Por: Julio Eduardo Benavides Campos / jbenavides@unab.edu.co
Si uno hace una mirada sobre las informaciones periodísticas colombianas en el contexto de la crisis -si no es, más bien, la crisis de la crisis- por la que atraviesa el Perú y que llevó a la presidenta Dina Boluarte a declarar el estado de emergencia en todo el territorio nacional, tiene como evento desencadenante la declaratoria pública del ahora expresidente Castillo. En ella, se salta la raya de la legalidad va en contravía de la Constitución, cierra temporalmente el congreso y establece la intervención de varias instituciones ligadas con la constitucionalidad y la aplicación de justicia en el Perú. Hasta ahí lo noticioso. Cómo encarar, entonces, un análisis de una situación en la cual tuvieron lugar protestas en todo el país y que derivaron en una violencia que dejó más de 20 personas muertas, muchas por impactos de bala, así como decenas de heridos entre población civil y fuerzas policiales.
¿Qué se puede aportar para entender la situación por la que atraviesa el Perú? En especial porque las redes sociales nos muestran informaciones y opiniones que, basadas en lo noticioso, son usadas para atacar una posición ideológica de izquierda. Y, también, para que el presidente Petro haga pública una carta, firmada de manera conjunta con los presidentes de México, Bolivia y Argentina en la que “hacen un llamado a todos los actores involucrados en el anterior proceso, para que prioricen la voluntad ciudadana que se pronunció en las urnas”. Esto, claro, sin tener en cuenta que se han traspasado las barreras de la legalidad al decretar acciones sin seguir lo establecido por la Constitución que se juró defender. Ahora bien, ¿es Castillo una víctima?
Una cosa que es clara es que a Castillo lo hostigaron desde que resultó ser el candidato que iría en segunda vuelta a disputar la presidencia con Keiko Fujimori, en especial en Lima, la capital cuya población cobija a más del 30% de la población del Perú. Dicho hostigamiento iba entre un macartismo que intentó vincular a toda costa a Castillo con Sendero Luminoso y un racismo que es producto de la herencia colonial y que, para ponerlo en pocas palabras, es decir: Castillo es un serrano. En ese momento, él mostró una estrategia que, al parecer, le fue favorable, guardó silencio y se alejó de toda beligerancia frente a las denuncias infundadas de Fujimori sobre un supuesto fraude.
Su asunción a la presidencia no fue aceptada por sectores de la población -en especial los limeños- y, sobre todo, por el fujimorismo y la derecha peruana. Castillo intentó mostrarse auténtico usando un sombrero típico de la región de origen (departamento de Cajamarca), lo que lo hacía objeto de burlas, pero, a la vez, sus alocuciones empezaron a mostrar no solo una particular forma de expresarse, sino su poca capacidad de manejo de los medios de comunicación. Conocida es la entrevista que le hizo Fernando del Rincón a inicios de este año, en la que manifestó que su gestión como presidente era un “proceso de aprendizaje”, porque no había sido entrenado para serlo, con la consecuente y demoledora intervención del periodista, quien expresó que si podía poner a todo un país para ser objeto de un aprendizaje. A partir de ese momento no volvió a dar entrevistas en los medios. Para la fecha, los escándalos alrededor suyo habían empezado. Quizás el primero, el hallazgo de 20 mil dólares en el baño de la oficina del secretario de la Presidencia de la República, cuyo secretario terminó huyendo y hoy cumple arresto domiciliario.
Mientras los escándalos seguían salpicando el entorno cercano al presidente, un sector de los congresistas, liderado por el partido de Keiko Fujimori y otros grupos de derecha, mantenían la afirmación del fraude electoral y aprovechaban la situación que comprometía directamente al presidente para pensar en presentar una moción de vacancia por “incapacidad moral”. Cabe mencionar que, a diferencia de la Constitución de Colombia, en la peruana no hay la figura del juicio político. Dos fueron las mociones de vacancia que se presentaron, antes de la que finalmente lo vacó el día 7 de diciembre, a horas de haber aparecido en la televisión nacional para dar el golpe de Estado. La primera fue en diciembre de 2021 y la segunda en marzo de 2022. En ambos casos no se alcanzó con el mínimo de votos necesarios. También se apeló al intento de acusarlo de traidor a la patria, por unos comentarios hechos, antes de ser presidente, acerca de ceder a Bolivia territorio para una salida soberana al mar. Esta declaración fue mencionada en la entrevista con del Rincón y se usó como prueba para su trámite en el congreso peruano. El Tribunal Constitucional del Perú desestimó la denuncia en noviembre del presente año.
Ahondar en informaciones es una tarea que ocuparía muchas palabras. Desde las reuniones “clandestinas” en una casa en la que, según una colaboradora de la Fiscalía, se reunían para negociar favores del Estado a particulares, hasta la orden de captura a dos sobrinos de Castillo, dados por no habidos y de cuya fuga fue acusado el expresidente. Por otro lado, el congreso peruano en una pugna entre la “izquierda” y la “derecha” por vacar o no vacar al presidente generó una oposición parlamentaria que nunca abandonó la posición de fraude en las elecciones y que llegó a tener una desaprobación mayor a la del expresidente, mostrando, con esto, que no escuchaba la voz de la calle. Como dato de contexto, hay que recordar que Martín Vizcarra cerró el congreso en 2019 por pugnas similares con tufillo a escándalos de corrupción como ocurre hoy con el denominado grupo de “Los niños”, pertenecientes al partido de oposición, Acción Popular.
Ahora bien: ¿cómo funciona un gobierno que nombró 78 ministros en 16 meses? La pregunta que surge es qué hacer, en qué dirección caminar.
El partido que llevó a Castillo al poder, Perú Libre (el cual luego se desagregó en dos grupos parlamentarios: Perú Libre -liderado por Vladimir Cerrón- y Bloque magisterial -allegado a Pedro Castillo), tenía como una de sus banderas el llamado a una asamblea constituyente, punto en el que difería la derecha peruana. Hoy, luego de más de una veintena de peruanos muertos, es claro que el país necesita realizar reformas a la Constitución. Ya se dio inicio a ello al aprobar en primera legislatura, el adelanto de las elecciones generales. Esto debe refrendarse en la siguiente legislatura a inicios del próximo año. Expertos y periodistas especializados opinan que hay que debatir una necesaria reforma política. Comparto dicha opinión y habrá que ver qué se modifica. Por lo pronto, solo señalar que en el Perú hay congresistas que salieron elegidos con menos de siete mil votos. ¿A quién representan?