Según el Ministerio de Salud y Protección Social, el cáncer de mama es una de las enfermedades crónicas con mayor riesgo de mortalidad y es causante del 50 % de las muertes en la población femenina del país.
Se produce debido al desarrollo y crecimiento descontrolado de células epiteliales que cubren los conductos mamarios, hasta el punto de formar un bulto o tumor (maligno o benigno) dentro del seno. Si la masa no es tratada a tiempo, en caso de que sea maligna, las posibilidades de curar la enfermedad pueden ser pocas.
Desde hace siete años el cáncer ha sido parte de la vida de Rosa Liliana Hernández Rojas, una madre cabeza de familia y dedicada a su trabajo como secretaria.
La primera vez que se lo diagnosticaron fue en el 2010, justo después de que su hermana Nelly Hernández Rojas muriera de la misma enfermedad.
Primera batalla
El tumor de Rosa Hernández fue detectado cuando estaba en la etapa avanzada, 3B, lo que significó que medía más de cinco centímetros y que existían células cancerígenas en los ganglios linfáticos. El diagnóstico fue demorado, ya que en la EPS Salud Total no le hicieron los procedimientos correctamente.
Luego de visitar al especialista equivocado, acudió al médico Javier Arias Quiroz, oncólogo general, quien le dijo que sí padecía la enfermedad y que eran necesarios los exámenes correspondientes para tener total seguridad.
Cuando los solicitó a la EPS, la entidad se negó a realizarle las pruebas, ya que el oncólogo gastroenterólogo que la atendió no le encontró nada. Finalmente, los resultados de las pruebas fueron positivos y la enfermedad estaba avanzada. “El doctor me dijo que empezábamos con quimioterapia, luego se hacían las cirugías y luego si radioterapia, entonces, yo decidí hacerme el tratamiento completo y puse todo en manos de él”, explicó.
Para cada persona el tratamiento es diferente. A Rosa la quimioterapia y la radioterapia se hicieron al mismo tiempo, lo que la debilitó.
“Me sentía más mal con la quimioterapia, cansada. Al mediodía ya no quería hacer nada más, solo dormir”, recuerda. Pese a lo vivido, logró ganar la pelea contra el cáncer y seguir con su vida de una manera más optimista. Pero lo que no esperaba era que más adelante se volvería a encontrar con este enemigo silencioso.
En 2013 la enfermedad reapareció en su seno izquierdo. Gracias a los controles que le hacían cada tres meses, fue detectada a tiempo y el tratamiento fue más sencillo y rápido. “Como el tumor estaba tan pequeño, no necesité quimioterapia, solo la cirugía y radioterapia. Por supuesto, estoy tomando pastillas”, comentó Hernández.
También indagó sobre si su cáncer se debía al historial de su familia y el resultado fue positivo. “Me salió mutación, entonces me tienen que quitar los dos senos y los ovarios porque todavía tengo posibilidad de que vuelva a aparecer y no pueda hacer nada”, comenta Rosa.
Los tratamientos
La radioterapia consiste en el uso de radiación en el cuerpo, los rayos entran y eliminan células de rápido crecimiento, como lo son las cancerígenas.
Por su parte, la quimioterapia se basa en el consumo de diferentes medicamentos que también destruyen las células malignas. Las pacientes de cáncer de seno también se someten a cirugías para eliminar las masas que aparecen en sus pechos; los especialistas pueden extraer un cuadrante del seno, el pezón o la bolsa completa.
Un nuevo sufrimiento
La sombra de esta enfermedad también alcanzó a Sandra Liliana Escobar Hernández, la hija de Rosa.
Al igual que en su madre, a esta administradora de empresas y madre de dos hijos, el cáncer le fue detectado tarde, especialmente porque se desconocía si la masa en sus senos se debía a la mastitis que sufrió durante sus dos embarazos.
Le extirparon el seno izquierdo, ya que el derecho no presentaba ningún síntoma. “Cuando dejé de amamantar a la niña la bolita empezó a crecer otra vez. Fui al médico, me hice varias ecografías, pero los resultados no arrojaron nada”, comentó Sandra Liliana.
Después de pasar por el consultorio de tres médicos, de hacerse dos ecografías y dos biopsias, le diagnostican cáncer de mama en etapa 3B. A diferencia de su mamá, tenía varias masas esparcidas al interior de seno.
“Me hicieron seis quimioterapias y la cirugía me la hicieron después porque debían disminuir las masas y volverlas solo una”, relató Sandra.
En la cirugía perdió su pecho derecho para evitar futuras complicaciones futuras, pero “lloré cuando me vi en el espejo por primera vez. En mi trabajo me estresaba mucho, cualquier cosita que me dijeran me molestaba de una vez”, recuerda.
Después de ocho meses de quimioterapia y una cirugía, el oncólogo Diego Gómez Abreo le dijo que debía iniciar la radioterapia.
No se dejan vencer
Cada semana muere en una mujer a causa de esta enfermedad y al mismo tiempo se registran nueve casos. La falta de consciencia frente a la enfermedad y la falta de exámenes son los principales detonantes de este padecimiento.
Actualmente Rosa y Sandra siguen su lucha. La madre tiene planeado hacerse la cirugía para que le retiren los dos senos y los ovarios, mientras que la hija afronta el tratamiento de radioterapia.
Pese a que han logrado luchar contra este padecimiento, Sandra Escobar teme que a futuro su hija repita su historia. “Trataré de pensar y desear siempre lo mejor para ella”, concluye la paciente.

Por Andrea Fernanda Ortiz Barragán
aortiz534@unab.edu.co