María Alejandra Gámez Orduz / mgamez@unab.edu.co                                            

Vámonos para el domingo 19 de junio de 2022, ¿sí se acuerda qué pasó o le refresco la memoria? Colombia temblaba ante los pasos de millones de ciudadanos que salieron a las calles con cédula en mano y la fe puesta en Dios, la Virgen, el Universo, Satán… para que su candidato ganara. 

Eran dos bandos claros. En una esquina apoyaban al piedecuestano berraco y echado pa’ lante ¡quien iba acabar con la corrupción de este país! En la otra, más a la izquierda, parchaban los “mamertos”, creían firmemente en el gobierno del cambio. Con un 50, 44% de los votos ganaron Gustavo Petro y Francia Márquez. Hubo gritos, aplausos, llantos, fiestas, cumbias, amanecidas. Gran parte de los 11 millones de ciudadanos que votaron por el primer gobierno progresista de Colombia se reunieron con sus familias, amigos, vecinos, pegues y culitos. Bebieron, fumaron, cantaron, bailaron, ondearon la bandera arcoíris. Salieron en sus carros, motos, bicicletas; con niños, perros, gatos… Para algunos fue fiesta nacional, para otros fue el comienzo del fracaso de esta tierra del Sagrado Corazón por entregarle el país a un (ex) guerrillero, a un hijo del demonio comunista. 

Bueno, y si pudiera devolver el tiempo ¿qué haría? ¿Cambiaría los resultados? Con sinceridad, responda esa pregunta. Imagínese que un día se despierta y ve por televisión “última hora, alocución especial del nuevo presidente de la República de Colombia” y sale en la pantalla un viejito canoso, que se ve tiernito (hasta que le sacan la piedra porque ahí sí “le pega su tiro hijueputa”), tiene unas hojas en la mano, las mira una por una, las ordena, mira a la cámara y dice: “Yo, Rodolfo Hernández Suárez, piedecuestano de corazón y nacimiento, hijo de la Universidad Nacional de Colombia quiero decirles dos cosas. Primero, que voy a convertir a la Casa de Nariño en un museo de arte contemporáneo”. Habla, con su voz temblorosa y lenta: “tendencia moderna de los artistas más destacados de Colombia, y sobre todo de Bucaramanga”. 

Con el dedo índice de su mano derecha en forma de pistola, hace como si pegara un tiro a la cámara. Grita: “¡convertimos esto en una galería de arte, porque el Presidente tiene que vivir como vive la mayoría!” Vuelve a apuntar directamente hacia la cámara mirando fijamente el lente para que usted, que está viendo, entienda que Rodolfo quiere vivir como nosotros, los ciudadanos de a pie. Para él, ser de a pie es tener una finca a las afueras de Piedecuesta con vigilancia privada, piscina, múltiples zonas verdes y una cocina que probablemente mide más que un apartamento común y silvestre.  

Continúa, en la parte de atrás se ve la bandera con su nuevo escudo, ya no tiene el cóndor y en su lugar lo reemplaza una hormiga culona y el océano se cambió por el Cañón del Chicamocha con la cara de Rodolfo de fondo. Al lado están unas pancartas verdes con el lema “lógica, ética y estética”. “Y segundo, ministro que se porte mal, ministro que saco del gabinete, pero ¡no se va sin recibir su cachetadón! Pregúntenle a Jhon Claro”, suelta una leve risa. Ya se estaba parando de la silla cuando se vuelve a sentar y remata “Y departamento que no conozca, departamento que saco de la geografía nacional #HastaLuegoVichada”. 

Ahora sí se levanta y se acaba la transmisión. “Muy bien ingeniero” le comenta uno de los integrantes de su equipo mientras le aprieta la mano con emoción. “Su carro lo está esperando para llevarlo a El Dorado y de ahí se va directo pa Palonegro”, “gracias mijito” le responde Rodolfo soltándole la mano “pero no me toque de a mucho que por ahí escuché que usted está más manoseado que las prostitutas de Puerto Wilches”. Lo mira fijamente durante unos segundos hasta que suelta una carcajada “es un chiste” concluye “jum, ese viejito no cambia”. 

