Por Yerly Meneses Cristancho
ymeneses532@unab.edu.co
El nacimiento de Luna Marcela terminó de conformar la familia Mantilla Suárez. Fue un 31 de diciembre de 2004, en medio de las alegrías de fin de año de su natal Piedecuesta (Santander). La hija menor se convertiría en la consentida de la casa, tanto por sus padres Emilsen Suárez Chanaga y Freddy Mantilla Suárez, como por sus tres hermanos: Camila, Manuel y Silvia.
Durante sus casi 17 años se ha caracterizado por llevar una sonrisa de oreja a oreja, su actitud y por su liderazgo. Disfrutaba como nadie aquellas tardes en el barrio Cataluña donde vivió hasta sus 10 años. Toda una década acumuló recuerdos en una cuadra llena de amigos que se convertirían en sus cómplices para disfrutar las primeras etapas de la vida.
Entre sus recuerdos más nítidos y cómicos está una caída al frente de su casa que dejó una marca en el cuerpo: “la cicatriz que tengo en el cuello y el mentón es por una reconstrucción que me hicieron luego de caerme mientras montaba patines”. Sin percibir esa herida, siguió jugando y disfrutando de aquella tarde. Solo hasta llegar a casa se dio cuenta de la sangre que tenía en el cuello y de la gravedad del accidente.
Luna recuerda ese día: “empecé a gritar cuando vi la mano llena de sangre. De una vez salimos para la clínica, pero cuando llegué no quería que me cogieran puntos. Al final me dejé porque mi hermana Camila me prometió un helado si me dejaba atender”. Por fortuna, el accidente no pasó a mayores, pero la doctora dio el diagnóstico: por
poco se lesiona la vena aorta.
Al establecerse en el barrio La Argentina, también en Piedecuesta, la hiperactividad y estancia en casa la atormentaban. Por ello recurría constantemente a su antiguo barrio en donde seguía viviendo su abuela materna. Pero las visitas eran de entrada por salida; iba a jugar con sus amigos toda la tarde y no a acompañar a sus abuelos.
Luego sus padres se mudaron a una casa en el barrio Villanueva, en donde vive actualmente. La cercanía de su casa con la escuela Normal Superior de Piedecuesta le facilitó la vida; se ahorró las madrugadas y los recorridos. Sus experiencias la llevaron a la transformación personal, así lo cuentan quienes aseguran que eso se ve en su físico y forma de comportarse.
Karla Tarazona recuerda que cuando cursaban noveno grado las actitudes de Luna Marcela eran diferentes: “Era creída, problemática y conflictiva, además le gustaba llamar la atención. Pero tuvo una transformación radical; cambió desde su vocabulario hasta la forma de actuar con los demás. Empezó a reconocer que no todo lo puede hacer, por más perfeccionista que quiera ser”. Por eso no se acercaban a ella.
Luna Marcela considera que su rebeldía la metió en muchos problemas en el colegio, como la suspensión académica por tres días que contó con la aprobación de sus padres. Además, en ese periodo reprobó química, el primer curso perdido en su vida escolar. De esos días recuerda a la profesora Adriana Duarte: “Ella no me ayudaba con las notas, lo que me decía era que cambiara mis comportamientos y me alejara de las malas amistades que no me aportaban”.
Su transformación radical se dio luego de ingresar a reuniones entre jóvenes que buscan liderar iniciativas en contra de la corrupción y a favor del crecimiento político, social y económico de Piedecuesta. En dichos lugares encontraría ese impulso para potenciar y desarrollar sus capacidades de liderazgo, responsabilidad y compromiso que de a poco se iban manifestando.

Un hecho que marcó su vida
fue cuando se quejó ante la Secretaría de Educación Municipal por el manejo que le estaban dando a las plataformas y a las calificaciones en su colegio. Ante esta situación, la joven no dudó en poner un freno y tomar cartas en el asunto. Su accionar y su gestión llamaron la atención de un miembro de dicha secretaría, que le abriría las puertas al lugar que hoy la hace feliz: La Liga de Gobernantes Anticorrupción. Este sitio le permitió fortalecer, descubrir y potenciar muchas de sus aptitudes como actora social en pro de la juventud santandereana.
En ligas mayores
Desde su llegada a La Liga, cómo ella lo menciona, cambió desde su vestuario, hasta su forma de hablar y relacionarse con los demás, lo que impresionó a todos los que la conocían y que la llevaron a convertirse en líder de La Liga. “El mayor choqué que tuve en las reuniones fue la
poca atención que le prestaban a las mujeres que iban vestidas de manera informal. Ahí me di cuenta que para que me tomaran en serio debía proyectar una imagen seria y segura, iniciando por mi presentación personal”, como ella asegura. Esto surtió efecto, logró ser escuchada y demostró lo que estaba dispuesta a hacer.
Una vez más trae al presente los consejos y enseñanzas de su profesora Adriana Duarte: “Ella me decía qué sinónimos podía usar para que se escuchara mejor y me suministró videos para que pudiera mejorar la forma de expresarme. Me recomendó libros que me ayudaron con el manejo del lenguaje y la expresión corporal”. Esto hoy la distinguen en sus intervenciones y debates como candidata a los consejos de juventud en Piedecuesta.
De la mano de la lectura y la danza
No todo son reuniones políticas, discursos, debates y encuentros sobre las falencias en las políticas públicas de su municipio. Día a día también dedica horas a la lectura de diferentes géneros literarios y a libros como los de Mario Mendoza. Desde su perspectiva, “leer es la mejor terapia para la mente”. Disfruta, siente y ama bailar, lo que es otra terapia para su alma y su cuerpo. Desde niña siempre participó en los bailes organizados en el colegio y acudía a cualquier escuela de danza que encontrara. Como el primer día de entrenamiento, continúa con la gimnasia, bachata y salsa, todo gracias a sus padres, quienes siempre la han apoyado con su proceso.
Tiene días ajetreados, varios compromisos con el colegio y su participación en La Liga, a lo que le suma los planes de escoger una carrera universitaria. Por el momento desea ingresar al pregrado de Ciencias Políticas, pero es una decisión que puede llegar a cambiar.

¿Y en la política?
Desea aportar y ayudar desde los consejos de juventud en Piedecuesta, pero sin duda alguna, busca velar por la protección del género: “Incentivar la salud sexual. Para que las mujeres se sientan seguras de tener relaciones. Es necesario que sepan cómo no ser violentadas sexualmente desde la información y no la desinformación”.
No se considera una feminista incansable, su labor la enfoca en las mujeres porque ve un vacío en los cuidados y la salud reproductiva de las mujeres.
Todo lo que ha hecho en sus 16 años ha tenido un impacto en su crecimiento personal y profesional. Tiene como meta pasar a los consejos municipales, luego a los departamentales y, por último, a los nacionales, para así aumentar su posibilidad de acción.
Recalca la importancia de aprender de los errores y las caídas, y a los jóvenes les envía un mensaje: “Es necesario que se informen, consulten y peleen por lo que les corresponde”.
A su niña interior le dice que “siga con la tranquilidad que tiene, porque todos los problemas que tuve me hacen ser hoy una mujer con carácter”.