
Por Xiomara Karina Montañez M.
xmontanez@unab.edu.co
Algo deja claro la crisis global por el coronavirus: la educación no volverá a ser la misma. Los profesores tienen un escenario favorable y los estudiantes, la puerta abierta al conocimiento de calidad en instituciones de todo el mundo, gracias a la apertura tecnológica; los padres de familia pueden exigir a colegios y universidades porque desde sus casas saben qué les enseñan a sus hijos, y el sistema educativo, de la mano de los gobernantes regionales y nacionales, debe ser administrado con equidad y transparencia para que la educación en Colombia sea de calidad y no genere marginalidad.
Estas son algunas de las conclusiones que deja el psicólogo y magíster en filosofía, Gonzalo Ordóñez Gómez, en entrevista con 15. El también docente de la Universidad Industrial de Santander (UIS), asegura que los actores en este proceso se ubican en un escenario favorable; no obstante, también son fuerzas encontradas en las que finalmente el estudiante es el que pierde si se toman malas decisiones.
¿Qué ha cambiado en el sistema con la llegada del aislamiento?
Los cambios vinieron de afuera, no por necesidades del sistema educativo, fueron cambios obligados, y fundamentalmente cambió el mundo de la vida del aprendizaje, el espacio, el tiempo, el modo de relación del estudiante y del profesor. Lo urgente, lo que todos los profesores en este momento están haciendo es actualizándose como sea. O cambiamos o cambiamos, pero ya no hay manera de decir “no estoy de acuerdo”.
Es decir, si no llega el covid-19, ¿la revolución tecnológica en la educación nacional seguiría siendo una utopía?
Las malas lenguas dicen que cambia más un cementerio que una institución educativa, y uno lo puede ver con indicadores como las pruebas Pisa que se hacen en Colombia desde el año 2006. Los resultados están estabilizados y lo que muestran es que el sistema educativo sigue congelado. Igual, uno puede comparar esos resultados con las Pruebas Saber y los avances son mínimos. No hay procesos profundos de aprendizaje en los estudiantes; los estudiantes nuestros y el sistema nuestro, no es competitivo, no está promoviendo las competencias para el futuro.
Pese a todo, el modelo educativo sigue siendo clásico no solo por la forma en la que se enseña sino por la falta de tecnología y los modelos de las instituciones. ¿Lo que conocemos fracasará pronto?
Esto ya evidencia el choque que ha generado el paso forzado de un modelo tradicional y un profesor pasivo a un escenario mediado por las tecnologías, en donde los estudiantes son activos y tienen además las redes sociales para expresarlo. Con el cambio de espacio ese modelo que conocemos fracasa.Y hay otra cosa: el padre y la madre están en la casa con el niño y el adolescente, y van a poder revisar los materiales y acompañarlos en su proceso. Eso también deja ver tres extremos: el primero, quiéralo o no, el maestro se tuvo que meter a las tecnologías; segundo, los padres volvieron a ser padres, por fin están estrenando y conociendo a sus hijos, y conociendo qué es lo que ellos están aprendiendo, y tercero, los muchachos -en su mayoría- están en su salsa que es trabajando con lo que tanto adoran que es la tecnología.

¿Cómo ha visto la actitud de los profesores ante este reto?
En Bucaramanga creo que estamos con el 40 % de personal docente nuevo, que ingresó por concurso, que son jóvenes, que vienen de la alta competencia, y tiene una alta capacidad de aprendizaje grande. Y el otro sector es el de generación anterior que tiene problemas con la tecnología. Esos pobres van a sufrir mucho porque venían solucionando problemas con el apoyo de personas que sí saben de lo tecnológico.
El sistema educativo en la primaria y bachillerato en Bucaramanga, ¿cómo están los colegios?
Si uno mira el mapa de Bucaramanga hay unas zonas de marginalidad tremendas, y esta crisis va a agravar esta marginalidad, todos esos problemas se harán más evidentes. Pero, como Bucaramanga tiene un nivel alto en colegios públicos, esos problemas se pueden tapar porque se hablará del éxito de esos colegios que son buenos y que ante cualquier circunstancia responden. Y ni se diga la marginalidad del campo: Bucaramanga tiene seis o siete instituciones educativas en zonas rurales y eso es más grave porque allá no hay nada.
¿Cómo solucionar la marginalidad en la educación?
El problema más grave es la cantidad de niños que van a salir del sistema educativo por la física quiebra económica de sus padres. A eso se suma que los padres de familia no tienen computadores en las casas, sus celulares son los llamados “flechas”, y la respuesta de la Secretaría de Educación de Bucaramanga es que mandará actividades de repaso. ¿Cuál repaso? Eso es volver a memorizar. Se necesitan estrategias integrales; no sé si el Gobierno esté dispuesto a tomar todos los recursos por la vía del Programa de Alimentación Escolar (PAE) o Jóvenes en Acción, que no son nuevos, y focalizarse, saberlos administrar, porque siempre estamos pidiendo y no estamos haciendo un uso eficiente de estos. El otro problema es que, los chicos que aprovecharon la experiencia con sus padres van a desarrollar capacidades muy interesantes en términos de ubicar información, procesarla e ir desarrollando criterios propios frente a eso. Van a tener un aprendizaje social si la familia tiene el nivel educativo alto, y esto será exitoso. No podemos calcular cuántas familias se integran al proceso educativo y sacan adelante a sus hijos, porque el otro lado de la moneda son las familias autoritarias en donde también hay preocupación por parte de los educadores. Una familia así encerrada por dos meses, mostrará lo peor de cada uno y eso sí acaba con la vocación educativa del niño.
¿Cuál será el nuevo rol de los padres?
Si hacen esa alianza con los maestros y tienen liderazgo, va a ser exitosa esa experiencia porque hace mucho los padres confundieron la escuela con un parqueadero, descargaban allí a los niños y se desinteresaban. Lo segundo es que necesariamente cambia la relación del estudiante con el conocimiento. Si él indaga, busca y procesa información es muy distinto. Ahora ya no va a estar aburrido en el salón de clase oyendo un discurso rutinario.
¿Cuál cree será la actitud de los estudiantes al retornar a las aulas después de estar en las casas?
Es un 50 – 50. Lástima que el movimiento estudiantil del sector oficial sea tan godo, no le vea posibilidades a las tecnologías y se oponga, pero lo que veo es que de ahora en adelante los estudiantes no se van a aguantar una clase aburrida. Después de que desarrollen autonomía en el aprendizaje van es a discutir con el profesor y a profundizar. De otro lado, se abre la puerta para la globalización de la educación. ¿Se imagina uno formado en su campo con profesores de Harvard o Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)? Esa será la transformación de la educación.
¿Cuál es la pieza clave en esta revolución tecnológica?
El profesor. Es sencillo: que las personas que enseñan estén dispuestas a aprender. Si hay entusiasmo, pasión y actitud ante el aprendizaje, el país cambia por parte de los maestros. La clave está en ellos y si le ponen ganas y voluntad la crisis se soluciona. Es hoy el maestro la figura central, y yo no veo que el Estado esté apoyando al maestro y lo esté dando garantías, parece que al maestro lo están tratando como al médico, no demora aparecer una oleada de héroes, pero no les están dando las herramientas para su trabajo.