
El 10 de agosto de 2017 se publicó el estudio ‘Diagnóstico de la juventud rural en Colombia’, que fue financiado por el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, de la Organización de Naciones Unidas, ONU, en el que se revela con preocupación, que de seguir con los actuales índices de migración juvenil hacia las ciudades, en 2050 solo 1 de cada 5 habitantes de las zonas rurales de Colombia será joven. Ello implica que, para entonces, la capacidad de cultivo de alimentos disminuirá ante la falta de personal con una fuerza laboral más productiva.
En total, 2,6 millones de personas entre los 14 y 28 años son los residentes en el campo; según el estudio, de ellos anualmente el 12 % se desplaza a las ciudades en busca de mejor calidad de vida. En Santander la iniciativa más reciente para contrarrestar los índices de migración es la Universidad del Campo, una alianza entre la Gobernación y la Universidad Industrial de Santander, UIS, que en sus dos convocatorias, ha beneficiado a 200 jóvenes con carreras afines al sector agropecuario, cifra que se queda corta en cobertura educativa para la juventud rural santandereana.
Con las materias primas del sector rural, algunos adolescentes campesinos han ingeniado todo tipo de productos para innovar en el mercado y buscar un uso fuera del tradicional a frutas, verduras y hortalizas que se cultivan en Santander; desde esencias hasta postres, perfumes, helados y cafés especiales, que ofertan a sus vecinos y amigos, buscando siempre una comercialización más amplia que permita una retribución a sus iniciativas.
Desde la Secretaría de Desarrollo de Santander, el programa ‘La juventud nos une’, es el principal apoyo para los jóvenes santandereanos, es una escuela de liderazgo con representantes de los 87 municipios y que avanza en la idea de conformar los consejos municipales y departamental de juventud, para promover proyectos productivos, según el secretario departamental Samuel Prada Cobos.
Pero el acceso a los programas de acompañamiento se hace difícil debido a que muchos de los aspirantes no cuentan con la documentación requerida para ser beneficiados con los incentivos de apoyo, perjudicando a quienes desean salir adelante pero no tienen los recursos necesarios para legalizar su microempresa, además afirman que no cuentan con la asesoría suficiente en presentación de las propuestas.
Iniciativa de emprendimiento
En el barrio Brisas del Campo de Girón, Ariel Yesid Vásquez López junto a los hermanos Sergio Andrés y Elvis Johan Rodríguez Balbuena, hace dos años montaron la microempresa de yogurt ‘Congelatto Gourmet’, iniciativa que tuvieron luego de estudiar mecatrónica en el Centro Industrial del Sena en ese municipio. Vásquez López, de 22 años, quien llegó de San Alberto, Cesar, conoció en Girón a Sergio, de 27 y Johan Rodríguez Balbuena de 26 años, a quienes considera sus hermanos. Vásquez relata que la empresa “fue una iniciativa de crear una forma de sustento para nosotros, donde se pudiera aplicar lo que se ha estudiado en el Sena, con lo que aprendimos logramos fabricar las máquinas para preparar el producto”.
Desde que empezaron a estudiar en el Sena, los dos hermanos tenían ya la idea, que se materializó cuando llegó Vásquez López. En una casa arrendada cerca a su residencia, en el barrio Brisas del Campo, los tres jóvenes tienen montado su ‘laboratorio’, en el que fermentan la leche que compran a los productores locales, y la fruta a comerciantes de la plaza de mercado. Con los ingredientes listos y los cálculos de Sergio Rodríguez Balbuena, quien hizo un curso en alimentos gourmet y lidera la preparación, hacen yogurt de fresa, lulo, melocotón y mango.
“Trabajamos la leche y con procesos naturales le eliminamos la lactosa, algunas personas que no toleran la leche han probado el yogurt y les gusta porque no les hace mal, nuestro proceso es artesanal – industrial”, describe Sergio Rodríguez, mientras enseña una nevera que puede producir frío y calor al mismo tiempo, y que ellos crearon a partir de sus conocimientos para utilidad de la microempresa.
