El plan, que inició en abril de este año, es desarrollado por el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, IEP – Unab, en convenio con la fundación Asociación Familiar y Social, y la fundación Entre Dos Tierras. Las tres instituciones han venido desarrollando el proyecto Familias Migrantes en el que actualmente trabajan con 30 familias de venezolanos, un total de 131 personas, entre ellas 72 niños, que han llegado a la capital santandereana, así como colombovenezolanos y colombianos retornados.
Mediante esta propuesta han actuado en dos líneas de intervención: La primera es de ayuda humanitaria, con la cual entregan kits de alimentación y de aseo cada 15 días. Es un apoyo a las familias, de manera itinerante, de acuerdo a las necesidades puntuales que tengan, bajo el criterio de mejorar su calidad de vida y superar su condición de vulnerabilidad, para así tener éxito dentro del proceso de inclusión.
La segunda es una intervención psicosocial, con la que buscan realizar una acercamiento de esta población a ofertas institucionales, tanto públicas como privadas, en la ciudad. Además, promueven la inclusión y la integración a la vida local, así como un sentido de corresponsabilidad por la ciudad que los acoge y el barrio donde viven.
Algunas actividades en las que han participado son la Semana por la Paz, que se celebró este mes en el departamento. Los niños beneficiarios de Familias Migrantes escribieron cartas en las que contaban desde quiénes son, qué edad tienen y de qué ciudad de Venezuela provienen, hasta qué es lo que más les gusta de Colombia y de Bucaramanga, y agradecieron a los bumangueses por compartirles su ciudad. Finalmente, niños entre cuatro y siete años entregaron 100 cartas con mensajes de agradecimiento puerta a puerta y por las calles, a las personas que se las recibieron.
En la última semana de agosto, el proyecto comenzó una campaña radial con la cual los venezolanos daban las gracias por todo lo que el país y la ciudad les ha brindado, y aprovechaban para compartir sus historias con los oyentes. La misión se extendió a distintas estaciones de radio como Caracol Bucaramanga, RCN y Olímpica Stereo, entre otras.
Como una más de las estrategias, a partir de la consolidación de un amplio equipo que se compone de economistas, politólogos, trabajadores sociales, psicólogos y estudiantes de Artes Audiovisuales de la Unab, se han desarrollado seis encuentros grupales. En las reuniones se promueve el buen trato al interior del círculo familiar y se crean redes de apoyo. Asimismo, realizan jornadas de integración y culturales para tratar de enamorarlos del folclor que tienen los colombianos.
Cada dos semanas se hacen visitas domiciliarias a los beneficiarios, en las que se les hace seguimiento de su situación y condición laboral. Se trata de promover el incremento de ingresos buscando qué actividades laborales les podrían ayudar a dignificar su calidad de vida, y que los niños accedan a la oferta educativa de la ciudad.
A pesar de que a través del proyecto se intervenga solo a 30 familias, se ha ayudado a un poco más como asegura María Eugenia Bonilla, directora del IEP – Unab. Las instituciones que lo encabezan tienen una premisa establecida para que las personas puedan ser favorecidas: deben estar instaladas en Bucaramanga. Aún así, de acuerdo a las oportunidades que van encontrando, estas toman la decisión, en algunos casos, de migrar a otra ciudad u otro país.
“Esto ha llevado a que tengan que reemplazar a algunas familias, pero en sí, a lo largo del proyecto hemos trabajado con 36, siempre teniendo a 30 como base, que estarán vinculadas por un año”, asegura Bonilla.
En cada uno de los programas de intervención que han diseñado, quieren subsanar algunas debilidades que encuentran al interior de estos círculos familiares, ya que afrontan dificultades por estar en un lugar distinto y se evidencian procesos de comunicación que no son tan asertivos.
Su labor incluye también decirles a qué instituciones pueden acudir en virtud de lo que requieran, indicarles cómo garantizar que sus hijos accedan al sistema educativo, apoyarlos para que puedan acceder a la oferta pública, señalarles a dónde deben dirigirse para ser atendidos por cuestiones de salud, y mantenerlos al tanto de cómo pueden ser objeto de algún apoyo por parte de la Alcaldía y de la Gobernación.
Por su parte, las tres instituciones han desarrollado alianzas con Migración Colombia y con la oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), y han estado haciendo una serie de capacitaciones para distintos sectores de la sociedad civil y de la administración pública que atienden a este tipo de población.
En la última semana de septiembre, se dispondrán a capacitar a los consultorios jurídicos del nororiente colombiano sobre el Derecho Internacional de Refugiados, y sobre procesos de regularización de la condición migratoria de venezolanos en Colombia.
Con respecto a las personas que adoptaron las afueras del Parque de Agua como refugio improvisado, María Eugenia Bonilla manifiesta que no pueden trabajar específicamente con ellos desde el proyecto, ya que a partir su creación las familias migrantes ya habían sido caracterizadas, por lo que no existía más disponibilidad de cupos.
Otra de las razones es que estos “caminantes” que llegan al parque están en tránsito por Bucaramanga, por lo que tienen como destino final ciudades distintas u otros países de América Latina.
La Red Aedes pretende no sólo comunicar a la comunidad, sino aportar información que pone en gran riesgo a los santandereanos y tiene como objetivo comprender las causas, las consecuencias, la dimensión del problema y aportar asesorías para tomar las decisiones correctas frente a la situación.
Por Diego Alejandro Parra Ardila
dparra446@unab.edu.co