Iván D. Gaona ha logrado reflejar lo que el cine debe hacer si quiere ser arte: que el espectador se reconozca en él.
A su producción ‘Pariente’ (que tan solo duró dos semanas en la cartelera de cine de Bucaramanga) no le han faltado las críticas. Lo cierto es que buena, mala, regular, entretenida, violenta o sencilla, ha llevado al colombiano y especialmente al santandereano, a que se refleje en la realidad social y política en la que vive, muchas veces sin darse cuenta.
Y se le deben reconocer otras bondades. Ha conseguido que el cine en Güepsa sea tan popular como los cultivos de caña, que familias completas compren las boletas para ir de noche a la función, que muchos escriban mensajes en redes sociales y hablen del Gaona amigo, el exestudiante del Instituto Técnico Superior Dámaso Zapata y de ingeniería civil de la UIS, de “ese man bajito y con ‘chivera’” que hace casting en los lugares menos explorados en busca de actores naturales, porque los “rolos” no siempre encajan en “su realismo”.
La curiosidad que ‘Pariente’ ha despertado también ha llevado a que muchos se detengan frente al afiche western al mejor estilo de los clásicos del cine estadounidense y se pregunten si la producción es local o internacional. Incluso, ha motivado a que otros inviten a ver la “primera producción hablada en acento santandereano” y que nadie debe perderse.
Después del estreno nacional de ‘Pariente’–13 de octubre– Periódico 15 dialogó vía telefónica con Gaona esto fue lo que contó sobre su presente y futuro en el cine nacional.
‘Pariente’ ya ha estado en varios festivales y salas del mundo, ¿qué se siente saber que una película hecha aquí, en su tierra, con una historia relativamente sencilla, sea vista y reconocida en varias lugares del mundo?
Nosotros (La Banda del Carro Rojo Producciones) llevamos trabajando 10 años en películas y antes de hacer ésta hicimos seis cortometrajes con los cuales pudimos de cierta manera darle la vuelta al mundo. Con ellos descubrimos cuál era como el propósito de estar en esos escenarios y más o menos el propósito de estos festivales es exaltar lo que se está haciendo en términos de cinematografía en el mundo, pero al mismo tiempo son ventanas de ventas. El gran componente del cine es industrial y para eso existen estos grandes festivales que son para vender y comprar contenidos. De alguna manera el romance de estar en estos festivales va de la mano de vender películas, dicho romance lo comprendimos con los cortometrajes y cuando llegamos ahora con el largometraje, pues primero que todo es un honor ser seleccionado, pues llegan más de siete mil películas y se seleccionan diez. Aparte de trabajar en pro para vender la película en otros países y ventanas de exhibición es un orgullo, y sentir que uno está recorriendo un camino que vale la pena.
Desde 2013 usted hablaba que tenía en mente la historia de un campesino que manejaba un camión y que estaba relacionado con la violencia. Hoy vemos que esa historia se materializa en ‘Pariente’. ¿Cómo fue el proceso de llevarla al séptimo arte?
Cuando uno estudia cine tiene en mente la necesidad, la inquietud y el afán de contar cosas. Uno es una especie de contador de historias, porque le inquieta el mundo en donde se ha desarrollado, se ha vivido, y quiere generar una discusión respecto a ese espacio. Entonces desde 2013 empezamos a escribir esa historia, como una experiencia personal, como un triángulo amoroso y luego rápidamente la trasladamos al sur de Santander que es de donde provento (Güepsa). Le dimos un trasfondo más interesante como pesando en un escenario que no se ha hablado mucho y el vacío de poder que quedaban en las regiones cuando se desmoviliza un grupo armado. No queríamos hablar de las guerrillas ni de los “paras”, sino de lo que pasa en las personas que han estado sometidas a ese influjo. Fueron dos años de escritura y de búsqueda de financiación del presupuesto con varios asesores, unos nacionales otros internacionales de guion, y finalmente en el 2014 ganamos el premio gordo de producción de largometrajes de Proimágenes Colombia. Gracias a ello pudimos terminarla.

– LA BANDA DEL CARRO ROJO
¿Por qué arriesgarse a trabajar con actores naturales y no profesionales?
Cuando volvimos a la región y pensamos en hacer películas en Santander pensamos primero que nunca habíamos visto el acento y el carácter de los santandereanos en las pantallas de cine. A veces en televisión salían personajes estereotipados o clichés, pero uno siendo de acá sabe que hay algo más poderoso en ello, entonces quisimos como propuesta estética buscar personas de la misma región para que interpretaran las historias que yo tenía en la cabeza y que no cualquiera puede actuar. Esto lo heredamos de haber trabajado en películas como ‘Los viajes del viento” (Ciro Guerra), ‘La sociedad del semáforo’ (Rubén Mendoza), de ‘Roa’ (Andi Baiz) y es un método de trabajo personal que desarrollamos con la productora Diana Pérez Mejía. Hacemos talleres muy juiciosos de preparación de actores varios meses hasta que sintamos que tienen el poder necesario que necesitan sus personajes, es decir, no quiere decir que porque sean de la región lleguen al set sin ningún ensayo, de hecho no es un ensayo.
