Inicio Bucaramanga ‘Pico y placa’: ¿restricción o autorregulación?

‘Pico y placa’: ¿restricción o autorregulación?

El regreso de la medida ayudaría a descongestionar las vías e impactaría en la calidad de vida de los bumangueses. Mientras se conoce qué pasará con la restricción, expertos piden a concejales “no izar banderas” a favor o en contra.

Por orden del juzgado noveno administrativo del circuito de Bucaramanga la restricción del ‘pico y placa’ en esta capital se encuentra suspendida desde el pasado 31 de marzo. Una acción interpuesta por el concejal Henry Gamboa Meza (partido Liberal), quien pretendía que se declarara la nulidad del ‘pico y placa’ zonal en el centro de la ciudad, terminó por tumbar esta medida en todo el municipio.

A partir de ese momento los habitantes de la “Ciudad Bonita” o de la ciudad con los mejores indicadores de reducción de la pobreza, o la que se vanagloria de haber sido considerada como una de las diez capitales con mayores perspectivas de recibir inversión extranjera en el mundo, según el periódico Financial Times, o de haber sido autoproclamada por el exgobernante Luis Francisco Bohórquez Pedraza como “la ciudad sostenible”, ven pasar las hojas del calendario sin que el “limbo jurídico” -término vago con el que se disfraza una leguleyada se resuelva.

Pico y Placa: entre la restricción y la autorregulación

Lejos de ser la panacea para solucionar los problemas de movilidad, el regreso del ‘pico y placa’, paradójicamente, es
reclamado por una mayoría de conductores que se quejan, a diario, del aumento en la intensidad de los trancones los cuales demoran más sus desplazamientos, generan mayor contaminación ambiental y, de paso, impactan en la calidad de vida de los bumangueses. Otros, entretanto, sugieren la adopción de medidas que van desde la coerción, pasando por la educación y llegando, incluso, hasta la autorregulación.

¿De dónde venimos?
Mientras que “su majestad el vehículo” se convirtió en uno de los “aspiracionales” de las clases emergentes en todo el mundo, generando las primeras crisis de movilidad en capitales como Londres, Tokio y Los Angeles, en la década de los años 70 del siglo pasado, el trancón sigue siendo, cuarenta años después, ese monstruo de mil cabezas que cada ciudad moderna busca, muchas veces sin éxito, controlar.

“Hoy no circula” es el patrón de la restricción que limita el flujo vehicular, desde hace 28 años, en el Distrito Federal de México. En una urbe asfixiante de cinco millones de vehículos, la pirámide de la medida busca, esencialmente, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero por medio de un sistema de verificación del nivel contaminante del carro.

El 40 % del parque automotor deja de circular diariamente en la capital mexicana. Esta norma mutó en Bogotá, en 1998, en forma de ‘pico y placa’, una restricción por el último número de la matrícula, como respuesta al incesante caos del flujo vehicular en horas ‘pico’ en la capital colombiana.

“Se suponía, cuando la impuso Enrique Peñalosa en Bogotá, que era una medida transitoria, es decir, frente a una emergencia había que imponerla”, afirma el ingeniero ambiental Jairo Puentes Brugés, para quien la restricción que se volvió permanente “no es ninguna solución de nada, eso no tiene absolutamente ni pies ni cabeza”, y subraya que esta “es una medida transitoria mientras se toman las verdaderas medidas de fondo”.

Respirando material particulado
En el área metropolitana de Bucaramanga circulan hoy más de 600 mil automotores. Quiere decir que, mal contados, por cada dos habitantes hay un vehículo. Eso tiene un impacto directo sobre la salud de sus habitantes que pocos le dan importancia.

El índice de calidad del aire se mide en la cantidad de materia particulada que hay en el ambiente. Las partículas suspendidas en el aire menores a 10 micrómetros (micras) son consideradas como perjudiciales para la salud puesto que no se asientan rápidamente. Según el médico pediatra Jaime Forero Gómez, “el material particulado que produce más daño, que nunca se mide, es el de menos de 5 micras o 2,5 micras” y, ¿por qué es el más importante?

El galeno responde “porque es el que se absorbe a través de la piel, a través de las vías respiratorias, se queda en el cuerpo durante toda la vida y es cancerígeno”. Para Forero las mediciones que se hacen actualmente son un sofisma. “Nos meten los dedos en la boca diciendo que el material particulado menor de 10 micras es seguro. Sí, pero el más dañino es el otro que no están midiendo, entonces viene lo uno con lo otro, el problema se llama un poco de corrupción, un poco de oportunistas en unos cargos públicos que están matando a los niños, todos los días vemos más cáncer, el nieto nuestro y el bisnieto ya están generando alteraciones en su ADN, en su herencia, que van a hacer que dos o tres generaciones más sufran las consecuencias del chistecito de haber suprimido el ‘pico y placa’ en Bucaramanga”, reclama el médico.

Las autoridades ambientales, por su parte, afirman que cumplen los protocolos para el monitoreo y seguimiento de la calidad del aire que estipula el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. Sin embargo, la politización de estas entidades ha dejado a la ciudad sin las herramientas suficientes que permitan medir el pulso de forma certera a la contaminación. En todo caso, el “limbo jurídico” que mantiene suspendida hace dos meses la restricción vehicular en la capital santandereana, ha arrojado algunas luces.

“En la calle 52 con carrera 36 hay días en los que, a las siete de la mañana, había 152 microgramos por metro cúbico, ese es un signo de alarma porque nos estamos acercando a los 255 microgramos por metro cúbico, que empieza a afectar a la gente”, dice Víctor Julio Azuero, director del Área Metropolitana de Bucaramanga, una de las corporaciones autónomas que vela por el cuidado ambiental en la ciudad.

