El recuento de los teatros de Bucaramanga inicia en el año 1860. Antes de esta fecha los eventos recreativos y culturales se realizaban en el atrio de la Iglesia de San Laureano, en la casa cural o en las plazas y espacios públicos que, improvisadamente, se convertían en escenario para las compañías dramáticas o acrobáticas que se presentaban en la ciudad.
En ese año, se adaptó en la casa de Jacobo D’costa Gómez un escenario que fue llamado Teatro Torres, contaba con camerinos laterales y fue el primer intento de los bumangueses de dotar al municipio con un escenario cultural.
Veinte años más tarde, Anselmo Peralta, negociante y constructor amante de los teatros, construyó el Teatro Peralta entre 1888 y 1893, solo hasta 1897 se inauguró.
A inicios del siglo XX, entre 1911 y 1917, se crearon el Teatro Universal, el Teatro Pathe y el Teatro Variedades. Y en 1919 el Teatro Peralta pasó a manos del señor Luis Emilio Garnica, quien por iniciativa individual fundó cuatro años más tarde el ya demolido Teatro Garnica, que funcionó como plaza de toros, ring de boxeo, carpa de circo, tablado para ópera, zarzuela, teatro y años más tarde, con la llegada del cine sonoro, como sala de cine.
En 1930 Saúl Díaz y Gustavo Ordóñez fundan el Teatro Rosedal, que sería el primero de la cadena de cinco teatros pertenecientes al Circuito Unión.
Desde 1928 la población de la capital Santandereana esperaba al Teatro Santander que desde su apertura en 1932 y gracias a sus espectáculos circenses, teatrales y cinematográficos, se consolidó como el escenario teatral más atractivo de la época.
En la década del 40 se construyeron cuatro teatros: el Teatro Real, Teatro Colombia, Teatro Sotomayor, y el Teatro Libertador.
El Real, ofrecía el popular cine continuo a 1 peso y sala para fumadores, estaba ubicado en la carrera 14 entre calles 36 y 37 y fue demolido para dar paso a la calle 37; el Colombia tuvo lugar sobre la carrera 15 con calle 20. Por su parte, el Libertador (segundo teatro del Circuito Unión) fue conocido por el cine de vaqueros y los espectáculos de cantantes y bailarinas de México.
En 1952, el Circuito inaugura el Teatro Unión con una pantalla gigante con sonido estereofónico y una capacidad para 1.400 personas. Once años más tarde los mismos fundadores crean el Teatro Analucía, que se convirtió en la sala ‘in’ de la ciudad porque traía las películas de estreno y tenía balcón.
Edmundo Gavassa, nieto del fotógrafo italiano Quintilio Gavassa –quien registró los variados lugares y acontecimientos de Bucaramanga el siglo pasado-, recuerda que “los teatros de lujo eran el Unión, el Rosedal y el Santander. Mientras que los de segunda eran el Libertador, el Colombia, y el Garnica”.
La afluencia cada vez más constante de los movimientos cinematográficos en el mundo marcaron un cambio en las costumbres y gustos de los bumangueses que se vieron reflejadas en la proliferación de teatros convertidos en cinemas en la ciudad.
Ante el crecimiento demográfico de Bucaramanga y el aumento del interés de los bumangueses por las cintas cinematográficas se creó Cinemas Riviera en 1973, el Teatro Analucía se convirtió en Cine Royal Plaza y al interior del Teatro Santander se abrió la sala de cine ‘El Cid’.
Con la llegada de la televisión y las películas en Beta y VHS, en la década de los ochenta, las salas de cine comenzaron a perder clientela hasta que los telones se bajaron y las puertas se cerraron.
El único teatro que permanece vigente de los 15 y del Circuito Unión, es el Teatro Corfescu -antes Teatro Analucía-, que se constituye en la actualidad como la primera sala certificada del oriente colombiano. Y el Teatro Santander, que se encuentra en proceso de restauración, se mantiene con expectativas de subir el telón nuevamente en 2017.
El ocaso de los 15 teatros que tuvo Bucaramanga el siglo pasado también tuvo que ver con el aumento de la inseguridad en los sectores donde se encontraban –por ejemplo, los alrededores de El Cid, el Teatro Libertadores, el Rosedal, que se convirtieron en vivienda de habitantes de calle y ladrones- y las nuevas salas de cine en los grandes centros comerciales. Los administradores de estos teatros comenzaron con promociones de cine continuo, y terminaron proyectando películas porno. Al hecho se sumaron el Unión, el Rosedal y el Sotomayor, el siguiente paso fue el cierre.
Roxana Silva Quevedo
ksilva415@unab.edu.co
@roxanaquevedo88
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