Por: María Camila Sanguino Plata
El síndrome de Asperger es reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un trastorno generalizado del desarrollo infantil, es una rama del autismo, caracterizado principalmente por la dificultad de relación y comportamiento social.
Yhoner Mauricio Sanguino es un joven de 21 años y es un gran ejemplo de lucha diaria. Él lleva una vida con dificultades de interacción, comportamiento y pensamiento. Desde muy pequeño vive con Asperger. Yhoner empezó su vida escolar a los 5 años. Ahí surgieron indicios para que sus padres se dieran cuenta que algo no iba del todo bien. Los profesores acudían a llamarlos seguido, ya que lloraba por cosas comunes que pasaban mientras estaba en el colegio. “No le gustaba que cerraran la puerta, porque sentía claustrofobia, cuando la profesora se iba del salón, también lloraba. Y lo otro, es que cuando había reuniones de familia, donde había mucha gente y mucho ruido, él se estresaba mucho y terminaba llorando”, comenta su madre, Juliana Plata.
Otra advertencia que empezó a mostrar con el tiempo fue la hiperactividad. Su mamá empezó a notar que constantemente se daba palmadas en el pecho con la mano mientras sacaba su lengua, además de tener una mirada concentrada en el momento de hacerlo. Desde entonces, Yhoner empezó una vida con tratamientos psicológicos y psiquiátricos.
Walfred Rincón, médico psiquiatra, señala que el Asperger se empieza a demostrar desde muy temprana edad: “con relación a las señales para sospechar si un niño padece de asperger o un trastorno generalizado del desarrollo, la observación que tienen la mamá y la familia desde que el niño va creciendo es fundamental”.
Yhoner Sanguino asegura ser consciente de todos los comportamientos inusuales “además de hiperactivismo, a veces las ganas de simplemente moverme de un lado a otro sin motivo alguno y desconcentración”. Estos eran los síntomas que empezó a tener, que hicieron que él mismo entrara en razón de lo que pasaba. El joven tuvo altibajos en su vida a causa de su diagnóstico, sobre todo en el ámbito social, siendo pequeño y cursando primaria, sus compañeros eran crueles arrimando frutas sobre el, que sin razón alguna le daban mucho asco y actuaba de forma esquiva y miedosa al tener una cerca. En la adolescencia era muy solitario. Además, sus compañeros eran crueles, lo trataban de retrasado mental sin tacto alguno. Todo esto tuvo una causa negativa en su salud mental, “he llegado a tener depresión, mal humor, a veces ganas de no estar con nadie, impotencia a veces, odio, ganas de a veces insultar a la gente sin motivo alguno”, afirma Yhoner.
Andrea Buriticá, psicóloga del Hospital La Argentina , comenta que el problema principal que hace que una persona Asperger pierda su salud mental, es la negativa reacción de las personas a la peculiar conducta que estos tienen, entonces terminan siendo excluidos. Según Buriticá: “Las personas con Asperger con relación a la salud mental pueden tener problemas, ya que su comportamiento o sus actividades pueden ser calificadas como excéntricas para lo esperado entre la sociedad, su lenguaje puede marcar sobre un tópico definido entonces generalmente puede que no cumpla con las expectativas de otras personas o dificultades en la irritabilidad”.

Algo peculiar que siempre ha tenido también el joven Sanguino, es la obsesión con ciertos temas, empezando desde pequeño con el tema de los dinosaurios. En su pre-adolescencia amaba la música y a Michael Jackson. Escuchaba todos los días su música, y después con el dibujo se metía de lleno. Según él, ese es su talento más especial, por eso afirma que puede hacer lo que sea con un lápiz.
A pesar de que Yhoner ha estado en tratamiento más de la mitad de su vida, no siente un gran cambio a largo plazo. Sin embargo, no todo es malo, hoy en día es capaz de relacionarse con mucha gente, además, esas personas quieren relacionarse con él, teniendo en cuenta que ha mejorado aspectos como mirar a los ojos a la hora de hablar con alguien y pensar antes de decir algo sin prudencia.
Otro aspecto que el joven reconoce como algo positivo, es la independencia emocional que acogió con el paso del tiempo. Frente a lo anterior, él dice: “He aprendido a no ser dependiente emocionalmente de los demás, no tener que esperar algo de los demás, poder estar por mi propia cuenta, pero también se aprende a que no es así siempre, a veces uno sí necesita de las personas sin perder la autonomía”.
A lo largo de su tratamiento psiquiátrico, ha sido medicado con Prozac o Fluoxetina, pastillas antidepresivas que ayudan a generar la hormona de la serotonina, más conocidas como “las pastillas de la felicidad”, pero Yhoner a veces cuestiona su efectividad: “Sigo tomando estas pastillas pero a veces yo no siento si funcionan o no, a veces dejo tomarlas y siento lo mismo que tomándolas”.
“Por algo esta es llamada la pastilla de la felicidad, yo la verdad si lo veo más tranquilo desde que las toma”, insiste Juliana, madre de Yhoner.
Tal vez muchas personas piensan que alguien con síndrome de Asperger puede llegar a ser una persona boba, pero es todo lo contrario, son muy inteligentes y con un buen tratamiento jamás tendrán dificultades severas en sus vidas. Juliana comenta que no se preocupó porque su hijo podría llevar una vida normal. “Realmente no me puse triste ni nada porque el medico nos explicó que él podía ser una persona totalmente funcional desde que se le hiciera tratamiento, que así fue”.
El médico psiquiatra, Walfred Rincón, afirma esta situación: “se puede vivir como cualquier persona normal, la verdad no es algo que se tenga que sesgar”.
Después de todo su esfuerzo, Yhoner Mauricio Sanguino, terminó la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, y pronto empezará Diseño Gráfico como segunda carrera, para, según dice, aprovechar al máximo sus capacidades.