El precio político
Dos concejales opositores a la administración de Rodolfo Hernández Suárez, Henry Gamboa Meza y Pedro Nilson Amaya Martínez (ambos del Partido Liberal), le han puesto precio político a la norma. Ambos han impugnado las últimas medidas dictadas por la administración, tendientes a reducir aún más la circulación de particulares, y en un hecho sin antecedentes en el país, tumbaron el ‘pico y placa’ en la capital santandereana.

Según Amaya Martínez, “nosotros sabemos que se está generando un pasivo ambiental, yo estoy de acuerdo, todos los concejales estamos de acuerdo con el ‘pico y placa’, pero con dos dígitos y que no excluya zonas como el patrimonio comercial que es el centro de la ciudad”.

El “Florero de Llorente” fue la imposición de una medida especial, en el centro de la ciudad, que buscaba sacar de circulación en este congestionado sector el 50 % de los vehículos. La administración municipal, para algunos, pecó por su obstinación. Alejandro Almeyda Camargo, director de Fenalco Santander, el gremio que reúne a los comerciantes locales, los cuales se han opuesto desde un inicio a la restricción especial en la zona argumentando la reducción severa de sus ventas, explica que “logramos determinar que los horarios de ‘pico y placa’ que puede adoptar la ciudad estarán comprendidos entre las 6 de la mañana y las 8 de la noche, de lunes a viernes, únicamente en dos dígitos y que se extienda a toda la ciudad. Esperemos que el señor alcalde (Rodolfo Hernández Suárez) cumpla su palabra, como así me lo ha dicho él, que una vez se ponga en consenso se va a tomar una decisión que irá hasta el 31 de diciembre de 2019, a las 12 de la noche”, dijo Almeyda.

En contraste, un estudio hecho por el programa de Economía de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab) demostró que la caída en las ventas de este sector no fue por cuenta del endurecimiento del ‘pico y placa’. La investigación concluyó que los meses de febrero y marzo tienden a ser los de peores resultados en ventas durante cada año. Gamboa Meza, otro de los concejales que impugnó la medida, manifestó que “han hecho muchos sondeos y todos arrojan 65 % o 70 % que prefiere dos dígitos, pusieron la alternativa del alcalde de cuatro dígitos, solo sacó el 10 o 15%, pero mientras se surte ese trámite, pues pierde la ciudadanía de Bucaramanga”.

La alternativa del servicio público
La discusión también alcanza al servicio público de transporte y al sistema integrado de transporte masivo, Metrolínea. Ninguno de los dos ofrece, por ahora, una alternativa de calidad para que la gente se baje del carro y tome al bus. Es más, cada día pierden más usuarios frente al transporte informal.

Juan Pablo Ruíz González, director (e) de Metrolínea, advierte que “el transporte ilegal es riesgoso, es inseguro, las condiciones higiénicas no son las adecuadas, los mototaxistas en su mayoría ni siquiera pagan el seguro obligatorio”. Y sobre la deficiencia en las rutas de servicio de buses urbano, Víctor Azuero, director del Área Metropolitana de Bucaramanga y autoridad que regula la prestación de este servicio en la ciudad, dijo que “nos hemos reunido desde septiembre del año pasado con los 13 gerentes de las empresas de transporte público y les hemos pedido algo fundamental: preséntenos una propuesta de integración del sistema que mejore la rentabilidad para ellos, pero que mejore el servicio de una manera eficiente para los ciudadanos”.

La autorregulación
En el otro extremo del péndulo se ubican el ejercicio de la autoridad y la autorregulación ciudadana como fórmulas para contener un tráfico desbordado.

Aquiles Torres Bretón, exdirector de Tránsito en esta capital, manifiesta que “lo vengo diciendo desde hace diez años: no se necesita el ‘pico y placa’ en Bucaramanga”. Y agrega “denme un punto de apoyo y en tres meses la movilidad comienza a mejorar, con 100 agentes de tránsito, motos, grúas y mayor autoridad, comenzamos en Bucaramanga a mejorar la movilidad y seguro que la velocidad promedio, que debe estar en 15 kilómetros por hora, la vamos a subir a 30 kilómetros por hora”.

Entre tanto, Jorge Édgar Flórez Herrena (Polo Democrático), uno de los concejales que más ha luchado por que la bicicleta se convierta en una alternativa eficiente a la solución del caos vehicular, señala que “nosotros esperamos transitar los dos primeros kilómetros de ciclobanda o carril exclusivo para la bicicleta entre el Parque de Los Niños y la UIS, y el otro tema que venimos planteando es el de la cultura vial y movilidad sostenible, tenemos que ganar con ese enfoque porque el tráfico nos está convirtiendo en personas agresivas y enfermas por el estrés”.

Justamente, en términos de educación ciudadana, Gerardo Joya, coordinador de cultura vial de la Dirección de Tránsito de Bucaramanga, indica sobre su trabajo que “la impotencia es precisamente la falta de cultura, lo más recurrente es la falta de respeto a la autoridad y a las señales de tránsito, en especial conducir en contravía, tan solo en ese aspecto su violación termina generalmente en una muerte”.

El parque automotor sigue, mientras tanto, aumentando. Las vías, entre tanto, no crecen. La movilidad es, sin lugar a dudas, un tema que debe permanecer en la agenda pública del largo plazo sin colores ni matices políticos.

Por Luis Fernando Rueda V.
Director de Soy Autónomo TV.
lurueviv@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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