Seis meses después Rodolfo elimina el Banco de la República y en su lugar pone el Banco HG, que en adelante manejará la bolsa de toda Colombia. El programa bandera de HG obligará a que cada colombiano que sueñe con una casa propia tendrá que recibir un subsidio y asumir un préstamo a 100 cuotas sin intereses. Esta política pública logrará que Sarmiento Angulo y el grupo Gran Colombiano obliguen a todos sus empleados al primer estallido social liderado por cajeros, asesores comerciales, subgerentes y gerentes de la banca. Dentro de su Plan de Gobierno, este punto se llama “los pobres me siguen volviendo rico”. Y también tiene otros como: “acabar con la robadera”, este consiste en salvar al país de los ladrones que se roban la plata del pueblo. Acto seguido, el Palacio de Nariño queda vacío y en el Congreso asustan. “Ciclorrutas para todo el país”. ¿Quién dijo que Colombia necesita carreteras en óptimo estado para conectar un departamento con otro? Mejor una red de ciclorrutas que vaya por las principales carreteras del país. Y para hacerlas van a ocupar la mitad de los carriles ya disponibles. Y su política estrella, la que lo llevó a la presidencia, “ya no jodan más Vitalogic” donde acaba con la Procuraduría, porque ¡se hace lo que él diga y punto! Y así se anulan los fallos en primera instancia que lo inhabilitan. Y cuando termine su mandato puede seguir en la política por catorce años o más, si aguanta vivo…

Del centro a la montaña 

Con todo el respeto de los rolos, pero con el nuevo presi quedaron en el olvido. Ahora la nueva capital del país es nada más y nada menos que ¡Bucaramanga, mano! La pequeña Manhattan triunfó por encima de otras ciudades y demostró que no tiene nada que envidiarle a Bogotá. Si ellos tienen el Estadio El Campín, nosotros tenemos el coloso Alfonso López. Si tienen Transmilenio, nosotros Metrolínea. Si tienen la Torre Colpatria, nosotros el edificio Majestic. Si en la mañana hace sol y en la tarde llueve, o si la ciudad se colapsa en hora pico, nosotros también. ¿Si ven? Nada que envidiarle, tenemos todo para ser Capital. Además, acá se come cabro y mute, el nuevo patrimonio cultural de la Nación, un punto para nosotros, cero para la changua. 

Las excursiones de los colegios ya no son en Cartagena o San Andrés, ahora las agencias de viaje cambiaron sus planes y ofrecen toures para San Gil o Panachi. Cuatro días, tres noches con todo incluido: montada al teleférico, visita al parque acuático, si les gustan los deportes extremos pueden descender en una balsa por las aguas bravas del Río Fonce o hacer torrentismo en las cascadas de Juan Curí. La estadía es en Charalá o El Socorro, con desayuno, almuerzo y cena tipo buffet. Estos planes también incluyen los pasajes por Copetrán doble piso. 

Y para que vean que Rodolfo piensa en todos, hasta en los futboleros de corazón, quiero decirles que por fin verán al Atlético Bucaramanga ganar, porque por decreto presidencial ningún equipo puede derrotar al auriverde durante sus cuatro años de gobierno. Repito, ninguno porque dependiendo de su humor ese día, el técnico del equipo que justamente le gane se lleva su tiro ¡hijueputa! O una cachetada, y doble. 

Para finalizar, Rodolfo busca hacer lo mismo que en su Alcaldía, rendirle un homenaje “real” a la mujer porque, según él, el 70% de la parte ejecutiva de Bucaramanga eran mujeres. Aunque “debamos dedicarnos a la crianza de nuestros hijos” y “no hacer comentarios y apoyar desde la casa”, él asegura que es cero machista y que en su presidencia dos de cada tres cargos directivos van a ser mujeres. Porque así trabaja él por la igualdad, con ¡hechos reales, ijuepuerca! 

El balance de su gobierno hasta ahora es que no le ha pegado ninguna cachetada a los ministros, porque anda esperando que se termine de construir el Ministerio Anticorrupción con Luis Carlos Hernández al mando. La sede está al lado de su finca en Piedecuesta y espera manejarlo de la mano con su hijo para machetear las cabezas de los corruptos de este país. Si se descuida un poco corta la del hijo también y le da el puesto a su mujer.

Universidad Autónoma de Bucaramanga