Sailor Moon: el último grito de la luna

“Soy una Sailor Scout que lucha por el amor y la justicia, soy Sailor Moon y te castigaré en el nombre de la Luna”: Sailor Moon. Esta frase retumbó, para niñas y niños, en los televisores de los años 90. En la tele, un grupo de adolescentes en minifalda luchaba contra las fuerzas del mal.

Por: Laura Juliana Flórez Alba/lflorez451@unab.edu.co

Bishōjo Senshi Sērā Mūn, mejor conocido como Sailor Moon, es un manga escrito e ilustrado por Naoko Takeuchi. Se emitió desde 1992 hasta 1997. A través de sus 18 volúmenes, Takeuchi popularizó nuevamente el subgénero de “chicas mágicas”, niñas o adolescentes que poseían un poder u objeto especial. Así, atrapó a un sector masculino que se interesó en los elementos de lucha y enemigos a los que nuestras heroínas se enfrentaban página tras página. Claro, eso por los que no estaban perdidamente enamorados de la rubia que luchaba en nombre de la Luna.

“Descubrí esta felicidad dibujando a Sailor Moon. Primero, Sailor Moon era un pequeño mundo personal que existía solo en mi mente. Pero ahora con el trabajo de tantas personas, se expandió a todo el mundo”.

Sin embargo, la popularidad de Serena y sus amigas, no se quedó solo en papel, su publicación fue adaptada al anime, emitida en 80 países y doblada a 42 idiomas. Las Sailor Scout conquistaron los corazones de toda la galaxia. Sailor Moon cuenta la historia de Usagui Tsukino, conocida en América Latina como Serena Tsukino, una adolescente que descubre que puede convertirse en “Sailor Moon”. ¿Quién es? Una poderosa guerrera que lucha contra las fuerzas que buscan destruir el Sistema Solar.

A finales de los 90, la serie conquistó un espacio en los hogares latinoamericanos. Lideró una ola de animación japonesa, algo poco conocido en este lado del mundo hasta ese momento. Por más que las mamás se “echaran la bendición” y hablaran de su supuesta relación con “el diablo”, el anime y las marineras de la luna, se volverían parte fundamental de las tardes de infancia de toda una generación de “ojos cuadrados”.

Aunque su éxito traspasó géneros, fueron las niñas quienes encontraron, en su historia y personajes, a unas protagonistas que representaban perfectamente la angustia de la adolescencia y la búsqueda de identidad. Claro, sin dejar de lado la belleza, moda y estética tan codiciadas a esa edad.

Con la falda bien puesta

A partir del siglo XX, debido a la influencia cada vez más grande de occidente en Japón, los uniformes en los colegios pasaron de los tradicionales hakama, pantalón largo con pliegues, a Sērā fuku, un tipo de uniforme de estilo marinero. Es justamente este tipo de atuendo el que usó Takeuchi en su época de estudiante y el que la inspiró para crear el look icónico de las Sailor Scouts.

El propósito de “uniformar” a las protagonistas de Sailor Moon, tenía que ver con la idea de unidad, como todas luchaban por una misma meta y también recordarles a los fans que las mujeres podían ser poderosas sin dejar de ser femeninas.

Naoko Takeuchi es una amante de la moda, y como tal se puede ver plasmada esta influencia en los estilos y siluetas usados por los personajes. Sailor Moon es uno de los pocos animes y mangas donde cambian de ropa constantemente. La mangaka se inspiraba en estilos populares del momento como el otome, que consistía en el uso de encajes, boleros y faldas largas muy populares entre las adolescentes; y el shibuya casual, que adaptaba el estilo casual europeo, especialmente el uso de jeans, a las calles repletas del barrio de Shibuya en Tokio.

Las prendas de vestir que utiliza cada personaje resaltan por su manera de adaptarse a momentos específicos de la moda, sin verse anticuados, por el contrario, manteniéndose a la vanguardia. Samuel Campo Idobro, estudiante de Diseño Industrial y estilista, cuenta que “lo que uno como diseñador y creador busca es transmitir sentimientos por medio de las prendas. Colores, texturas y proporciones generan algo en quien las usa”.

Entre las marcas favoritas de la creadora del anime se encuentra alta costura como Channel, Versace y Dior. Una de las referencias más famosas es el vestido que usa Serena, en su condición de princesa. Es una recreación del vestido palladium diseñado por Gianfranco Ferré para la colección aute couture Primavera-Verano 1992 de Christian Dior. El diseño usado por la Sailor Scout, está inspirado en las columnas jónicas de la arquitectura griega. Sin embargo, con la adición de moños y un escote asimétrico, Takeuchi lograría separar su obra de su inspiración.

Sailor Moon tomo inspiración de las tendencias vistas en las pasarelas de 1992.

Adicional a esto, el vestido, en su segunda aparición en la serie, contaba con alas en la espalda, cambio que estaría inspirado en el Angelo d’Oro de Roberto Capucci. Cada detalle en Sailor Moon está milimétricamente calculado, hasta el nombre de su protagonista, Serena, que es la diosa griega de la luna: Selene. Son estos pequeños toques de “fina coquetería” los que crearon una comunidad de culto alrededor de la figura de las nueve Sailor Senshi. 

Soy un Pretty Guardian

Pretty Guardian es el nombre con el que se conoce a los fans de Sailor Moon. En 2016, se consolidaron como un fan club por membresía y de pago anual. Igual hay que decir que no es necesario hacer parte para considerarse fan de este anime. La idea de regalos, merch y eventos especiales alrededor de la figura del seriado, resultaron atractivos para alguien que, con membresía o sin ella, quiera estar más cerca de su personaje favorito. El fenómeno de los fans no es ajeno al mundo del anime. Conocidos popularmente como otakus, las personas que disfrutan este tipo de entretenimiento solían ser el foco de burlas. La afinidad por estas animaciones indicaba para los demás una especie de “torpeza social”. No obstante, con la mercantilización del medio, paso de ser un “gusto culposo” a ser un contenido diferente, con animación estilizada y atractiva para el público internacional.

Artistas como Rosalía, Megan Thee Stallion y Chiara Ferragni se dejaron contagiar por el fenomeno de las Sailor Scouts.

“Sailor Moon significa ser quien soy y que me puede gustar lo que yo quiera”, afirma  Daniel Jiménez, fan de las Sailor Scouts, quien recalca la importancia de un contenido audiovisual que invita a la libre expresión y a la destrucción de etiquetas. Este anime fue pionero en representación con personajes gay, bisexuales, género fluido y transgénero. En un mundo donde las fuerzas del mal están dispuestas a acabar con todo, lo que menos importa es con quien compartes tu cama.

La identificación es innata al ser humano, queremos ser lo que admiramos y admirar lo que somos. Jan Felipe Schreiber Martin, estudiante de sociología de la Universidad de Bremen en Alemania, remarca cómo en el anime se juega fuertemente con el tema de comprensión; pues se crea un mundo donde hay un carácter principal y todas las personas pueden identificarse con querer ser el centro de su propia historia.

Igual, debo precisar que la fuerza sustentada en el valor de la amistad es lo que da vida a la serie. Nos demuestra que los cambios se pueden lograr en equipo, de la mano de nuestrxs amigxs, porque no hay poder mágico más grande que el ser fiel a quien eres sin importar las circunstancias.

En fin, la luna nos guía desde hace 32 años, que sean mil destellos de constelación más.

Universidad Autónoma de Bucaramanga