Por Juli Niño Torres/lnino716@unab.edu.co, y Karol Gonzalez Gonzalez/kgonzalez52@unab.edu.co

¿Aún recuerda hace 4 años como iba la historia de Colombia? Las problemáticas, injusticias sociales o esperanzas políticas de ese entonces, son casi las mismas de hoy. Resulta que, en 2018, cuando la papa valía alrededor de $800 y no $1.200, según Fedepapa, departamentos como Cundinamarca (200,079), Antioquia (139,598) y Valle (78,248) registraron el mayor número de votos en blanco. Estas cifras nacieron en forma de protesta democrática y de rechazo a los políticos. 

No soy de aquí, ni soy de allá

Al hablar de las discrepancias ideológicas del Estado colombiano, el mandato del expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018), su Nobel de Paz y el Acuerdo de Paz rechazado en el plebiscito son protagonistas de primer nivel. Pero -¿qué esperaba Santos?-, según Alberto Cienfuegos, politólogo y exdirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), la mayoría no quiso ver ni en pintura el Acuerdo porque “no hubo participación de la sociedad, por lo que fue percibido como una negociación de élites, yendo en contravía con la necesidad de refrendar los acuerdos”. La sentencia llegó con el “NO” en las urnas.

Por eso, el siguiente mandatario que Colombia apoyaría, tenía el poder de agravar o sanar las heridas que el Acuerdo de Paz había dejado, y comprometer el futuro de los departamentos periféricos que vivían de cerca el conflicto armado con las FARC, los cuales, según Fundación Ideas para la Paz (FIP), votaron por el “SÍ”. Por ejemplo: Catatumbo, Chocó y Nariño. Una pista: la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), explicó que la presidencia de Iván Duque debilitaría el Acuerdo y esto sucedió. El dolor humanitario marcaba un panorama sangriento en 2018, según Indepaz, 252 líderes sociales fueron asesinados en 119 municipios. Y esto se agravó. 

¡Hay más aún!, la participación del voto en blanco coexistió junto al surgimiento de la -rebuscada- palabra “castrochavismo”. La estrategia política de la extrema derecha la posicionó. Todo consistió en infundir temor y afirmar que la economía de Colombia recaería como la de Venezuela, causando el aumento en la brecha de polarización de izquierda y derecha, o como se diría coloquialmente: uribismo y petrismo. 

Según la MOE, en 2018 hubo 19 millones de votantes, repartidos entre 10.373.080 para Iván Duque del Centro Democrático y 8.034.189 para Gustavo Petro de Colombia Humana, esto en la segunda vuelta. Mismo fenómeno que llevó a los ciudadanos a 808.335 votos en blanco. Esta fue la más alta muestra del inconformismo democrático desde la Constitución de 1991.

Una reforma y desempaque sus maletas

Votar en blanco es una muestra de desesperanza frente a la posibilidad que exista, independiente del partido o candidato, una transformación de orden político-institucional. Según la politóloga Maria Bonilla Ovallos, cuando una persona decide dar su salto de fe al voto en blanco, es por falta de pedagogía y por la mala información presentada al pueblo sobre los partidos y movimientos políticos. 

No obstante, no es la primera vez que el voto en blanco crea escándalo en las tarimas de los sufragios del país. Su triunfo más reciente fue para la Alcaldía del 2011 en el municipio de Bello, Antioquia. Eran 280.000 habitantes y el único candidato a la Alcaldía, Germán Londoño, obtuvo 46.465 votos, mientras que el voto en blanco ganó con 60.818 votos.

Una razón de este suceso está involucrada con la amistad pública que Londoño tenía con el exalcalde del municipio y miembro del Partido Conservador, Óscar Suárez Mira, el mismo que, según el diario El Espectador, se encontraba preso por parapolítica. 

La patasola que vota en blanco: mitos y leyendas

Jóvenes ejerciendo su derecho al voto en las pasadas elecciones del 13 de marzo. Foto de Lesly Pérez

Cuenta la leyenda de las calles pavimentadas y destapadas que los mitos que rodean el voto en blanco suelen ser las principales trancas para que las personas desistan de usarlo. El Observatorio Político-Electoral de la Democracia de la MOE, explica que el analfabetismo político se resaltó en el 2018, cuando se registró 5% de votación en blanco y 14 % de los tarjetones nulos o no marcados, lo que lleva a pensar que en Colombia las personas sí expresan su descontento en las urnas, la embarrada es que ni siquiera saben cómo hacerlo. 

Uno de los mitos que más ha perjudicado al voto en blanco, según Laura Wills, miembro del Congreso Visible de la Universidad de los Andes, es la idea de que el voto en blanco se suma al candidato que obtenga la mayor votación. Este mito lo desmiente la Registraduría, pues esta suma nunca sucede y los resultados al final del conteo son los mismo, a ningún candidato se le suman los votos en blanco.

Lo siguiente sería que el voto en blanco es lo mismo que anular o no marcar el tarjetón. No coma cuento, no representa lo mismo, pues el voto nulo puede ser producto de un error al marcar. Mientras que el voto en blanco consiste en un voto consciente de protesta. Llega a ser común escuchar a personajes del pueblo, tales como Mario Mendoza, escritor y periodista de Colombia, asegurar que el voto en blanco no sirve para nada o “es una trampa”. Esto es completamente falso.

Votar: con ñapita o nada

La vida se rige por cifras y papeles que certifiquen la competencia y humanidad de cada persona. A lo serio, en términos constitucionales, ¿qué pasa cuando el voto en blanco gana en las urnas?  Bernardita Pérez Restrepo, abogada constitucionalista y profesora de Ciencia Política, explica que para que el voto en blanco gane, debe obtener una votación del 50% más uno de los sufragios.

En Colombia, según el artículo noveno del Acto Legislativo 01 de 2009, cuando los votos en blanco son la mayoría del total de los votos válidos, los candidatos perdedores de presidencia, gobernación y alcaldías no pueden volver a presentarse para una siguiente elección. Y en las Corporaciones Públicas, menos. Es una sanción por única vez y único periodo, pero es una sanción socialdemócrata.

El club de los incomprendidos

En las elecciones del año 2018 se promovió el voto en blanco, por lo cual el tarjetón tuvo dos casillas alusivas a esta opción: una de “Voto en blanco” y otra “Promotores del voto en blanco”. Los promotores del voto en blanco, Gustavo Adolfo Prado, abogado, y Wilson Rentería, soldado discapacitado en retiro, buscaron promoverlo para que hiciera historia con el fin de realizar campañas pedagógicas que nunca se habían hecho porque a “los políticos no les conviene que gane esta opción”.

Y usted, ¿va a votar en blanco?

Ahora, en el caso hipotético de que el voto en blanco ganará en las elecciones de 2022, según David Peña, abogado en derecho constitucional, iniciaría un camino de rechazo hacia los bandos de derecha o izquierda y seguramente un nuevo país, pero amanecerá y después de conteos y reconteos, veremos.

Universidad Autónoma de Bucaramanga