En el 2010, durante Semana Santa, Jonathan Niño Carvajal, estudiante de diseño gráfico de la Universidad de Investigación (UDI) y santandereano, extendió en el parque San Pío una cuerda de nylon entre los extremos de dos árboles, llamando la atención de dos estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS), Héctor Abad Gómez y Daniel Bernal.

Al acercarse a Niño, notaron cómo este joven de 26 años caminaba sin sostenerse de nada a lo largo de la cuerda, a una altura de 1,20 metros. Al conversar, los tres concluyeron en cuán interesante sería practicar en conjunto este deporte llamado slackline o cuerda floja ya que los otros dos también lo practicaban. Desde ese momento decidieron conformar Natural Slackline, el único grupo de Santander que practica este deporte y el cual es liderado actualmente por Niño Carvajal.

El comienzo de todo

Luego de 9 años de experiencias y viajes, y tras conocer de él por medio de unos amigos escaladores, Jonathan habla acerca de cómo fue iniciar en esta particular práctica deportiva: “Cuando comencé, a las dos semanas tuve que conseguir el equipo que es costoso y difícil de obtener porque toca traerlo de fuera del país. Uno de novato cuesta hasta 400.000 pesos y uno profesional alcanza el valor entre 800.000 y un millón de pesos. Si quieres practicar slackline debes tener mucha disciplina porque no es fácil comenzar”.

Según quienes entrenan, la persistencia es importante si se quiere entrar en el mundo de la cuerda floja, ya que esto implica hasta 12 horas de entrenamiento semanales: “Lo difícil es superar la frustración, hay cosas que no se resuelven fácil y conllevan entrenamiento. Las lesiones es otro factor difícil, ya que, a veces, por practicar en zonas no adecuadas y sin colchonetas, los golpes son duros. Nuestra filosofía es ‘si no te levantas no progresas’, vas a caerte y vas a estar golpeado, pero hay que retomar el esfuerzo y ser resiliente ante ello”, asegura el líder del grupo.

Para estos deportistas, la unión entre la quinesia y la mente son vitales a la hora de montar la cuerda: “Yo veo en este deporte una relación cuerpo-mente, la veo como una aceleración, ya que se piensa en un movimiento que se va a desarrollar segundos después, la mente va a delante del movimiento. Teniendo en cuenta que la parte psíquica está conectada con la motriz, es mejor caminar primero en la cuerda antes de saltar, superar muletillas mentales de ‘esto no lo puedo hacer’ o ‘esto me está generando golpes’ para poder realizar una mejor actividad”, declara Niño.

Prácticas realizadas en la UIS en la modalidad ‘Trickline’, en está realizan trucos y piruetas sobre la cuerda. / FOTO SUMINISTRADA

¿Realmente influye la mente?

Según Roman Velandia Suárez, médico otorrinolaringólogo y otólogo (especializado en la función del equilibrio), tanto el oído interno como la visión y la estructura esquelética se encargan del equilibrio, pero afirma que la mente es un elemento fundamental en el proceso de darle información al cerebro de la ubicación del cuerpo espacialmente:“El cerebro manda todo en su cuerpo y lo organiza, si algo falla en él nada funciona igual. La clave en los deportes donde el equilibrio es fundamental es la concentración. Cuando se camina en una  superficie no estable, los ojos  consideran  que no es seguro es por ello que se envía un estimulo de miedo lo cual confunde al cerebro y genera una perdida de confianza, por ende se pierde el equilibrio”.

Desde la parte médica, los deportes que tienen que ver con riesgos físicos como el slackline implican dedicación y concentración. Román Velandia explica esta afirmación: “Todo se basa en el entrenamiento, en él se busca adecuar todo el cuerpo para  lograr estar en equilibrio. Es un entrenamiento tanto físico como mental que se basa en vencer miedos”.

Una de las personas que puede dar testimonio de la teoría anterior es Edani Susana Castillo, estudiante de diseño industrial en la UIS y quien comenzó a practicar hace 5 meses el deporte. «El slackline surgió para mí como una forma de centrar el cuerpo por medio de la de meditación dinámica ya que combina destrezas físicas y mentales”.

Más allá de un pasatiempo, Edani afirma que este deporte le ha ayudado en su vida cotidiana: “Yo suelo hacer muchas analogías con el slack, una de ellas es con las situaciones ‘desequilibradas’ en las que debo  respirar, ponerme en calma y tomar el riesgo de volver a intentarlo, si me caigo pues me levanto y sigo adelante. Lo mismo sucede en la cuerda, es frustrante caer pero hay que entrenar para lograr mantenerse mas tiempo y con mayor seguridad. Esto ayuda a vencer temores porque da esa chispa de no rendirse”.

Sin apoyo, no hay progreso

Camilo Gamboa es un bogotano de 25 años que ha vivido toda su vida en Bucaramanga. Este joven que practica desde hace dos años de la mano del grupo Natural Slackline afirma  que a pesar de hay talento en su región hace falta colaboración por parte del estado: “ Nosotros no tenemos patrocinio, hemos pasado cartas al instituto de la juventud, el deporte y la recreación en Bucaramanga (Inderbu) y al instituto departamental de recreación y deportes de Santander (InderSantander) para que al menos nos faciliten unas colchonetas y no nos han apoyado. Acá sólo apoyan el fútbol y el ciclismo, a los demás nos toca duro”.

Un equipo profesional de slackline cuesta aproximadamente 1.000.000 de pesos. / FOTO SUMINISTRADA

Orgullo Santandereano

Aunque el deporte no es conocido por los santandereanos hay personas que sacan la cara por su territorio. Mario Andrés Largo, atleta que lleva seis años practicando la cuerda floja, deporte el cual es una forma de vida para él, explica su clave para ser cada vez mejor: “La técnica es nunca dejar de hacerlo, si se puede es mejor entrenar todos los días, este es un deporte más de disciplina que de capacidad física, no tiene limitaciones”.

Este deportista malagueño, fue campeón en la modalidad pro de la Copa Colombia de Slackline 2014 la cual fue realizada en Medellín en el mes de Noviembre. Actualmente tiene un proyecto laboral relacionado al deporte, el cual es una empresa en la capital dedicada a hacer equipos de tensión para la modalidad que implica grandes alturas conocida como ‘Highline’ o  cuerda alta , los artículos son hechos con material 100% nacional.

Por Geraldine León

gleon55@unab.edu.co

Universidad Autónoma de Bucaramanga