La sexta película de George Clooney como director, se estrenó recientemente en salas del país y en Bucaramanga pasó sin pena ni gloria. El lector tendrá que buscarla en internet si desea verla.

Suburbicon, bienvenidos al paraíso, es una historia escrita por los hermanos Cohen (Fargo, 1996; No country for old men, 2007), un guion de comedia negra desarrollado antes de sus primeros éxitos, por eso algunos de los personajes son similares a los personajes de Fargo o de El gran Lebowski (1998).

Clooney decide ubicar el relato en la década de los 50, al parecer en el estado de Vermont, época en la que se consolida el modelo de vida americano, la clase media habita en suburbios monotemáticos y predomina el ideal del progreso económico, representado en el poder adquisitivo de la familia tradicional, estructura que asegura el consumismo de bienes y servicios. Este tipo de morfología urbana, que representa el discurso americano, y que contaminó también a las ciudades latinoamericanas en las siguientes décadas, ya se ha parodiado en películas como El joven manos de tijera (1990), de Tim Burton, y en Happiness (1998),  de Todd Solondz.

A este Suburbicon llega una familia afroestadounidense, hecho que hace aflorar lo peor de esta pequeña y apacible sociedad, el pequeño y su joven madre comienzan a ser cruelmente discriminados, a lo que la madre responde con dignidad y cautela para no atemorizarlo. Sin embargo, las acciones de estos hombres “de bien” son tan evidentes que pronto la familia debe afrontar la inminente xenofobia de la comunidad.

Al lado de esta casa habitan los Lodge, el padre (Matt Damon), la madre (Julianne Moore), y el pequeño Nicky (Noah Jupe). Una noche sufren un extraño asalto y la señora Lodge muere. Este hecho, que debería ser un acontecimiento en este aburrido suburbio, pasa desapercibido debido a la tensión ejercida por la comunidad sobre los vecinos afro.

Pero, lo que parecía ser un simple asalto, alberga los más oscuros intereses  que minan el ideal de la familia feliz y con ello la fragilidad de los valores y de las buenas costumbres, evidenciando lo obvio, la doble moral de estas sociedades maquilladas, y la necesidad intrínseca de construir un enemigo, factor que termina siendo un distractor necesario para confundir a la masa, en este caso, representada por los vecinos del suburbio.

La película, que en tiempos más amables podría ser un poco anacrónica, hoy, y tal vez por esto Clooney la ubica en esa época, resulta ser una representación de la discriminación que padecen los ciudadanos por el solo hecho de ser diferentes.

La histórica xenofobia presente en muchas latitudes, se suma hoy a la discriminación hacia los gay o los transgénero. O a la discriminación por simplemente, pensar diferente, o como narró una reciente noticia: un niño era atacado en su colegio, le arrojaban leche y se reían de él, porque le habían extirpado un tumor de su cara, y esto le había dejado una notoria cicatriz, hechos que siguen ocurriendo en sociedades que predican los valores y las buenas costumbres… Mientras estas no se salgan del molde tradicional.

Aunque es una historia de la pluma de los Cohen, la versión de Clooney, aunque indudablemente sarcástica y divertida, no logra ese tono mordaz e inesperado de los hermanos, o de Solonz, hay ciertas acciones que el espectador puede prever.

Sin embargo, es una buena opción para esta época, se puede apreciar con natilla y buñuelos, y las actuaciones son contundentes, Damon y Moore, raramente decepcionan, y el pequeño, Noah Jupe, promete ser un gran actor.

 

Por René Alexander Palomino Rodríguez*

rpalomino@unab.edu.co

* Docente Programa de Artes Audiovisuales de la Unab.

Universidad Autónoma de Bucaramanga

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