
Por Gino Cianci
gcianci@unab.edu.co
68 años de edad tiene David Plata Sánchez, de los cuales todos han tenido relación con el campo. Es oriundo de San Vicente de Chucurí, un municipio de Santander caracterizado por sus suelos fértiles para la siembra de diversos cultivos. “Soy netamente campesino” es la frase que lo define.
David nació en el seno de una familia campesina conformada por sus padres, Alberto Plata y Cristina Sánchez, y nueve hijos. De estos nueve, dos no pudieron estudiar, David es uno de ellos. “Los únicos que no estudiamos fuimos Jaime y yo. Jaime es el segundo de la familia, y yo soy el tercero, del resto todos son profesionales ya pensionados”.

El hecho de que David no haya estudiado está relacionado con su deseo de trabajar en el campo, y cuidar la finca familiar. Él comenta que su padre falleció hace 50 años y que por esta razón decidió dedicarse de lleno a ser campesino, pues su anhelo por continuar con lo que era el negocio de su padre lo incentivó. “Yo llegué a tener fincas propias, y me dediqué al campo, siempre al campo porque fue lo único que aprendió uno, a trabajar el campo”. Para entonces David solo tenía 18 años.
Cacao, el producto estrella
“El trabajo eran las labores de campo, cosechar cacao, café, y lo que se sembrara”.
San Vicente de Chucurí, el pueblo natal de David Plata, es reconocido por ser la capital del cacao en el país. Según la Federación Nacional de Cacaoteros, al año se producen alrededor de 56 mil toneladas de este fruto a nivel nacional, de las cuales 7 mil provienen de San Vicente. Por razones como esta, es que él, junto a su familia se han dedicado a su cultivo.
Anteriormente también solían cultivar banano, “nosotros mismos comercializábamos los productos, y no solamente cacao y café, sino banano también”. Pero por ciertas razones decidieron desistir de la producción de esta fruta. “Llegamos a contar 100 gajos de banano cada 15 días por cierto tiempo, después llegó un problema de enfermedades y pues ya es difícil cultivarlo”.

Añade que la producción de este no es rentable hoy en día. “Lo que uno vendía hace 20 años, un gajo en 5 mil pesos, hoy siguen dando lo mismo, entonces ya no es un buen negocio”. Es por esto que con el paso del tiempo, el cacao se convirtió, o más bien, continúa siendo el producto estrella para David y su familia.
Puliendo su voz
La vida musical para este campesino de tiempo completo empezó a temprana edad, en su niñez. Como es de recordar David no pudo estudiar más allá de una educación básica. “Empezando porque yo no estudié, yo hice quinto de primaria, académicamente hasta ahí fue donde llegué”. Aun así, esto no representó ningún impedimento para que ampliara sus horizontes más allá del trabajo de campo.
“Recuerdo que en los cinco años que estudié, estuve en escuelas de campo de ahí de la vereda en San Vicente. Y había una profesora, Puna se llamaba, que tenía una clase que era de canto, y ella escuchaba a los alumnos y los sacaba por ejemplo a cantar el himno nacional. En unos programas de comedia que ella hacía, me ponía a mí a cantar, porque se dio cuenta que yo tenía idea pa’ cantar, eso cuando estaba pelao”. Es así como todo comenzó.

Para practicar sus melodías David solía cantar con su padre, pues este era músico de instrumentos de cuerda, acostumbraban a hacerlo por las tardes en su finca. Pero no fue hasta hace unos 25 años, cuando David tenía 43, que empezó su “carrera” como cantante, más específicamente serenatero. “En una serenata que hubo donde mi suegro fue un trío a dar la serenata que era para el hermano de mi esposa, y entonces yo les dije que me dejaran cantar una canción, entonces me dijeron ‘hágale’ y canté como tres canciones”.
Aires Musicales es el nombre de la agrupación que acogió a David como su vocalista luego de haberlo escuchado esa noche. El líder de la agrupación, cuyo nombre es Gerardo Díaz, le propuso hacer parte del equipo, “Gerardo cuando se iba a ir me dijo, ‘necesito que haga parte del grupo’”. Y así fue como David, un campesino que cantaba por las tardes en su finca, pasó a conformar uno de los grupos serenateros más reconocidos de San Vicente de Chucurí.
Ellos fueron quienes le enseñaron a David todo lo relacionado con el ámbito musical. “Yo sabía que cantaba, pero chambón, porque uno a veces empezaba cuando no debía, entonces me enseñaron a hacerlo bien. Y hoy, serenatero (…) Allá en San Vicente nos va súper bien, todo el mundo nos busca para serenatas, y le pagan a uno bien”.
Hoy David se dedica tanto a la serenata como al campo, y es la viva imagen de la vocación hacia sus dos pasiones, el canto y la tierra. Su mayor deseo es poder conseguir dos hectáreas en San Vicente para trabajarlas el resto de su vida, y obviamente seguir con sus serenatas. “Esa es la idea mía, porque como le digo, es lo único que uno aprendió a hacer y que le gusta. Yo de eso entiendo bastante, toda la vida criado en el campo (…) Al igual que la música”.