¿Cuál es la experiencia de estas personas que tal vez no pensaban verse en una pantalla grande, como por ejemplo Willington, quien es el protagonista en ‘Pariente’?
Hay dos cosas bonitas que han pasado con la película. Primero, sentir orgullo por la tierra, saber que no había pasado nunca, que nunca una película santandereana llegará a la cartelera nacional, es decir, es un orgullo que seamos nosotros mismos los que protagonicemos una película de nuestro pueblo. Cuando uno es de región las cosas del pueblo son muy importante, incluso a nivel de Bucaramanga, todo lo regional comparado con el resto del mundo toma relevancia. Segundo, los procesos de preparación actoral ponen a prueba toda la confianza en sí mismo, o sea, el triunfo de haber atravesado ese proceso de preparación y haber estado en la película era que todas las personas vinculadas se dieran cuenta que tenían un tremendo potencial expresivo, no quiere decir que todos servían para ser actores, pero había una fuerza en ellos, de la que no eran conscientes, y el método que usamos, lo potencializó.
La taquilla, guste o no, tiene mucha importancia hoy día en las películas, porque hace que las películas se queden o salgan de cartelera. ¿Cuáles son las estrategias que se están implementando para que la película se mantenga y no pase inadvertida, y atraiga a un público distinto al que le interesa ese tipo de cine?
Hemos desarrollado una campaña de promoción que lleva dos meses en televisión pública, en algunos espacios de la televisión cerrada, en prensa, con un gran efecto en el Canal TRO como aliado, en sus programas. Hemos desarrollado una campaña muy fuerte para que ‘Pariente’ no sea vista como cine de autor, sino que se vea como una película entretenida, para que los dueños de las salas le den el mismo espacio de las películas comerciales. Es una pelea de un pez y un tiburón, nosotros somos el pez y los tiburones son las salas. Son ellos finalmente los que deciden si ponen las películas y que espacio les dan, es el gran problema del cine colombiano realmente. Finalmente una sala de cine no le interesa que el cine se desarrolle, le interesa vender o no una boleta, bien sea nacional, ‘hueso’ (mala producción) o cine pasivo, lo que sea, lo que interesa es vender. Es una pelea que el cine colombiano está perdiendo. Por ejemplo, aunque hicimos mucha campaña en Bucaramanga todos fueron a ver ‘El coco’, de Dago García, qué es humor simple, sin trascendencia, que no va para ningún lado, puede entretener y sacar una sonrisa, pero es eso. El problema no es ni siquiera de la gente, el problema es mucho más grande, el problema es cómo se visibiliza en los exhibidores, la educación audiovisual que tenemos, habría mejor dicho que irse a trabajar al Ministerio de Educación para que desde chiquitos nosotros veamos cine, arte y pintura, y por allá en 30 años aprecie que llega algo así al cine.

¿Cuál es el apoyo estatal para la producción de una película? ¿Qué tan difícil es hacer una película en Colombia?
Desde 2003 se sancionó la ley de cine en Colombia, que es ley 814, y esa ley generó un marco jurídico para captar dineros de impuestos y acumularlo en el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico’. Esa ley creó una entidad llama Proimágenes Colombia que hace parte del Ministerio de Cultura, y lo que hace es que cada año ese dinero que se ha captado por impuestos entre en concurso para financiar proyectos que se licitan públicamente. Gracias a ese Fondo es que se pueden empezar a hacer esas películas que salen cada semana en cartelera de cine. Eso quiere decir que las películas para hacerse tienen que entrar en concurso con el resto del país, entonces cada año se ganan ocho premios para hacer ocho largometrajes, pero se presentan como 300 personas, es una lotería. Nosotros la ganamos en 2014 y por eso pudimos hacer ‘Pariente’ en 2015 y en 2016 llega a cartelera, pero es difícil, porque la ley no estableció un marco económico completo que permitiera a la industria vivir de ellas misma.
Ahora mismo están en la promoción de la película, pero ¿hay un proyecto nuevo o todavía no?
Sí. Llevamos desarrollando dos proyectos en paralelo hace un año también con Diana Pérez Mejía, que es la productora de La Banda del Carro Rojo, porque hay que seguir, porque como son tiempos tan largos no se puede quedar solo con un proyecto. Mentalmente es muy desgastante, tú ahora estás viendo la película pero nuestro equipo de trabajo lleva tres años produciendo, si uno solo se quedará con eso en la cabeza se secaría. Entonces tenemos dos largos en desarrollo, uno es para hacer entre Bucaramanga y Bogotá que se llama ‘Mujer primavera’ y otro se llama ‘La vida inútil’, que es para hacer en Bucaramanga.
¿Si tuviera que describir en una frase lo que significa la película hoy después del estreno, todo lo que repercute, ¿cómo la describiría?
Es como el primer espacio real de memoria que se plasma en Santander, en el país y en el mundo, es decir, una película es como la memoria de un pueblo, y es la primera vez que imprimimos esa memoria para todo el público y quedará para siempre.
Por Alejandro Meneses Meneses
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