Durante el encuentro con autor en la Feria del Libro de Bucaramanga, Ulibro2016, realizada en la Unab, Pablo Montoya Campuzano, ganador del premio ‘Rómulo Gallegos’ en 2015, rememoró su experiencia en París. Fue una etapa de crecimiento tanto personal como profesional para el escritor nacido en Barrancabermeja. “Siempre quise escribir novelas pero por tiempo, no pude en Francia”. Sin embargo, expone que es un verdadero desatino viajar al país de Jean-Paul Sartre, Honoré de Balzac, Albert Camus y Marcel Proust, y no estudiar literatura francesa.
La pasión por viajar también se refleja en la trayectoria literaria. La imaginación fue el punto de partida para su creación que consta de algunas obras como lo son: Réquiem por un fantasma (2006), Cuaderno de París (2007), El beso de la noche (2010) y Tríptico de la infamia (2014).

El victorioso de la beca para escritores extranjeros en 1999 otorgada por el Centro Nacional del Libro de Francia por su libro ‘Viajeros’, expresa que la mayoría de sus obras son sombrías. “No sé si pesimista, pero es una literatura que no juega con la noción de felicidad, juega con la muerte, el deterioro, los malos entendidos, la enfermedad y la propensión a la melancolía”.
Hace énfasis en los libro «Réquiem por un fantasma» y «El beso de la noche», ya que “son obras con la intensión de asomarse en las zonas oscuras de Medellín”. Afirma que busca salir un poco de la órbita de la felicidad, “la capital antioqueña no es la ciudad primaveral, es la ciudad que salió impune de la pesadilla del narcotráfico”.
Por último, el escritor invita a los jóvenes a leer. “El gran secreto de los inicios literarios es la lectura, mantener el deseo de querer escribir, estar atentos a lo que están viviendo, conocer que venimos de un pasado y una tradición que es inmensa, para así no repetir los errores que se han hecho en el pasado”.
Montoya Campuzano es, hoy en día, docente de Literatura de la Universidad de Antioquia, docente invitado de la Universidad Eafit y se ha desempeñado como profesor en la Universidad Nueva Sorbona en Paris.
Por: Alejandra Bretón McCormick
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