El desarrollo regional como una práctica que involucre a desmovilizados tras los acuerdos a los que aspira llegar el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (Eln), fue uno de los análisis en la 73 versión de la Asamblea Nacional de Empresarios de la ANDI y 2 Congreso Empresarial Colombiano (CEC), que giró en torno a Colombia como país de oportunidades.

Esto llevó a crear una alianza entre el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y la Alcaldía de Girón, que llevó a las víctimas, reintegrados del conflicto armado en Colombia y residentes de este municipio capacitarse para convertirse en empresarios.

“La ciudadanía está aprendiendo una labor que le permitirá hacer líquido para ropa, jabón para manos, lavadora y platos, además de gel y detergentes, entre otros. Son productos de buena calidad para comercializar y ayudar a las familias más vulnerables, que pueden beneficiarse con esta gran oportunidad para mejorar su economía”, manifestó Carolina Joya Céspedes, instructora del Sena.

La propuesta de brindarles oportunidades a las personas que entrarán a la sociedad en calidad de reinsertados fue acogida por Ivonne Marcela Rondón Prada, secretaria del Interior, quien destacó la importancia de vincularlos como fuerza productiva para generar desarrollo. Aseguró que existen 106 proyectos viables
de emprendimiento que pueden ser útiles para un ejercicio de ingresos permanentes.

De la misma manera Oscar Darío Pinilla, representante de la dirección de Víctimas, Postconflicto y Derechos Humanos de la Alcaldía de Girón, hizo un llamado: “Queremos que la ciudadanía también lo sepa y lo sienta y por eso estamos empeñados en que se genere la posibilidad de difundir y formar empleo a desmovilizados que han pasado por el plan de reintegración, sin mirar a qué grupo o sector estuvieron vinculados o si se trata de víctimas del conflicto armado y militares retirados “, afirmó.

A su vez, Carolina Joya, destacó el papel que viene desarrollando Girón en esta labor. “Estamos trabajando con la ciudadanía para generar pedagogía, para que las poblaciones entiendan cuál es la dinámica de la implementación de la igualdad, el emprendimiento y el producir empleo, pero, sobre todo, entiendan cuál es el aporte que cada uno de las personas puede hacer para la construcción de oportunidad y desarrollo”, dijo.

Según los promotores de la iniciativa, los próximos 15 días más de 20 participantes del proyecto recibirán su certificado oficial, el cual les permitirá seguir creciendo como empresarios.

En otro evento, las víctimas y reintegrados del conflicto armado en Colombia recibieron una exaltación por parte de la Alcaldía de Girón. / FOTO: SUMINISTRADA POR CAROLINA JOYA CÉSPEDES, INSTRUCTORA DEL SENA.

«Construir paz es vencer el miedo»

Carlos Enrique Hurtado es un empresario víctima del conflicto armado que hace parte del grupo de estudiantes del Sena, quien decidió emprender y contratar personas que estuvieron en grupos armados. “Este es tan capaz que mete guerrilleros a la empresa”. La agresiva afirmación que tuvo que oír Carlos Enrique cuando le comentó a un colega, gerente de una empresa, su decisión de estudiar y tener como trabajadores a personas provenientes de grupos armados que se encuentran en proceso de reintegración.

Seis meses y medio después de haber dado ese paso, Carlos Hurtado  tiene en su empresa de productos de aseo, que se especializa en  fabricar detergente líquido para ropa, jabón para manos y lavadora, a tres personas del programa de reintegración a la vida civil como parte de su planta de diez empleados. “Pero he tenido hasta seis. De hecho, en enero, cuando me salga un contrato grandecito al que aspiro, busco otros tres”, cuenta y agrega: “Son excelentes trabajadores, se ponen en los zapatos de uno y mantienen gran lealtad con el patrón”.

Mediante utensilios caseros y productos químicos certificados Carlos Enrique Hurtado, crea su propia línea de productos de aseo para comercializar y ayudar a las familias más vulnerables. /FOTO CAMILA CALDERÓN

De sus empleados sobresale, por su rapidez, concentración y eficiencia, una mujer de tez morena, delgada y con un poco más de 40 años. Es Aura María Pico, con quien Hurtado comenzó el proceso de contratar a excombatientes reintegrados. Meses después, es una de sus empleadas de confianza y la encargada de enseñarles todos los secretos del trabajo a los reintegrados.

Aura María nació en Acandí, Chocó. Las Farc se la llevaron a los 16 años. Duró 17 en el monte, siempre en su departamento natal. Estando en la guerrilla tuvo a sus tres hijos y a todos los debió entregar. El mayor se fue con la abuela y los otros dos con “personas que yo conocía, pero que no les dieron el mejor trato. Es más, yo a mi primer hijo lo volví a ver cuando ya tenía 15 años”, dice.

Sus familiares la creían muerta, porque eso les decían los guerrilleros. Pero hace nueve años se cansó de la vida en el conflicto y se trasladó a Girón. “Aguanté hambre, trasnochos, necesidades. Por eso me fui y por fortuna logré recuperar a mis seres queridos. Hoy están conmigo mi mamá, mi papá y mis tres hijos, que tienen ya 21, 18 y 15 años”.

Los comienzos en su nueva vida fueron difíciles. Solo pudo conseguir un trabajo de tres días a la semana que no le daba lo suficiente para vivir. Hasta que conoció a Hurtado en el salón de clases, quien al mismo tiempo estaba camino a vencer el miedo de contratar a alguien que viniera de la guerra. “Me imaginaba a una persona de fusil, camuflado y mirando a mi hijo para secuestrarlo. Pero vi llegar a un ser humano, a una excelente trabajadora”, cuenta el empresario.

Ella, por su parte, sabe que generó un cambio en su vida: “Acá, gracias a esta oportunidad, pude estudiar y aprender. Fui buena para algo más que la guerra, ahora, el otro año, espero sacar mi capital semilla y poder poner mi propio negocio”.

Dar el paso y romper los esquemas

Vencer el miedo, la mala fama y el resentimiento para luego entender que todos comenten errores es la fórmula que Hurtado suele usar en las charlas a las que lo invitan y en las que procura convencer a otros de seguir su camino. Es más, siempre hace un cálculo: “En Colombia hay más de 50.000 empresas. Si todas contrataran al menos a una persona en proceso de reintegración, les daríamos trabajo a todos”, explica.

Para él, los beneficios han sido mutuos: “Para poder entrar al programa de empleabilidad de la Agencia Colombiana de Reintegración, tuve que formalizar mi empresa. Y pues aunque me costó plata, me abrió puertas. Ya no soy tan informal, sino que tengo contratos con la alcaldía y con la Gobernación”.

Un elemento clave es la paciencia. Tener a una persona en proceso de reintegración a la vida civil requiere flexibilidad, pues quienes hacen parte del programa necesitan asistir a consultas psicológicas y seguir estudiando.

Por

María Camila Calderón Bermúdez mcalderon442@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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