Por Estefanía Pedraza Bautista
epedraza803@unab.edu.co
En el decreto 660 del 13 de mayo de 2020, la Oficina Asesora de Planeación y Finanzas del Ministerio de Educación Nacional expone el número de sedes educativas rurales, según la cantidad de estudiantes. Conforme al documento, en Colombia hay 26 mil 626 escuelas que tienen un límite de 50 alumnos en cada una, siendo el 74,3 % del total de instituciones en zonas rurales.
Las instituciones públicas que reciben máximo cien matrículas son 3 mil 764, y una de ellas es la sede ‘Simón Bolívar’ del Centro Educativo Rural Vijagual, del municipio La Esperanza, en Norte de Santander. Está ubicada en el corregimiento Villa María, a seis kilómetros de la cabecera municipal. Tiene cuatro aulas y cuenta con cuatro docentes que están encargados de las clases desde preescolar hasta noveno grado de básica secundaria.
Germán Durán Arias tiene 51 años de edad, de los cuales 14 ha estado dictando clases de sociales, educación física e informática, a partir de segundo de primaria hasta noveno grado, en esta sede. Además, ciencias naturales en los grados séptimo, octavo y noveno. A partir del 16 de marzo, los docentes realizan actividades institucionales desde sus casas y comenzando el 20 de abril, iniciaron clases con los estudiantes de manera virtual.
La escuela ‘Simón Bolívar’ tiene 74 alumnos y debido a la infraestructura es común compartir el aula. En una asisten 10 niños de preescolar y primero de primaria. En otro salón, 21 menores entre segundo, tercero y cuarto de básica primaria. En la siguiente aula un total de 27, de quinto de primaria y sexto de básica secundaria. Y 16 alumnos ven juntos séptimo, octavo y noveno grado. “Primero realizamos un diagnóstico para conocer la accesibilidad que tienen al material tecnológico y el 20 % no tienen acceso a celulares, computadores, internet y televisión”, manifiesta Durán Arias.
Con estos resultados hicieron una estadística para conocer a cuántos alumnos les enviarían el mismo material en físico. Yurby Milena Rojas Carrascal tiene 43 años y hace cinco meses es docente de la misma sede. Cuando se decretó el aislamiento ella estaba en Ocaña, municipio donde vive. Actualmente envía por correo certificado los paquetes de fotocopias para los infantes de preescolar y grado primero. Con los debidos cuidados de bioseguridad, otra docente se encarga de recibir y entregar las guías.
El municipio La Esperanza limita con los departamentos de Cesar y Santander. Está a dos horas de Bucaramanga, sobre la vía El Playón – San Alberto, es decir, a dos horas y media de Ocaña. Para llevar un seguimiento de los talleres en físico, “los que tienen WhatsApp me envían una foto y los docentes que están allá me mandan las imágenes de los trabajos de los niños cuyas familias no tienen acceso a la aplicación”, dice Rojas Carrascal.

¿Y la conexión a internet?
De acuerdo con el MEN, la adecuación del trabajo académico en casa debe ser de 55,8 % impreso, 23,2 % programas de radio y televisión y 21 % plataformas digitales. De los diez millones 161 mil 81 estudiantes matriculados en las secretarías de educación de Colombia, el 23,6% son de colegios rurales y 408 mil tienen acceso a internet.
Según cifras del Dane, en 2018, Norte de Santander contaba con 67 mil 212 matrículas activas en el sector rural, y en Santander 92 mil 256. El 15 de mayo, la ministra de Educación, María Victoria Angulo González, ordenó fortalecer el uso de portales como ‘Aprender Digital: Contenidos para todos’.
Con la ayuda del Ministerio de Hacienda y del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (Tics), también anunció que se destinaron 400 mil millones de pesos en material pedagógico. Y, asimismo, la entrega de 83.345 computadores a 750 sedes educativas de 291 municipios.
El docente de Villa María expresa que en la página de Colombia Aprende, otra plataforma digital del Gobierno, se encuentran recursos didácticos fáciles de descargar y utilizar. Menciona que la dificultad es que no hay conexión a internet. “Se va la señal y no tenemos la posibilidad de enviar documentos. El servicio de Claro es bastante discontinuo”, asegura Germán Durán.
Cada martes los docentes se reúnen para atender inquietudes, revisar o elaborar talleres. Antes de la crisis por la covid-19 empezaban labores a las 7 de la mañana y terminaban a las 12 del mediodía. Ahora los estudiantes no tienen un horario escolar, ya que la mayoría labora en actividades relacionadas con el sector rural. Las tareas se envían y reciben cada cinco semanas, pero los docentes desean aumentar la comunicación con los papás para que entreguen las respuestas personalmente, teniendo en cuenta los protocolos de bioseguridad y aprovechando que los padres deben acercarse por los mercados escolares del Plan de Alimentación Escolar (PAE) de sus hijos.
El 27 de mayo de 2020, el Gobierno decretó que las sedes permanecerán cerradas hasta el 31 de julio. Es decir, los padres de familia de zonas rurales deben continuar sustituyendo a los docentes en sus casas. Sin embargo, cuando termine el aislamiento, los educadores confían en que se vea la posibilidad de asistir por días; considerando el tamaño de las aulas y que en un salón se dicta más de un grado escolar.
Redes inalámbricas comunitarias como alternativa
Ulises Hernández Pino es ingeniero y director académico de la Corporación ApropiACYT, entidad sin ánimo de lucro que trabaja en la apropiación social de las artes, ciencias y tecnologías en el sur occidente colombiano. También es el coordinador que representa a Colombia en la organización internacional no gubernamental Internet Society.
El académico indica que durante el aislamiento las redes inalámbricas comunitarias permiten el desarrollo de competencias digitales que son fundamentales para la teleducación. Esta iniciativa genera conectividad, pero no necesariamente brinda acceso a internet y se diferencia de los proveedores comerciales debido a que las comunidades no se organizan para tener un fin de lucro con el servicio.
Con un proyecto de red inalámbrica comunitaria se busca participar en la toma de decisiones de las tecnologías a usar, infraestructura y la configuración de servidores para al acceso a determinadas páginas web.
En este sentido, probar la conectividad 5G como lo expone la ministra de Tics, Karen Cecilia Abudinen Abuchaibe, “solo sería una evolución de la demanda del servicio de internet, pero eso no significa mejoría en la red en zonas rurales”, considera Hernández.
Desde 2014, Nuestrared.org interconecta diferentes fincas, escuelas y centros comunitarios en el Valle el Cauca, Risaralda y Quindío. Ofrece servicios de interconexión a contenidos locales y “manejan una versión de Wikipedia que se puede descargar, libros digitales, videos y la instalación de un servicio de mensajería instantánea al estilo de WhatsApp”, afirma Hernández Pino.
En Colombia existen organizaciones no gubernamentales que promueven las redes comunitarias como el trabajo que hace Colnodo, Network Bogotá, semilleros universitarios e Internet Society. Infortunadamente estos planteamientos no se tuvieron en cuenta en el trámite que recientemente hizo la ley de modernización del Ministerio de Tic.