Por Juan Camilo Montoya Bozzi* / rectoria@unab.edu.co
Luego de que se cumpliera el proceso de inscripción de las candidaturas a los diferentes cargos de elección popular, empieza para cada ciudadano el proceso de escoger por quiénes votar el próximo 27 de octubre.
Y ese proceso resulta complejo en medio de la avalancha de mensajes, publicidad, acusaciones y noticias falsas que abruma y hace difícil percibir quién es quién, qué representa y qué propone para un municipio o un departamento.
Frente a la dinámica tradicional de las campañas, que se concentra en las propuestas y proyectos de cada quien, las cuales en gran medida tienen poco estudio y soporte técnico. Por esto quiero invitar a que dejemos esos elementos en segundo plano y primero enfoquemos el esfuerzo en comprender y analizar en profundidad quiénes son los candidatos(as).
Es decir que, para aspirar a tener excelentes gobiernos, que logren avances sustanciales en reducción de pobreza, calidad de vida, sostenibilidad y dinámica económica, entre otros objetivos de políticas públicas, nos va mucho mejor conociendo a fondo a la persona que aspira a liderar el gobierno local, su equipo y
su trayectoria real. Luego de ese análisis juicioso sí valdrá la pena revisar lo que plantean.
Hago esta afirmación no porque la visión y los programas de gobierno presentados no sean importantes en una campaña y en un futuro Plan de Desarrollo. Todo lo contrario, estos dos puntos son sumamente relevantes para una ciudad o una región únicamente en la medida en que se materialicen y transformen la calidad de vida de la mayoría de habitantes. Justamente para ello, se requiere que los elegidos evidencien ciertas características y condiciones.
A manera de ejemplo, hace pocos meses, el periódico Vanguardia publicó un recuento acerca de cómo todos los alcaldes de Bucaramanga, desde 2001, han tenido cuestionamientos, sanciones, suspensiones o destituciones asociadas a la manera como ejercieron su cargo y tomaron decisiones, principalmente, de contratación pública. En el caso de la Alcaldía de Floridablanca, la situación es dramáticamente parecida.
Ahora, si observamos de cerca podríamos estar de acuerdo en que todos los planes de gobierno de esos candidatos, luego convertidos en alcaldes, estaban bien planteados. Todos convertidos en sendos Planes de Desarrollo, contenían buenas alternativas para mitigar la pobreza, desarrollar infraestructura de transporte y espacio público, mejoramiento en salud y educación, proyectos de vivienda y apoyo a las pequeñas empresas. Todas ellas, bien intencionadas en el papel.
Pasado el tiempo de esas administraciones y analizando la situación actual de Bucaramanga y su área metropolitana en todos esos frentes, es evidente que, desde la gestión pública local, no hemos logrado tener un proceso consistente de avance como ciudad y como región. Si nos detenemos a pensar en el rezago regional en diferentes frentes de la gestión pública, podemos concluir fácilmente que se debe a la ausencia de ejecución total delos proyectos planteados, la falta de articulación entre entidades públicas o la mala ejecución técnica y presupuestal de los mismos proyectos, entre otras razones. Y luego, al analizar y buscar las causas de la no ejecución o mala ejecución, vemos que se debe a falta de recursos, mala planeación y fallas en la contratación del proyecto. En ese momento ya estamos cerca de lo obvio: que el problema no es de ideas, el problema es de principios, valores, corrupción, falta de constancia, manera de liderar y administrar, convicciones y falta de experiencia técnica en secretarías y entes especializados.
De lo anterior surge una pregunta: Si los planes de gobierno tenían proyectos favorables y todos los alcaldes han tenido cuestionamientos, condenas, sanciones y destituciones, ¿qué es lo que ha fallado?
El problema no está en las propuestas con las cuales nos distraemos por estas épocas. Los ciudadanos, los medios y las instituciones caemos en la trampa de invitar a los candidatos(as) a “debates” para compararlos y escucharlos, y poco nos detenemos en conocer a fondo la persona en todos los aspectos críticos requeridos para desempeñar el cargo al que aspiran.
En esos “debates” los candidatos(as) hablan a “contrareloj” sobre múltiples temas que, naturalmente, no dominan. A duras penas se aprenden un par de cifras, recitan alguna crítica al gobierno actual y luego declaran su “promesa novedosa de cambio” que partirá en dos la historia de la ciudad y/o la región. En esos espacios y en el amplio cubrimiento mediático que tienen las campañas, no se profundiza en la persona, en sus antecedentes concretos de gestión ni en su manera de liderar equipos. Tampoco profundizamos en cuanto a quiénes conformarán sus equipos de gobierno.
Frente a estas próximas elecciones debemos promover, como nunca antes, que elijamos a las mejores personas, no a las que tengan aparentemente “mejores propuestas”.
Las necesidades y retos metropolitanos y regionales están bastante bien identificados y también debemos tener presente que los entes territoriales operan en un marco nacional de políticas y programas liderados por el Gobierno Nacional, que, si los ejecutamos en la región con constancia y determinación, con absoluta seguridad avanzaremos mucho.
Al analizar las diversas candidaturas y escoger por quién votar, en primera instancia dejemos a un lado todo lo que propone y hagamos una revisión juiciosa de lo que ese candidato(a) ha hecho en su vida y entendamos bien lo que ha representado. Miremos cómo tomó decisiones en el pasado, cómo conforma equipos de trabajo, cómo ha sido la contratación y la gestión en sus cargos anteriores. ¿Han rendido cuentas de manera explícita sobre su gestión anterior en los sectores público o privado? ¿Los candidatos(as) tienen una hoja de vida profesional clara? ¿Es transparente el origen de su patrimonio personal? ¿Es claro de dónde provienen los ingresos que le permiten tener el nivel de vida que lleva? ¿Quiénes financian su campaña?
En la medida en que todo lo anterior sea claro y consistente podemos saber a qué atenernos. Los candidatos(as) nos deben evidenciar que son creíbles, confiables, transparentes, capaces de liderar un equipo de alto rendimiento, hábiles e inteligentes para construir alianzas con los diversos grupos de interés y el Gobierno Nacional. Deben demostrar que saben escuchar y que no estarán embebidos en su propio ego divulgando el avance de sus acciones de gobierno que, por cierto, son su obligación y no un favor que le hacen a la ciudadanía.
¿Qué tal si, como ciudadanos, pedimos algo mucho más simple en términos de propuestas? Pidamos que, en cada área de la gestión pública local, los candidatos(as) elegidos(as) tomen el mejor proyecto y/o política de las últimas administraciones y profundicen su desarrollo e implementación. Además, que se concentren en continuar y concluir los buenos proyectos de las administraciones que terminan este año. ¿Qué tal si se concentran en articularse de manera cercana y productiva con el Gobierno Nacional buscando que el Plan Nacional de Desarrollo se ejecute con fuerza en nuestro departamento y en nuestros municipios? En términos de prácticas de contratación pública, ¿se comprometen a mantener o implementar los mecanismos y pliegos tipo que garantizan transparencia y numerosa concurrencia de proponentes?
En conclusión, acudamos a un orden de análisis simple y básico: primero la persona, luego sus propuestas y proyectos. Seamos exigentes y activos al ejercer nuestro derecho a elegir.
*Rector de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab.