Los mayores puntos de concentración donde llegan los venezolanos a la ciudad son el centro con un 47 % y la zona norte con un 21 % según informó el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab.

En el último boletín publicado en mayo 2019 por Migración Colombia, más de un millón 202 mil venezolanos se encuentran radicados dentro del territorio nacional, según informó su director general, Christian Krüger Sarmiento. Muchos de ellos están en condición de hacinamiento, duermen en la calle y viven con miedo a ser expulsados del país.

Aterrizando la realidad del fenómeno de la migración venezolana en Santander, este es el sexto departamento con mayor número de ciudadanos residentes. La lista la encabeza Norte de Santander. Así lo reveló el más reciente consolidado de datos entregado por Migración Colombia, con corte al pasado 31 de enero.

Son alrededor de 59.080 personas provenientes del país vecino que actualmente residen en zona santandereana. Esta cantidad se aproxima a la mitad de la población que reside en Piedecuesta. Caminan más de cuatro días desde Cúcuta (Norte de Santander) hasta llegar a la Bucaramanga, cuentan que sus compañeros a veces no sobreviven a las dificultades que se les presentan en el camino; el principal factor son las condiciones climáticas.

Una vez en su destino, informó el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab, que los mayores puntos de concentración en el área metropolitana son el centro de la ciudad con un 47 % y la zona norte con un 21 % para dar un total de 14.813 migrantes en condición de regularidad, es decir con un permiso especial para estar en el país. Parques como el del Agua, Los Niños, Antonia Santos y Centenario resultan siendo refugios para ellos. El 55 % se dedica al “rebusque” y en contraste solo un 3 % tiene contrato laboral.

Integrantes de una familia de inmigrantes venezolanos cuyo hogar son las bancas del parque Centenario desde hace cinco meses. /FOTO LINA MATILDE
HORTA BERNAL

Cuando no son esos lugares para pasar la noche, son las residencias que pocos pueden costear. Cerca de 25 mil pesos es el precio que la gran mayoría no tiene en su bolsillo y mucho menos para pagarlo diariamente en una habitación, básicamente porque prefieren destinar ese dinero para comprar algo de comer. Y es por esto que finalmente seis personas deciden alojarse en un mismo lugar para dividirse el valor total y de esta manera no les salga tan costoso; a cada uno le tocaría dar aproximadamente cinco mil pesos.

No obstante, estas incomodidades no son su mayor preocupación, incluso son minúsculas al compararlas con el miedo a ser identificados como venezolanos y, por ende, ser deportados. Antes pedían ayuda a través de los medios de comunicación y contaban su historia; ahora el miedo se apodera de ellos y prefieren sufrir en silencio. Y es que según Migración Colombia en su último boletín, son 489.619 migrantes que permanecen en condición irregular, ya que no tienen permiso de las autoridades nacionales para su estadía legal.

Y aquí se produce el efecto dominó, cuando una situación termina afectando a otra; por ejemplo, quienes están de manera ilegal no pueden acceder a diversas oportunidades laborales, lo que conlleva a que se rebusquen la vida de una u otra manera y, que en algunas ocasiones, hasta les nieguen la estadía en cualquier hotel de la ciudad.

Protagonistas con nombre propio

Enderson Chávez y Javier Rivas llegaron hace un año y dos meses al país. Se movilizan todos los días por la ciudad con una ‘zorra’ desde la carrera 33 hasta la 42 junto a dos compañeros más, Leiber y Jorge, también compatriotas. Los cuatro se encargan de recoger y buscar en las basuras todo tipo de material reciclable para después venderlo en la avenida Quebrada Seca, ubicada en el centro de la ciudad. En este mismo lugar, en una habitación de una residencia se hospedan
ellos junto a dos compañeras Ana María y Carmen. Pagan cinco mil pesos diarios cada uno para tener donde llegar a dormir después de una jornada de trabajo.

En la habitación hay tres camas para seis personas, por lo que duermen dos en cada una. Las condiciones en las que viven las define como “no muy mal pero tampoco bien, todo es aseado y dormimos en buenas condiciones pero algunas veces no tenemos ni para comer, entonces al momento de vernos en esa situación cuando estamos reciclando buscamos en los desechos alimentos que se hayan vencido hace poco y esos son los que nos salvan el almuerzo o la cena”, afirma Chávez.

Enderson Chávez y Javier Rivas reciclan todos los días por las calles del barrio cabecera, utilizan una ‘zorra’ como un medio de transporte y de carga para el reciclaje que reúnen en el día. /FOTO LINA MATILDE HORTA BERNAL

En ese mismo sector hay una concentración de hostales y demás sitios para alojarse a un precio variado y asequible especialmente para los venezolanos que buscan economía. Belsi Quintana, administradora de un hotel ubicado en la carrera 21, tiene un total de seis piezas arrendadas a aproximadamente 15 personas del país vecino. El método de pago es diario, por ejemplo, si es una habitación individual el costo es de 13 mil pesos y si es para tres o cuatro pagan alrededor de 25 y 30 mil pesos entre todos. “Con dos noches que no paguen ya toca decirles que desocupen y que se vayan”, aseguró Quintana. Asimismo, añadió que nunca ha tenido ningún inconveniente con un inquilino y que hace esto por ayudarles.

También está el caso de Flaimar Falcón, administradora de una residencia en ese sector, es venezolana pero lleva en la ciudad más de dos años. Así como Quintero, Falcón permite que compatriotas se hospeden en su negocio, son cerca de cinco familias las que diariamente salen a buscar el sustento para poder pagarle el alojamiento.

En el año 2018 fueron deportados 840 venezolanos, sin embargo, la fecha en la que se alcanzó el máximo porcentaje fue en 2016 con 1.956 personas. Desde el 2012 hasta el 2019 han sido deportados 4.755 por Migración Colombia quienes además aseguran que el cierre de la frontera lo que hace es incentivar la irregularidad y no garantiza que dejen de llegar cada día ciudadanos del vecino país.

Por Lina Matilde Horta Bernal

Lhorta@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga