Realidad cruda desde el lente de Jesús Abad

La primera vez que escuché el nombre de Jesús Abad fue en una clase de periodismo. Me pedían un tema atractivo, pero no algo sencillo, tonto o simplemente por cumplir. Quería algo relacionado con Colombia. Entré a Netflix, que nunca falla, allí rebusqué: “Colombia”, “historia de Colombia” o algún otro término que sacara algo relacionado. Dentro de la infinidad de series, películas y documentales, mi lista marcó: El olvido que seremos, Los reyes del mundo e incluso Pasión de Gavilanes y Pablo Escobar, el patrón del mal. Claro, también algunas no tan superficiales como Gabo, la magia de lo real; La gran parranda y la que abrió mis ojos: El testigo.

Por: María Catalina Gómez Carreño / mgomez781@unab.edu.co

El inicio de la realidad

Cuando veo el documental me doy cuenta de que reúne el encanto que tiene la fotografía para capturar momentos, lastimosamente en este caso, no tan favorables. Quedé picada y busqué más sobre el tema. Encontré que detrás de estas fotografías llenas de dolor, sangre y tristeza está el gran Jesús Abad Colorado. En ese momento, me doy cuenta de que sí había visto sobre él, mi mente dibujó la fotografía de aquella niña que mira por una ventana rota, que aparentemente era el rastro que había dejado un proyectil tras el enfrentamiento entre policías y las AUC en la comuna 13 de Medellín.

Chucho, como le llaman de cariño, es fotorreportero y estudió Periodismo en la Universidad de Antioquia. El diario El Colombiano fue su laboratorio para empezar a capturar estos momentos del conflicto armado en Colombia. Su debut en el horror fue en mayo de 1992, con la muerte de 14 militares a manos de una emboscada de las FARC entre Mutatá y Dabeiba, Antioquía. A unos 40 metros del lugar, estaba la escuela Alto Bonito, Abad se asomó por una ventana y vio que la última clase había sido de religión y en el tablero el retrato del recuerdo de la historia de Caín y Abel, un hermano que mata a otro hermano.

Esta historia sirve como explicación mítica y religiosa para ejemplificar todas las décadas del conflicto armado que ha sufrido nuestro país. Es una metáfora que representa la situación que acaba de pasar, como el mismo Abad Colorado dice: “Soldados de este país, hijos de este país, que habían muerto a manos de otro hermano”. Con 220 mil muertos y 8 millones de víctimas, esto es lo que hasta el momento ha dejado esta realidad cruda.

Sus fotos han hecho parte de treinta exposiciones tanto internacionales como dentro de nuestro país. Es un testigo con 25 años de camello que recorrió la Colombia profunda con botas de caucho, a lomo de mula y entre ríos para hablar de estas personas que han quedado en el olvido y a quienes las balas han acechado incluso antes de nacer. Ha sido el único que en algunas ocasiones ha llegado a capturar esta sangrienta realidad de nuestros hermanos, es quizás el mejor periodista que sabe sobre esta guerra de Caín y Abel. Y, sin duda, un referente para todes lxs que queremos hacer periodismo.

Toda mi vida he sabido que dentro de nuestro país ha existido una guerra que por más que he querido entender no lo puedo aclarar y, como no me ha tocado en mi propia carne, no le había dado la importancia que requería. En esta búsqueda de este maestro o ídolo, sus fotografías me causaron dolor y no pudieron evitar que este corazón de piedra se concientizara de lo afortunado que ha sido.

Estoy segura de que, si a usted le pasa lo mismo que a mí, que no conoce muy bien esto, estos 76 minutos de El testigo le van a abrir los ojos a este mundo/infierno/esperanza, de esta verdad de nuestra tierra en la que las víctimas no son solo de la guerrilla y los paramilitares, también el mismo Estado ha cometido masacres. Sus fotografías no se limitan a capturar momentos impactantes, van más allá y buscan generar conciencia, ir detrás de esa paz que tanto estamos esperando, un cambio REAL en esta sociedad. Jesús Abad no le importa tener que untarse de barro, caminar en medio del monte e incluso poner en riesgo su propia vida, él sabe que su compromiso y valentía es su aporte para esta tierra.

Su razón del sí a la guerra

La pregunta para muchos, así como lo fue para mí, es por qué fotografiar el conflicto y la respuesta se dio mucho antes de que él naciera. En 1960 sus abuelos vivían en San Carlos, Antioquia, la época en la que los liberales y los conservadores se mataban sin saber muy bien por qué y esa guerra parecía nunca acabar. Sus nonos eran liberales en un pueblo conservador, esta es la razón por la que en una noche la pesadilla se apodera de su casa y asesinan a su abuelo y degollan a un tío. Esto es más que un calvario y un viacrucis juntos.

Su abuela de pena moral no vuelve a comer y cuatro meses después se va a buscar a su amado en el más allá. Su familia se ve obligada a abandonar y escapar hacia la capital, Medellín, en donde nuevamente la guerra los toca en los años 70 y 90.

Blanco y negro

Una de las características de sus fotografías es el blanco y negro, él dice que: “Creo que es más respetuoso. El color agrede en situaciones de violencia. El blanco y negro le da más carácter de documento, de duelo”. Su compromiso con las víctimas es lo que le ha permitido tener esta conexión, son sus retratos, son combatientes y civiles en momentos difíciles.

Aquel soldado desesperado en llanto al ver a su hermana de 13 años asesinada por la guerrilla, que antes había sido advertido que si no salía del Ejército su familia iba a morir. Sus superiores no creyeron en la amenaza. Un soldado en medio de la carretera con sus manos en la cabeza, desesperado, quizás uno de los únicos sobrevivientes de la emboscada de la guerrilla en septiembre de 1993, de fondo trágico el convoy en el que viajaba patas arriba y a su alrededor sus compañeros muertos, despedazados. Son quizás algunas de aquellas fotografías en las que no se ven solo civiles sino también soldados que dan sus vidas por el pueblo.

Jesús Abad Colorado, a través de sus fotografías, entrega en primer plano las heridas abiertas de nuestra sociedad, pero también nos invita a reflexionar sobre la importancia de perdonar para construir un futuro mejor. El perdón implica soltar el rencor y el deseo de venganza, es dejar atrás el pasado para abrirle paso a la curación. No es un acto fácil y menos cuando se han cometido tantas crueldades y sufrimiento. Un camino difícil, pero necesario para cerrar heridas y construir una sociedad más justa y humana. Jesús Abad nos dice: “el perdón es un primer paso”. Por todo esto, de veras Chucho, muchas gracias.

Universidad Autónoma de Bucaramanga