Por Geily Johana Coronel Rodríguez / gcoronel@unab.edu.co
Entre un embarazo no deseado y uno no intencional hay una leve distinción. Ambos comparten la similitud de no ser planeados, pero con la diferencia que el no intencional puede convertirse en deseado. Esta aclaración se encuentra en el informe Visibilizar lo invisible del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), el cual menciona que casi la mitad de todos los embarazos del mundo de cada año, es decir, 121 millones, no son deseados.
En un promedio diario se estaría hablando de 331.000 embarazos, cifra que demuestra un fracaso a escala mundial en los derechos básicos de la mujer en cuanto a la prestación necesaria de servicios de salud sexual y productiva. Adicional a ello, en la publicación se destaca que el 60 % de los embarazos no intencionales terminan en aborto y el 45 % de estas intervenciones se realizan de forma ilegal. Además, alrededor del mundo, 7 millones de mujeres son hospitalizadas por las consecuencias de hacerse interrupciones involuntarias en lugares de alto riesgo.
Otra advertencia que señala el informe es la necesidad de garantizar la salud y los derechos reproductivos, ya que a nivel mundial “se calcula que 257 millones de mujeres que quieren evitar el embarazo no utilizan métodos anticonceptivos seguros y modernos y, entre ellas, 172 millones no utilizan ningún método”.
De esto último, también se desglosa el desconocimiento de la anticoncepción, los mitos que giran en torno a ellos, el repudio de los efectos secundarios y los obstáculos para acceder a dichos métodos.
¿Cuál es la situación en Colombia?

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En el país, la mitad de los embarazos son no planeados y de estos el 40 % son no deseados. Además, las cifras del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) del 2020 evidencian que 4.268 niñas entre los 10 y los 14 años y 109.823 adolescentes entre los 15 y los 19 años se convirtieron en madres. Asímismo, los resultados de las Estadísticas Vitales del DANE con datos completos del 2021, registró 4.708 nacimientos en niñas de 10 a 14 años y 106.381 en jóvenes de 15 a 19 años.
Cabe recalcar aquí que los derechos de las niñas y adolescentes están en riesgo cuando se enfrentan a embarazos no planificados y no deseados. En este sentido pueden verse afectadas en la parte de salud fisica y mental, en la deserciones de colegios y ser vulnerables a acciones de violencia de género, como el abuso sexual. Por otra parte, asumir la maternidad a una edad temprana puede provocar “complicaciones durante el embarazo y el parto, incluso morir y exponerse a abortos inseguros”, como se recalca el informe de UNFPA Colombia.
Un suceso inesperado
Cualquier mujer puede padecer un embarazo no deseado, como es el caso de Silvana Rey Chaparro. En el 2020, cuando tenía 19 años, quedó embarazada de su primera y única hija. Ella no pensaba tener hijos y menos cuando ya estaba a punto de terminar sus estudios de bachillerato. Por eso planificaba con la inyección, método hormanal que evita la ovulación y es de aplicación mensual o trimestral. Pero no fue tan efectiva como creyó. “Yo planificaba, me cuidaba con la inyección y no sé porque a mí, nunca me había fallado nunca, pero me falló”.
En esos momentos, con su pareja de ese entonces y también con relaciones anteriores, era y es aún rigurosa con los métodos anticonceptivos; por ello, le sorprendió que un día le hayan dejado de funcionar. Aunque la anticoncepción hormonal inyectable tiene un gran porcentaje de efectividad desde su primer uso (94% de eficiencia), posee un cierto grado de desacierto que puede incrementar si se utiliza de manera incorrecta.
Yeimi Rey Garcia, practicante de urgencias ginecológicas y obstétricas del Hospital Universitario de Santander, explica que los métodos anticonceptivos “tienen un pequeño margen de error. Pero pasa, rara vez, que la persona que planifica y así sea juiciosa, así se tome su pastilla, su inyección, a la hora del día este falló”.
De no deseado a deseado
Rey Chaparro se enteró de que estaba embarazada alrededor de los cinco y seis meses de gestación. Cuando supo, fue de inmediato al médico para realizar una interrupción voluntaria. No obstante, se encontró con dos problemas: no tenía dinero para pagar la intervención que costaba entre un millón y un millon doscientos y era tarde para practicarse un aborto. “Me dijeron: ‘no mamá, usted tiene un 70 % de morirse y un 30 % de que viva, porque ya su bebé está grande, ya no es un bebé pequeño’. Mejor dicho, o sea, había mil contras. Entonces no lo pude hacer”.
A pesar de que tenía el apoyo de su pareja y familia, seguía frustrada por la idea de tener un hijo. Después de que supo que no podía abortar, tuvo que aceptar la idea de ser madre de una forma u otra. Esto le generó demasiado estrés, porque en vez de poseer más tiempo para estudiar o trabajar, debía ahora enfocarse en el nuevo ser que venía en camino. Desde luego, su estado psicológico empeoró tras el postparto. “Me afecté tanto psicológicamente que me sentía loca, me sentía vulnerable, sentía que estaba horrible”.
De acuerdo con la psicóloga clínica Sandra Fontecha Pabón, cuando se viven situaciones de estrés se liberan neurotransmisores, entre ellos el cortisol. “En grandes cantidades termina afectando todos los órganos y el estado de ánimo. Entonces la mujer puede estar más irritable, puede estar más sensible. Puede ver el panorama mucho más gris de lo que es”, aseguró la especialista.
A nivel físico, una mujer se enfrenta a una serie de cambios hormonales abruptos durante el embarazo. Sin embargo, si se le suma cargas elevadas de estrés puede provocar que se adelante el parto o la pérdida del bebé.
Tras seis meses de que nació su niña, Rey Chaparro comenzó a establecer un vínculo afectivo con ella. Aunque la amamantó normal desde el inicio, hay veces que las madres cuando no establecen el lazo natural con el hijo, impiden la lactancia materna. Esta acción repercute en ambos. En la situación de la progenitora se habla de complicaciones de cáncer o mastitis (inflamación en el tejido mamario) y en el bebé una desnutrición. Rey Garcia, aclara que excluir la lactancia genera consecuencias, como un “sistema inmunológico débil, problemas digestivos y estreñimiento”.
Una crisis desatendida
Una persona gestante tiene tres opciones: continuar con su embarazo, dar a luz y luego darlo en adopción y la interrupción voluntaria del embarazo. En Colombia, a partir de este año se aprobó la sentencia C-055, la cual despenalizó el aborto hasta la semana 24. De igual manera, sigue vigente la sentencia C-355 de 2006, la cual cualquier persona con capacidad de gestar puede interrumpir por medio de las 3 causales ya existentes.
Aunque estén las garantías escritas en el papel, se presentan barreras para su cumplimiento. Tatiana Cordero González, coordinadora del proyecto Sex Truck de la Fundación Mujer y Futuro, menciona ciertas medidas que deben mejorar, por ejemplo: “el acceso universal a métodos anticonceptivos de acuerdo con la necesidad de cada mujer y/o persona con capacidad de gestar, fortalecer la autonomía en las niñas, adolescentes y mujeres y garantizar el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Por tal motivo, la Fundación Mujer y Futuro trabaja para la realización de las sentencias mencionadas. Por medio de sus líneas de acción, como la unidad móvil Sex Truck, prestan servicios de salud sexual y reproductiva mediante jornadas educativas.