La serie santandereana de 10 capítulos, transmitida desde el 5 de noviembre por el canal TRO, es una propuesta que quiere proyectar un mensaje ‘algunas veces hay que regresar al pasado para entender el presente y proyectarse hacia el futuro’.

Es por esto que la producción muestra a los teléfonos inteligentes o mejor conocidos como Smartphone como un artefacto del futuro, a las calles de los barrios con canchas de fútbol improvisadas y las porterías móviles para permitir el paso de los vehículos, a las niñas jugando con muñecas. También a las mamás llamando a sus hijos a gritos para  que entraran a almorzar y otras acciones cotidianas que con el paso del tiempo se han perdido en los hogares.

La década de los noventa, más allá del conflicto y los problemas sociales que afrontó el país, era más sencilla para los jóvenes, y es justamente eso lo que ‘Ole mano’, quiere revivir en cada uno de sus capítulos.

Según Ella Carolina Cardona, productora de la serie, “los vínculos sociales de los niños eran muy grandes, alejados de la tecnología, interactúan más entre ellos. Los avances tecnológicos y las herramientas de comunicación han abierto espacios para acercar a las personas, pero también los han alejado, y es allí donde se hace importante poder contar una historia como estas, una época de muy buenos recuerdos para nosotros y todos los que pudimos crecer en ese tiempo”, añade.

“David vive y sufre en carne propia de todos los beneficios y prejuicios de esta sociedad contemporánea en la que cada vez son más importantes los “seguidores” que los amigos. En medio de este caos y confusión de valores este chico es víctima de la sobreprotección de sus padres, la soledad, el divorcio y la indiferencia.  Un encuentro fortuito y accidental e abrirá una puerta para internarse en el pasado y hacer un viaje en busca de sí mismo para encontrar los sentimientos y emociones que le dan a la vida su verdadero valor”.

Así se resume el argumento de la producción en las palabras de Diego Leal, también productor, quien añadió que la serie es una posibilidad de invitar a los jóvenes a que salgan a jugar en la calle, a convivir más, salir entre amigos, y sobre todo rescatar esos valores y costumbres que hoy poco se ven sobre todo en los niños y jóvenes, y aunque es muy fácil hacer un paralelo entre la vida de un niño de 10 años hoy y uno de los noventa, pues las diferencias pueden ser obvias: los comportamientos, el cambio en los medios de entretenimiento e intereses están tan alejados que fácilmente se podría decir que se ha cambiado abruptamente de generación.

El vestuario, la televisión, los teléfonos fijos y demás implementos característicos de la época fueron un reto para la producción, especialmente para los niños, quienes “chocaban” con el estilo y la ambientación de la serie. Expresaban que la ropa “era muy fea” o que los pantalones arriba de la cintura era algo de muy mal gusto, como lo recuerda Leal y el director Darío Luna. Este proyecto fue creado por egresados del programa de Artes Audiovisuales de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab). A través del canal TRO, este programa quiere unir a las nuevas generaciones y sus familias, y hacer especial énfasis en la santandereanidad.

Por Alejandro Meneses M.
cmeneses286@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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