
Por Xiomara Montañez Monsalve
xmontanez@unab.edu.co
El profesor e investigador Alberto Coz Fernández, experto en economía circular, quien estuvo en Bucaramanga, invitado por la Universidad Cooperativa de Colombia y participó en el II Congreso Internacional de Biorrefinerías y Energías Renovables soportados por TIC, habló con 15 sobre este tema.
Coz Fernández hizo énfasis sobre algunas de las experiencias que existen en el mundo, enfocadas en los cultivos de café, están aprovechando los desechos que deja este proceso para generar papel artesanal, cepillos de dientes, recipientes para sustituir el plástico, e incluso, para la fabricación de cosméticos.

Además, resaltó que, si bien los productos y procesos que se generen a partir de este tipo de residuos pueden resultar innovadores en la industria y atractivos para los mercados, lo cierto es que el consumidor también debe adquirirlos y los gobiernos deben abrir espacios para incentivar el intercambio de toda clase de objetos, como estrategia de cultura ciudadana y concienciación ambiental.
¿Qué abarca el concepto de economía circular?
Es como una filosofía o un punto de vista. En vez de sacar recursos de la naturaleza para hacer cosas, generamos nuevos productos a partir de los residuos o desechos que se dejan de este círculo productivo. Parte de pensar que todo es una candena, que los residuos se puedan volver a utilizar, que sean desmantelables los materiales de un teléfono móvil -por ejemplo-, para que luego se puedan separar los diferentes componentes que se puedan reutilizar.
¿Cómo se puede hacer economía circular alrededor del café?
Los residuos de los posos de café, por ejemplo, sirven para desatascar las cañerías, eliminar olores en determinados sitios. A un nivel más industrial, se pueden usar para crear exfoliantes para la piel, fabricar jabones y productos para el cabello, pues le da mayor brillo.
¿Las estrategias de negocios a qué van encaminadas?
En la capital de Santander hablamos con otros empresarios sobre la generación de energía para el abastecimiento residencial y local. A eso se puede llegar de una forma más elaborada y de la mano de la industria y las universidades.
¿Cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrenta para emprender en este tipo de proyectos de economía circular?
El desconocimiento es el principal. Además, no hay suficiente investigación científica. Lo que no se puede dejar de lado es que se debe analizar si son rentables, pues a veces no puede generar recursos económicos, si no puede ser más malo ambientalmente.
¿Esas experiencias se han aplicado en otras partes del mundo?
Sí, ya hay aplicaciones con residuo del café. En España algunas universidades y empresas lo están mirando porque el residuo que genera el procesamiento del fruto del café contiene mucha energía, y a partir de eso se puede generar energía limpia en forma de biomasa.
¿Cómo es esa tendencia en el mundo hacia ese tipo de productos o proyectos?
En un principio la brecha se da porque de inmediato no son rentables, pero también se debe mirar que es otro modelo: se debe tener en cuenta que la logística no debe ser extensa, que todo se haga cerca, porque si no en el transporte ya se gasta un montón de dinero.
A veces no merece la pena, entonces, se puede pensar que nuestros proyectos deben apuntar a soluciones locales.
Cuéntenos sobre algunas experiencias.
Se están haciendo materiales de construcción similares a los ladrillos. Se denominan geopolímeros y son como sustitutivos al cemento y muchos más aceptables en el aspecto medioambiental. Pese a que en Europa se conoce, aún existe poca aceptación porque la construcción tiene mucho poder y cuesta que entren esos nuevos productos, pero en Australia ya se están haciendo edificios.
Pero de nada sirven estos productos si el consumidor no los adquiere. ¿Cuál es el papel de la ciudadanía en este nuevo modelo de economía?
Existen asociaciones de consumidores que se están metiendo en economía circular, un poco por eso, para dar pautas a los consumidores y que sepamos comprar mejor, comprar productos que sean más ecológicos y que apliquen más a la economía circular, que no compremos una ropa, que al final igual ha sido fabricada en la India y la compramos en España, que al final igual tenemos que gastar más dinero, comprar menos. consumir menos, pero que sea de más calidad y más local. Hay iniciativas que apuntan a la cooperación, es decir, que el gobierno abra determinadas zonas para que la gente que lo desee lleve cosas que quiera o pueda intercambiar, como la ropa. Las aplicaciones móviles están ayudando un montón a estos temas.
¿Cómo ve a Colombia y América Latina en este tipo de iniciativas?
En Europa la escasez de recursos que tenemos nos está obligando un poco a hacer esto, porque si no, cada vez vamos peor y dependemos cada vez de los demás, lo que proporciona un aliciente, sobre todo para los gobiernos. En Latinoamérica, al haber tantos recursos, es más complicado. Tiene que trabajarse la concienciación ambiental y la educación. Colombia puede aprovechar, además de que tiene muchos recursos, también tiene muchos residuos que se pueden reutilizar.