La importancia de ‘Siembra’, un reciente largometraje colombiano que cuenta ya con varios reconocimientos: un premio de la crítica independiente del 68 Festival de Cine de Locarno (Suiza); el premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias; el Gran Premio Coup De Coeur en la Competencia Oficial Ficción del Festival Cinélatino XXVIII Recontres de Toulouse (Francia) y el Premio del Jurado Internacional en la 15 edición del Festival de Cine de Tarragona (España) , radica en dos aspectos considerables.

El primero, es una producción que nace de proyectos universitarios y que con persistencia y trabajo colaborativo logra consolidarse como una obra madura, que sorprende como opera prima. El segundo, aborda una temática latente, la del desplazamiento, que resulta a veces esquiva de abordar desde la narración cinematográfica local, porque es un tema que en apariencia, y des- afortunadamente, despierta indiferencia con relación a otras temáticas.

La repetición cotidiana de noticias y términos relaciona- dos con el tema, construyen la falsa percepción de que se conoce todo sobre el desarraigo, fenómeno en el que tienen culpa los medios masivos y que ha evitado la reflexión que la problemática amerita.
De alguna manera la cruel realidad de su repetición cotidiana, le resta importancia a las víctimas y a las consecuencias que sufren por este flagelo. La película narra la historia de ‘Turco’ un pescador del pacífico colombiano que debido al conflicto armado debe trasladar- se a la ciudad de Cali.

Allí como muchos otros, vive en uno de los asentamiento periféricos, con la idea de que será por poco tiempo; sin embargo, los años pasan y su hijo llamado ‘Yosner’ madura en ese entorno y empieza a interesar- se por el baile de ritmos híbridos urbanos.

Esto le recuerda a ‘Turco’ que el deber de regresar a su tierra, a lo que el hijo responde que no volverá y que no se identifica con la vida rural. En esa espera por el regreso, inesperadamente, el hijo es asesinado y la esperanza del regreso a su tierra es reemplazada por un duelo a superar. A partir del contraste entre la mezcla cultural y las tradiciones rurales, la influencia de la oralidad y los rituales del pacifico, la explosión de ritmos urbanos, algo rebeldes, anarquistas y pegajosos que emergen espontáneos en las zonas urbanas, se representan los universos del padre y del hijo.

Parte de la expresividad, hermética en las actuaciones, es más suelta en la expresión oral del pacifico y en sus músicas. Diego Balanta, músico y artista de tradición pacifica in- terpreta a ‘Turco’ y José Luis Preciado, actor y bailarín interpreta a ‘Yosner’.
Esta historia surge del trabajo de grado de Santiago Lozano y Ángela Osorio, quienes en asocio con algunas productoras y universidades del Valle lograron rodar la película que pronto estará en salas de cine. Es una obra que se aprecia en pantalla grande, por el trabajo fo- tográfico en blanco y negro y la plasticidad de la puesta en escena de los cuerpos afro y mulatos.

Por momentos la película en un tono natural, parece un relato et- nográfico. Y precisamente ahí radica uno de sus desaciertos, la película logra una atmósfera orgánica y natural, que se va perdiendo en una saturación de lo plano, a pesar de la situación dramática de sus protagonistas, la narración peca en austeridad y se desequilibra hacia lo contemplativo, algo que es ya una constante (por no decir que un estereotipo) en el cine nacional que representan dramas sociales.

Rene Alexander Palomino R.
rpalomino@unab.edu.co 

 *Docente del Programa de Artes Audiovisuales de la UNAB.

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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