, cerca de la Universidad Industrial de Santander, UIS.

Diez mesas están ubicadas en la parte de afuera con un balcón a su alrededor, muchos cuadros de figuras abstractas colgados en la pared, una nevera con la puerta llena de pegatinas justo al lado de la barra, lugar en donde en donde está el encargado de atender a los visitantes y dj.

El lugar cuenta con tres espacios. En uno se puede compartir con los amigos y tomar unos tragos, en otro ensayan los artistas y bandas, y uno más para los conciertos. Mariana Castro, estudiante de la UIS, visita hace tres años este lugar porque “es un sitio en donde uno se sienta y se toma unas cervezas relajada, hablando con amigos. Uno sale estresado de clase y pues aquí se relaja escuchando rock suave o rap.

La verdad es cuestión de gustos, aquí no viene todo el mundo porque nunca van a poner un vallenato ni nada por el estilo. Venimos los que tenemos gusto por esta música y preferimos el ambiente suave y no la algarabía”, comenta la visitante. Diego Fernando Arias, uno de los integrantes del equipo de trabajo de Opus 27, asegura que además de las presentaciones musicales nutren la agenda cultural de la casa con talleres de cine, literatura, poesía, dibujo y pintura, entre otros.

De esta manera se vive en Bucaramanga la experiencia de visitar tres lugares con ambientes muy distintos, creados con el objetivo principal de promover la cultura y apoyar el talento de la capital santandereana.

 

Por Yaritza Quiroga Pardo

yquiroga883@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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