La quebrada está deteriorada. El daño ambiental del que ha sido víctima durante una década -según cuentan habitantes de la zona-, no sólo genera malos olores sino que la han convertido en un foco de enfermedades. La comunidad no desfallece en la lucha por la recuperación del afluente y su zona de influencia, que, además, debe luchar contra la falta de cultura ciudadana y lo que aseguran ha sido la respuesta tardía de entidades públicas.
La Calavera es una corriente de bajo caudal. Nace en el barrio Altos de Bellavista y es afluente de la quebrada Zapamanga. En su recorrido pasa por los barrios Escoflor, Adeviposan, Bellavista, Santana, Villa Real sur, Guanatá, Lagos I, Rosales y Ciudad Valencia.
En un estudio adelantado por la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (Cdmb), en convenio con la Universidad Industrial de Santander (UIS), se pudo determinar la variedad de fauna y flora que la rodea. En total, 46 especies de vegetación en un bosque seco tropical, 104 especímenes de aves, diez clases de mamíferos y diez de anfibios, así como reptiles.
Este estudio fue el que impulsó la creación del Comité Cívico Ambiental Quebrada La Calavera, conformado por las Juntas de Acción Comunal y líderes ambientales de los barrios Rosales, Guanatá, Lagos I, Bellavista y Santa Ana. “Los resultados motivaron a crear el grupo, a trabajar por la recuperación de la quebrada, por la riqueza ambiental que existe en el lugar”, afirmó el presidente del comité, Eduardo Martínez Duarte.
A través del comité se han realizado siete jornadas de limpieza y han logrado hacer eco en diferentes entidades; sin embargo, advirtió Martínez, “siempre se queda en planes, porque cuando se van a tomar las decisiones, hay cambios de directores o nuevas alcaldías”.
Uno de estos casos es el proyecto que buscaba la construcción del parque lineal Quebrada La Calavera. La primera vez que este se presentó fue a través del Acuerdo Municipal número 36 de noviembre 9 de 2001, mediante el cual el Concejo Municipal de Floridablanca adoptó el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del municipio (compendiado en el decreto número 68 del 22 de
enero del 2016).
Posteriormente, y como lo indica Margarita Hernández, miembro del comité ambiental, “la directora del Área Metropolitana de Bucaramanga, AMB, Consuelo Ordóñez (desde el 2012 al 2016), dispuso invertir 1.000 millones de pesos para la realización del parque”, que tendría 1,3 kilómetros de longitud, según estudio e iniciativa técnica de la Universidad de Santander (Udes). El sucesor de Ordoñez, Víctor Julio Azuero (2016 – 2017) le manifestó al comité que “la inversión en el parque no estaba contemplada hasta tanto no se solucionara el problema de las cañerías”, cuenta Martínez.
Dicha respuesta coincide con lo que manifestó a Periódico 15, Luis Eduardo Pinzón, biólogo y miembro de la subdirección ambiental del AMB: “En una reunión con el Comité Ambiental se acordó que los representantes de la comunidad iban a recuperar los diseños hechos por la Udes. Después de esto los traería al Área. Pero, ante todo, hay que solucionar el problema de las aguas residuales, para luego ver la viabilidad del Parque Lineal. Son los pasos que se deberían hacer, primero limpiar, organizar y luego construir”.
Pinzón añade que la entidad atiende las quejas de la comunidad y que en lo corrido de este año se hizo limpieza el 22 de marzo.

¿Y las aguas negras?
Darle fin al asunto del vertimiento de aguas negras a la quebrada es el primer paso para iniciar un proceso de transformación y recuperación, como lo esperan los habitantes del sector.
A principios de este año se realizaron algunas obras que, como lo manifiesta Margarita Hernández, “mejoraron la apariencia del lugar, ya no se inunda porque cambiaron la cañería, pero la Empas (Empresa de Alcantarillado de Santander S.A.) no lo hizo desde donde lo prometieron. Dijeron que iban a cambiar toda la cañería, la que viene desde Altos Bellavista y Santa Ana, de todas formas con el cambio ya no deberían caer aguas negras a la quebrada”.
Al respecto, Jonathan Alberto López Lara, coordinador de infraestructura de la Empas, comentó que en enero de este año se adelantó una obra para mitigar las afectaciones, producto de las aguas diluidas (la mezcla de aguas negras con las de lluvia), en el sector de la Iglesia San Agustín (monumento de las Hormigas), y en inmediaciones de la cancha del sector.
“Toda esa zona se saneó. A pesar de los aguaceros que han caído, con unos picos de precipitaciones muy altos y no ha vuelto a pasar nada. En el parqueadero de la iglesia se hizo un sumidero para conectar las aguas y así evitar la inundación de las casas y los andenes”, explicó el funcionario.
López Lara comentó que también se han adelantado inspecciones para identificar qué ocurre. “Descubrimos que existe una conexión combinada entre dichas aguas (lluvias y negras), que debido a las aguaceros terminan siendo aguas diluidas que caen a la quebrada. Dicha estructura de separación funciona bien”, pero, explicó el funcionario, no se descarta que algunas edificaciones de la zona estén vertiendo y haciendo mal uso del alcantarillado.
¿De qué manera?
Los ingenieros detectaron que existe un “error en el sistema de aguas negras”, han encontrado que se están descargando altos volúmenes de dichas aguas y en corto tiempo, sin que esté lloviendo.
“En ciertas horas, se abren depósitos, que dejan fluir las aguas. Eso hace que la estructura de separación se rebose y las arroje sin diluir a la quebrada”; es decir, la contaminen.
“Estamos investigando de dónde provienen. Posiblemente estén conectados muchísimos puntos de la parte alta del sector y todos descarguen al tiempo. Por ejemplo, existe la posibilidad que negocios como los moteles tengan ese tipo de conexión, pero no hemos encontrado ni evidenciado esos tipos de tanques o depósitos. Seguimos buscando las causas. También buscamos modificar el sistema de alcantarillado por uno tipo torpedo; este sistema mejora la fluidez de las aguas por las tuberías”, concluyó el encargado.
El Comité Cívico Ambiental manifestó su indignación por la larga espera de soluciones. “Cómo es posible que Empas en ocho años de labores no sepa cuál es el problema que existe o quién lo causa”, añade Martínez.
Por el momento y en búsqueda de soluciones temporales, programaron para el 20 de octubre una jornada de limpieza y una manifestación masiva en la que esperan contar con la presencia del ministro de Ambiente, Ricardo Lozano y de las autoridades competentes para que “por fin le pongan la cara al problema”.
Por Sofía Carvajal
bcarvajal229@unab.edu.co