Una botella de mil mililitros de yogurt cuesta 9 mil 600 pesos, precio que tienen con base en los costos que implica la producción, actualmente la empresa tiene régimen simplificado, y buscan los recursos para obtener el registro sanitario del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, para poder ofrecer su producto en supermercados y tiendas.
De las utilidades de la microempresa dependen económicamente los tres jóvenes, quienes dicen que por ahora ha sido difícil ampliar el mercado porque llevan poco tiempo, pero reconocen que han tenido muchos avances que han logrado con esfuerzo, dedicando todo su tiempo a la microempresa y a promocionar su producto.
Los jóvenes están participando en la iniciativa ‘Pujanza Santander’, que desde la Gobernación incentiva las iniciativas de emprendimiento con productos locales. “Por ahora la Gobernación nos apoyó con la compra de 200 unidades de yogurt que entregó con unos mercados, pero esperamos ganar la convocatoria para poder conseguir el material que necesitamos”, comenta Elvis Johan Rodríguez Balbuena.

El panorama general
Las preocupaciones que plantea el estudio también se reflejan en los índices de pobreza de la juventud rural colombiana, que si bien han reducido en un 14 %, pasando del 53 % al 39 %; la brecha social respecto a la incidencia de la pobreza en los jóvenes urbanos aumentó 0,3 puntos, dado que mientras en 2005 la pobreza en la juventud campesina era 1.3 veces la de la urbana, al 2017 es de 1.6 veces, es decir, que por cada joven pobre citadino, hay cada vez más jóvenes pobres rurales.
En Santander no se conocen cifras exactas de los índices de pobreza en la juventud rural, sin embargo, a nivel nacional el departamento está en los 5 primeros lugares con menor índice de desocupación, según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, lo que, según la Secretaría de Desarrollo, supone que es una de las regiones donde mayor empleo se da para la generación presente.
El estudio ‘Diagnóstico de la juventud rural en Colombia’, fue liderado por Renata Pardo, economista de la Universidad de Los Andes. Allí se plantean además otras cifras como el acceso al sistema de seguridad social de los jóvenes colombianos, el nivel educativo, y además refirió los altos índices de embarazos adolescentes y padres jóvenes en el sector rural, respecto al que recomendó una cátedra obligatoria de educación sexual en las escuelas y colegios veredales.
El documento también reconoce que el nivel de ocupación de los jóvenes tiene diferencias ‘abismales’ entre los géneros; dado que mientras los hombres empleados son el 70 %, en la mujer joven campesina apenas alcanza el 32 %, lo que revela las diferencias e inequidad existentes en el acceso a empleo por parte de la juventud rural.
Otro de los aspectos que midió el estudio fue el acceso a servicios públicos elementales (agua y energía eléctrica), también llamó la atención que la mayor causa de mortalidad en los jóvenes sea las agresiones y homicidios, respecto al que sugirió el fortalecimiento de la convivencia ciudadana y mayor promoción de la cultura de paz.
El documento del Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes 173 del 3 de julio de 2014, crea espacios de fomento al emprendimiento juvenil de las zonas urbana y rural del país, con la “vinculación a las formaciones y unidades productivas del programa de Jóvenes Rurales Emprendedores de los jóvenes del sector rural y de los hijos de productores agropecuarios”; sin embargo, el panorama del estudio plantea una realidad distinta.
Por parte del gobierno, se espera reducir la tasa de migración rural mediante el fomento de las políticas públicas que trae la implementación de los acuerdos con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, que contemplan el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos en el punto 1 del Nuevo Acuerdo para la Terminación del Conflicto, en el que se propone la reforma rural integral en el campo colombiano.
Por Cristian Eduardo Beltrán
cbeltran193@unab.edu.co