Por: Sergio Gamboa Mendivelso/sgamboa874@unab.edu.co

En la comuna 11 de Bucaramanga se levanta un busto de un hombre que ayudó a cambiar la historia de Colombia. Quizás los habitantes del barrio Toledo Plata, donde está el busto, no sepan en honor a quién se hizo y por qué su barrio se bautizó así. Quizás solo hay que acercarse un poco a ese busto y leer que Carlos Francisco Toledo Plata fue “revolucionario y mártir de la causa popular”. Y que, además, fue uno de los gestores de la construcción de este barrio. Pero tendrían que investigar más para saber quién fue realmente.

El 13 de diciembre de 1932 Ángel Miguel Toledo y Virginia Plata de Toledo vieron nacer, en Zapatoca, a Carlos Francisco, ahí no sabían que ese bebé sería el más reconocido de los 5 hijos de esta familia. Carlos estudió su primaria en Zapatoca y cursó bachillerato en el Socorro. Cuando terminó el colegio, decidió que sería médico. Para esto, se fue a Bogotá donde escogió la Universidad Nacional como su alma máter y luego de terminar la carrera, fue a Buenos Aires, donde se especializó en traumatología gracias a una beca otorgada por María Eugenia de Moreno Díaz. En Buenos Aires, Carlos conoció el peronismo y se hizo simpatizante de movimientos de izquierda. Esto se convertiría en un antecedente importante para las batallas que daría en su retorno al país. Cuando regresó, asumió la dirección del Hospital San Juan de Dios, en Bucaramanga.

Desde la medicina, Toledo se dedicó al pueblo otorgando servicios médicos a bajo costo para todos aquellos que no pudiesen pagar por una atención en salud digna. Incluso, fue conocido como “el médico del pueblo”. Sin embargo, su vida pronto se encaminó hacia la política. Las ideas de izquierda lo motivaron a vincularse al partido fundado por el general Gustavo Rojas Pinilla: ANAPO. La Alianza Nacional Popular fue un partido creado con el fin de hacerle oposición al Frente Nacional, un acuerdo maquiavélico entre las dos fuerzas políticas más grandes del país para cederse la dirigencia de Colombia cada 4 años. La ANAPO sedujo a Toledo, quien vio en el partido muchas cualidades del peronismo que en ese tiempo era trascendental en Argentina y cuyas políticas se expandieron por Latinoamérica. Desde la ANAPO logró arrancar y posicionar su nombre en la política santandereana y colombiana. Fue miembro de la Asamblea de Santander en 1968 y de la Cámara de Representantes en 1970. Para ese entonces era también dirigente de la división en Santander de la ANAPO. Justamente, en ese mismo año vivió una de las elecciones presidenciales más escandalosas de la historia colombiana.

El 19 de abril de 1970, el candidato conservador Misael Pastrana Borrero y su opositor, el general Gustavo Rojas Pinilla, se enfrentaron en las urnas. Esa noche, todo parecía indicar que el candidato de la ANAPO sería quien al final fuese nombrado jefe de Estado. Los resultados dejaron de ser transmitidos por la radio y fue elegido el candidato Pastrana en un conteo de votos manchado por las acusaciones de fraude. A raíz de estas acusaciones fueron arrestados varios dirigentes de la ANAPO y fue declarado el estado de sitio por el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo.

El resultado de este supuesto fraude electoral y las injusticias que se cometieron en contra de los militantes de la ANAPO, motivaron a Carlos Toledo Plata a sentar las bases del Movimiento 19 de abril. El M 19 fue una guerrilla urbana que tuvo gran presencia en todo el país. Sus operaciones eran principalmente citadinas y se extendieron desde 1973 hasta 1984 cuando finalmente firmaron uno de los tantos acuerdos de paz que tiene nuestra historia violenta. No obstante, aunque Toledo Plata no fuera una cara visible del movimiento, dirigía desde las sombras las operaciones de este grupo guerrillero. Uno de los golpes más importantes fue el hurto de la espada de Simón Bolívar, operación que habrían ideado entre Toledo Plata y apellidos como el de Navarro Wolf, Bateman, Almarales, Grave y Pabón. A este movimiento también se le atribuye el robo de armas en el cantón militar norte de Bogotá en 1976. 

Una apuesta costosa de paz

En el funeral las escenas de dolor se hicieron presentes. La paz firmada quedó muy debilitada. Foto: archivo Vanguardia Liberal.

Toledo Plata se convirtió en referente del M-19 y fue uno de los que impulsó, desde la clandestinidad, el proceso de paz que se adelantó durante la presidencia de Belisario Betancur. Fue en 1983 cuando finalmente el médico del pueblo volvió a ejercer en su ciudad, luego de recibir amnistía por acogerse al proceso de paz. En Bucaramanga, Carlos Toledo Plata fue el principal promotor de la construcción de 262 casas en un terreno de la ciudad. No obstante, un año antes de entregar estas casas, dos sicarios en moto, paisaje horroroso de los ochenta, se acercaron a su carro y con disparos apagaron la voz de un hombre que había dejado las armas para servir a la gente con sus propias manos.

La prensa local hizo un homenaje a la memoria de Toledo Plata. Con los recuerdos de la gente, la edición diaria de Vanguardia Liberal llenó las páginas intentando hacer un recuento de los hechos. Entre frases que dijo en vida y vivencias de las personas que lo conocieron, se encontraban también las preocupaciones y condolencias de los periodistas que por esos tiempos lideraban la opinión en la región. Silvia Galvis tituló: “Pobrecitos los colombianos”. Su preocupación fue evidente y señaló la lápida con la que muchos firmantes de paz han cargado a lo largo de nuestra violenta historia: “paradójicamente, Toledo Plata no cayó cuando hacía la guerra, sino cuando predicaba la paz”. En ese momento, la pluma más revolucionaria de los Galvis escribió lo mismo que el pueblo entero sintió. En sintonía, Jorge Ortiz Prada retomó en su columna las palabras de Andrés Almarales, cofundador del M19, quien mencionó una máxima cíclica de cada proceso de paz en Colombia: “No hay paz sobre ataúdes”.

Ese día, además, es uno de los pocos recuerdos intactos que hoy Carlos Francisco, su hijo, tiene en la mente. Ese 10 de agosto de 1984, a sus cinco años, una llamada hizo que saliera de su jornada escolar mucho más temprano de lo habitual. La noticia fue más que dolorosa, su padre había muerto. Pero fue años después cuando el recuerdo de su padre se materializó en su mente gracias a los relatos de las personas a las que ayudó en vida. “Él tuvo dos caminos por escoger: ser un médico afamado o colocar la medicina al servicio de la gente”. Esto lo dice Carlos al recordar que fue la gente la que le dio vida y fuerza a su padre para entregarle su vida al pueblo. En 1985, cuando se entregaron las obras a la comunidad, el barrió fue bautizado en su honor: Barrio Toledo Plata. Hoy, 38 años después de la muerte de su fundador, muchos habitantes del Toledo Plata desconocen que su barrio se construyó gracias a la lucha de un hombre que, como lo mandaba su tiempo, se vinculó con la lucha armada y; luego, entendió que la revolución debía hacerse sin armas. Firmó la paz, batalló con la medicina, pero la violencia lo alcanzó.

Universidad Autónoma de Bucaramanga