Rene Alexander Palomino R.*
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En los próximos días llegará a las salas de cine ‘Correspondence’ retitulada para los países hispanohablantes como ‘Te amaré eternamente’, la reciente cinta de Giussepe Tornatore, ganador del Premio Oscar a Mejor Película Extranjera en 1989 por ‘Cinema Paraiso’.
La película es protagonizada por la bella Olga Kurylenko y el talentoso Jeremy Irons, recordado por su papel en la mítica cinta ‘La misión’, junto a Robert de Niro, y su voz es recordada por interpretar al malévolo Scar en el ‘El rey león’.
En esta producción Olga Kurylenko interpreta a Amy, una joven estudiante de doctorado que trabaja también como doble de escenas de riesgo en la industria cinematográfica, y quien en la universidad conoce a Ed Phoerum, un experimentado y reconocido profesor y astrofísico de origen escocés, que ha dedicado toda su vida al estudio de las estrellas.
Entre ellos surge un apasionado romance que se desarrolla principalmente en un lugar apacible y sereno llamado Borgoventoso, más conocido como la isla de San Giulio, al norte de Italia, a orillas del Lago de Orta, cuyos pequeños castillos, mansiones, restaurantes, callejuelas e iglesias se reflejan en las tranquilas aguas del lago. En una de las casas del lugar los amantes pasaron temporadas felices, registradas en unas pocas fotografías.
La comunicación entre la joven y el profesor se mantiene a través de correspondencia física y digital: regalos y cartas escritas a mano, así como mensajes de texto y de voz, hasta que llega la fecha de una conferencia de astrofísica en la universidad, evento en el que el profesor es la figura central, Amy arriba expectante por el encuentro.
Allí recibe un mensaje de texto de Ed, en donde le dice que mejor no esté allí. Finalmente anuncian que el profesor ha muerto. Amy no sale de su asombro, primero por el impacto que la noticia le produce, pero más aún porque él se mantiene aún en comunicación con ella.
En ese momento inicia la trama central. Amy comienza a viajar a los espacios cotidianos habitados por el profesor; va a Edimburgo, el lugar de Ed y su familia, y a Borgoventoso para tratar de buscar pistas y descubrir si él realmente está vivo y de ser así, encontrar respuestas sobre por qué simuló su muerte. Estos son los principales cuestionamientos de la protagonista, pero en el proceso ella también se redescubre a sí misma y entiende el motivo por el que le gusta exponer su vida en el rodaje de escenas de riesgo.
Esta es una película sobre los sentimientos fundamentales, en este caso el amor, no es una historia de grandes pretensiones, es más bien sencilla, bien narrada, y evidencia que al director le gusta construir este tipo de atmósferas.
Las locaciones elegidas encierran pequeños placeres cotidianos: el observar un paisaje desde una ventana, el interior confortable de una habitación mientras afuera hace frío, la arquitectura antigua reflejada en el agua, los cálidos restaurantes en las pequeñas ciudades europeas.
Un subtema de la historia es la posibilidad de las relaciones afectivas sostenidas a través del contacto virtual por medio de las herramientas tecnológicas, tema que se ha venido tratando en el cine, y en la televisión, incluso, en la serie inglesa ‘Black Mirror’ hubo un capítulo dedicado a la posibilidad de la presencia virtual y física (a través de un androide réplica) de un ser querido que ha fallecido. El cómo la tecnología permite cierto contacto posterior a la separación física, como el caso de los llamados fantasmas de Facebook, los perfiles de personas desaparecidas que nunca se cierran y en los que la gente, familiares y amigos siguen publicando fotos o escribiendo mensajes relacionados con esa persona que ¿ya no está.
Es una película entretenida, para reencontrarse con el amor, y para disfrutar la excelente banda sonora, que ya ha recibido premios, a cargo de Ennio Morricone
*Docente del Programa de Artes Audiovisuales de la UNAB.