Por María Catalina Gómez Carreño / mgomez781@unab.edu.co
Hace mucho tiempo, diecinueve terroristas quisieron jugar a ser ladrones, secuestrando cuatro aviones comerciales un 11 de septiembre de 2001. En las calles ruidosas de Nueva York había dos edificios que parecían dos gotas gigantescas de agua, eran llamados las torres gemelas del World Trade Center. Estos maquiavélicos terroristas estrellaron dos aeronaves contra ellas, pero la “diversión” no podía parar ahí, así que también llegaron con uno de sus aviones a El Pentágono, la gran sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Y finalizaron chocando su cuarto avión en Pennsylvania.
Pero es que claro, es entendible que aquellos jovencillos de al Qaeda no se pudieran resistir a secuestrar estos aviones en pleno vuelo. Menos de ser aterrizados en aquellos edificios con más de 410 metros, eso era algo así de 65.000 metros cuadrados, una bobadita. Mucho menos en aquel edificio con tan hermosa figura geométrica o ustedes que me dicen de ese estado con tan hermosas Montañas de Pocono, no cualquiera puede resistir a jugar en medio de ellos.
Su juego fue tan “divertido” que un hombre en Colombia quiso utilizar ese término para vender sus ideas de gobierno, es por esto que conflicto armado pasó a convertirse en terrorismo y su popularidad aumentó en su pueblo y todos comenzaron a creer en él. Por esto, es que, a sus queridísimos amigos, las FARC, ya no los denominan como un grupo armado, sino como un grupo terrorista y ahora era el líder, podía acabar con ellos, era fácil, solo jugar a la grandiosa “Política de Seguridad Democrática”.
Así que con la capa puesta reunió a su equipo y decidieron que esto sería un plan que iba a mantener todas las vidas a salvo y como si fuera de poncho y sombrero un sabio puso a todo el pueblo para unirse en esta nueva aventura. Así que ya no estaban solo los policías y soldados, también eran los agricultores, los maestros, los doctores, las familias y los habitantes, así que ahora todos eran héroes.
Su plan estaba funcionando, sus enemigos estaban perdiendo líderes importantes, como Raúl Reyes e Iván Ríos, otros se retiraron de esta aventura y terminaron en manos de la policía que los llevó a prisión. Como la maldad arde esto no se iba a quedar así, aparece una nueva operación mágica, nueva misión por cumplir, que tal “Cali Libre”, ¿suena como el nombre de una gran aventura o una salsa comprometida?
Nuevamente un 11, pero de abril del 2002, los enemigos (las FARC) de nuestro gran líder, quisieron jugar al escondite, así que llegaron a la Asamblea del Valle del Cauca, se tomaron el lugar y secuestraron 12 diputados: Sigifredo López, Rufino Varela, Carlos Barragán, Jairo Javier Hoyos Salcedo, Alberto Quintero Herrera, Juan Carlos Narváez, Edinson Pérez, Nacianceno Orozco, Carlos Charry, Francisco Giraldo, Ramiro Echeverry y Héctor Arismendy.
Este era un juego diferente, duraron cinco años escondidos y el 18 de junio del 2007, los encontraron, 11 de ellos estaban muertos, su único sobreviviente: Sigifredo López. El dolor embargó a todo el pueblo, los familiares de aquellos que durmieron en el juego siempre invitaron a una reconciliación y empatía, pero ¿para qué acabar tan pronto?
En búsqueda de que los héroes quisieran seguir con esta aventura, botaron toda su magia en unas altas montañas que estaban llenas de secretos, Los Farallones. 21 campamentos ocultos y oscuros fueron iluminados por las varitas mágicas de los héroes, algunos cultivos ilícitos y más de mil kilogramos de polvo de estrellas, perdón de drogas procesadas. Uno que otro cilindro de gas, pero nada para preocuparse, solo 584 unidades, 16 toneladas de víveres, 52 mil municiones y más de 150.000 dólares, unas bobaditas.
En 2008, nuestra salvación, el gobierno, aprueba la Ley de Orden Público, se declaró un supuesto estado de emergencia social y económico y todo porque había una crisis humanitaria que fue causada por el desplazamiento forzado. Ahí es cuando aparecen las llaves, con los tales falsos positivos que implican a varios militares en el asesinato de civiles presentados como guerrilleros muertos en combate.
La verdadera pregunta aquí es ¿quién en realidad es el terrorista? No buscamos dar una respuesta, ni categorizar a nadie como bueno o malo, pero una política que buscaba militarizar al país porque sí o sí se debe acabar el “terrorismo”, no creo que haya sido la mejor forma.
La guerra con más guerra solo hace que en la actualidad tengamos más de 6.402 casos de falsos positivos. Hace que hoy tengamos por lo menos a 17 empresarios investigados por robar petróleo. Que el narcotráfico siga rondando por las calles de nuestra ciudad, luego de tanto dolor que ha causado, la pregunta para muchos es: siendo este un país que en la actualidad es pobre ¿por qué tiene tantas camionetas de lujo de cerca de 500 millones de pesos colombianos rodando por las ciudades? ¿De dónde sale ese dinero?
Este juego entre buenos y malos, cazar o matar, ser policías o ladrones, sigue hasta hoy en este macabro cuento de hadas, en donde el país colorido y lleno de montañas verdes siguió su camino hacia un futuro brillante, en el que la paz por ahora no será una nueva distracción. Y colorín colorado el “terrorismo” en Colombia aún no ha acabado.