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Sobre El gran Gatsby de Scott Fitzgerald

El pasado 10 de abril se cumplieron 98 años de la primera edición de El gran Gatsby. Sin duda, un texto clásico que todes deberían leer.

Por: Ronald Salazar Carreño/rsalazar882@unab.edu.co

Nick Carraway es el protagonista y narrador de la historia que gira alrededor de la figura de un personaje excéntrico y misterioso que ofrece fiestas engalanadas cada fin de semana en el jardín de su mansión, Jay Gatsby. Nick ocupa una modesta casa junto al palacio del millonario, y es tan fuerte el encanto de su vecino que termina involucrado de manera directa en los aspectos más íntimos del ilustre caballero. Alrededor de esta amistad, el amor, la opulencia económica de las nuevas generaciones de la Estados Unidos de principios del siglo XX y la tragedia son algunos de los temas que sobresalen en la magistral creación de Fitzgerald. No obstante, entre estos tópicos destaca, considerablemente, el aura materialista que caracterizó a la sociedad estadounidense al verse envalentonada gracias al despliegue económico que produjo el sacudón de la Segunda Revolución Industrial y el impulso por destacar a nivel mundial como potencia comercial.

Los personajes de la obra, desarrollados de manera espléndida, describen perfectamente el afán del hombre que busca, a como dé lugar, posicionarse en una sociedad que se rige de acuerdo con el poder adquisitivo, los cánones de belleza y las tradiciones más enraizadas de una sociedad que vive en una relativa moral según las “buenas” costumbres. El mismo Carraway, quien parece sobrio, reflexivo y despreocupado por el materialismo que se respira en la época, también se involucra en las dinámicas sociales entretejidas alrededor de Gatsby, Tom y Daisy, además de Jordan Baker. Al mudarse al este del país, en una localidad exclusiva cerca de New York, demuestra el afán por encajar en un sistema que se rige, como dije antes, a partir de lo económico. Vender bonos en Wall Street pareciera suficiente para él, pero su vida es tan monótona que solo su relación con Gatsby le genera nuevas vivencias, que es, precisamente, lo que narra en su historia.

Sin el excéntrico millonario, hubiese merodeado una pequeña temporada en la casa de alquiler en la bahía de West Egg, y no hubiese conocido el drama interno que llevó a Gatz a convertirse en el centro de atención de aquellos que buscaban codearse con la gente más distinguida del contexto recreado. Gatsby cambia su nombre y empieza una treta interna y económica por conseguir el amor de Daisy, mujer privilegiada económicamente, que no pudo aceptar a un hombre pobre para su vida porque socialmente no era bien visto y su familia no lo iba a aprobar. De ahí la relevancia de Tom como personaje dentro de esta historia. Él, como hombre rico, con estudios en Yale, representa el prospecto masculino americano que está en la cima del mundo y puede ofrecer todo lo que una mujer estilizada necesita para encajar o mantenerse en el canon social de la época. Lo mismo sucede con Jordan Baker, amiga íntima de Daisy, quien como golfista profesional vive asediada por hombres que buscan desposarla porque representa el estereotipo tradicional que un hombre exitoso en los negocios y en la vida necesita para establecer una familia.

El amor que siente Gatsby por Daisy lo lleva a escalar socialmente de manera tan abrupta que termina convirtiéndose en un millonario destacado. Sus negocios lo ponen en el boca a boca de quienes lo rodean. Las mansiones, las fiestas, los banquetes y los autos de lujo reúnen a los personajes de la obra. Mientras que pasan la vida gastando sus fortunas heredadas o ganadas a través de negocios de cualquier índole, como en el caso de Gatsby, develan la insatisfacción que cada uno lleva por dentro a propósito de sus intereses y deseos: Carraway parece no encontrar motivación alguna en las actividades que lleva a cabo, Daisy está casada con un hombre al que no ama, Tom tiene una aventura con la esposa de Wilson el mecánico y no disfruta de su matrimonio “perfecto” con Daisy, Jordan parece estar suspendida en el tiempo y buscar regocijo a través de la compañía de gente que le ofrece comodidad de alta categoría mientras se enamora de Nick, y Gatsby cimenta una fortuna que cumpla las expectativas de Daisy para recobrar su amor.

Cuando se juntan estos personajes y se enfrentan a sus frustraciones y deseos, no queda más que la irremediable liberación de las pasiones humanas, el instinto y el vacío personal que se intenta llenar con suntuosos bienes. Estos, en últimas, confluyen en la ampliación de la brecha de insatisfacción con la que debe combatir la cordura en la vida del hombre.  

Para terminar, debo aclarar que la intención de este pequeño texto no es abogar por la vida austera en búsqueda de completa felicidad, puesto que esta, vaya uno a saber, si realmente existe. La intención, brevemente, es destacar cómo el autor estadounidense recrea de manera magistral la sociedad emergente del país americano, que, mientras en los años 20 muestra al mundo su opulencia y poderío a través de personajes como Gatsby, deja ver, también, que en cuestiones filosóficas, sociales y modernas, las dinámicas humanas se desarrollan inertes, materialistas y trágicas, como se ha visto desde siempre. Pero recordemos algo, quizás, solamente, gracias al desenlace de Gatsby, Carraway pudo reflexionar sobre la historia que narra, en donde el padre del excéntrico millonario cumplió un rol fundamental: demostrar que su hijo, en un principio, solo buscaba ser una mejor persona.

Universidad Autónoma de Bucaramanga